De su tocaya se han dicho cosas. De una de sus tantas tocayas famosas (María Luisa de Austria, María Luisa de Saboya, María Luisa de arequipe, de mora...): María Luisa de Borbón y Parma (1751-1818), La Bruja. La prima que llegó de Italia para casarse con Carlos IV de España y aportar a la descendencia de los borbones la quijada pronunciada y la calentura bajo las sábanas. (Dicen las malas lenguas que envenenó a la Duquesa de Alba –la mismísima Maja Desnuda–, por cuenta de los celos que le despertaba la atención que Goya le prodigaba). Intrigante, avinagrada, y malquerida. Y, además, maloliente –no se bañaba para que no se le estropeara la piel– y mueca, mueca. Varios de sus 24 embarazos se los atribuye la historia no oficial a Manuel Godoy, verdadero gobernante y causante de que Carlos le sumara a su condición de rey inepto la de rey cachón, y a esta, la de rey de burlas de las cortes europeas.
Lo que no se ha dicho es que a S.M. la de Parma le gustara hacer pipí en sanitarios de 140 millones de pesos, como en los que al parecer sí le gusta hacerlo –según información de El Tiempo– a la María Luisa de Chipatá, Reina del bótox, cofundadora y dueña de la Iglesia de Dios Ministerial de Jesucristo Internacional, quien de tejedora de cubrelechos pasó a ser la máxima autoridad de un imperio, por obra y gracia del Espíritu Santo, sostiene en su biografía:“Un domingo a la una de la madrugada mientras orábamos y cantábamos al señor sobrevino la manifestación del Espíritu Santo, no sólo comencé a hablar en lenguas sino también a saltar como una pelota de caucho”. ¡Y le creen! Los botes que dio y la algarabía que armó, a lo mejor sí. A lo mejor fue que se atragantó con un sapo de esos que a horas tan tempranas saltan del jardín.
El caso es que, como si la anécdota de la boligoma fuera de poca monta, la hermana María Luisa insiste en que el Espíritu Santo le habla al oído. De ahí que todas las empresas que conforman la multinacional que ha levantado para solaz y provecho de sus incondicionales –se le atribuye una fortuna superior a los 14 millones de dólares-, nacieron de soplos divinos de quien, hasta ahora, nadie conocía la faceta de inversionista, ni la de asesor financiero en nombre de la fe de ovejas incautas. Solo la emperatriz.
“Nosotros somos un imperio y tenemos una reina… ¿Qué pasa si el rey está demente? No importa, es el rey… No importa si mata, no importa si es adúltero, él es el rey… ¡Dios respalda las decisiones de la reina!”, reproduce Semana estas perlas de un hijo suyo. Del que volvió al paraíso maternal por la puerta grande de una mansión en la Florida, luego de haber sido expulsado por declararse homosexual. (Creerá la pastora, larai/larai/larito, que se le pasó la fiebre al niño). Ella le sonrió –y “cuando María Luisa nos sonríe es porque Dios está contento con nosotros”, asegura el pastor y congresista, Carlos Baena– y el problema se acabó.
Así las cosas, el video en el que Piraquive, casi en éxtasis, comunica su sentencia a un grupo de miembros de la iglesia: “Si ven el predicador sin un brazo, no se van a agradar mucho. Por la conciencia, otros dirían por estética, no lo ponemos en el púlpito”, a pesar de lo inadmisible que es, no es lo peor. Lo peor son los tentáculos que le están saliendo al negoción de esta mujer, aquí y en otros países en los que ha echado las raíces de 850 templos, abonados con el bolsillo y el miedo al castigo eterno de los feligreses. (A propósito, no seamos melodramáticos; lo de la discriminación con quienes tienen alguna discapacidad no es exclusividad de la marca Piraquive. Con mayor disimulo, a lo mejor, pero igual de inaceptable, está latente en los medios de comunicación, en el cine, en el modelaje, etcétera. ¿O es que es muy común ver una modelo a la que le falte un brazo o una presentadora sin un ojo o una actriz sorda? Son raras aves en esos escenarios a los que solo suelen acceder exponentes de la belleza sin sobresaltos).
En cuanto al asunto inicial, el de los gustos escatológicos de Su Majestad la de nosotros –hacer pipí en sanitarios millonarios, enchapados en ónix y con grifería bañada en oro–, se puede deducir que le salía más barata la tocaya de Parma a los súbditos de allá, que la de Chipatá a los de acá. (Definitivamente me quedo con la de arequipe, mmm. Económica e inspirada por el Espíritu Santo).
COPETE DE CREMA: Existe una página en Facebook, no sé si abierta por el Espíritu Santo, con la consigna “Postulemos a la doctora María Luisa Piraquive al Premio Nobel de Paz”. Vaya, vaya, qué sobrecarga de TNT. Something might blow up tomorrow in the swedish academy.
