Encorvado, apoyado en un bastón, sujetado a su asistente y con un médico a espaldas apareció Fidel Castro en la inauguración de la galería de arte de Kcho, el pintor y escultor consentido del dictador. Él a diferencia de muchos artistas cubanos ha recorrido el mundo por ser obediente y lo más importante, simpatizante del régimen castrista.
Alexis Leyva “Kcho” es hijo de un carpintero y de una artista popular pero nació con una estrella que lo hizo privilegiado dentro de un país comunista. A los 16 años presentó su primera exposición y desde ese momento hasta hoy no ha parado de producir arte y viajar con él. Ha estado en la Bienal de Venecia, en el Shaghai Art Fair, en la subastas de arte Latinoamericano Christie’s y en Art Miami, sólo por nombrar algunos de los eventos de arte más importantes del mundo. Ha visitado Madrid, Mónaco, París, Berlín, Tel Aviv, Johannesburgo, Estambul y muchas otras ciudades que pocos artistas pueden reseñar en su currículo.
Como amigo personal de Fidel Castro, Kcho cuenta con fuertes conexiones con el gobierno de la isla. Es miembro de la Asamblea del Poder Popular, encargada de formular las leyes de Cuba, lo que le da voz y voto dentro de las decisiones gubernamentales. Estos privilegios otorgados por el régimen aunque le han dado la libertad para crear sus obras con tranquilidad, lo han obligado a pagar el precio del silencio. Kcho no puede romper con los mensajes oficiales y en ciertas ocasiones ha utilizado su poder mediático para favorecer a esa élite que cada vez se muestra más alejada de la creciente pobreza que azota a la población.
El año pasado por ejemplo, el artista apoyó públicamente una ley que exige a todos los cubanos –muchos de ellos viven con 20 dólares al mes-, a pagar un impuesto equivalente al 100% de sus ingresos, una situación que causó indignación en el gremio pues mientras sus obras se cotizan hasta por medio millón de dólares, Kcho parece irse en contra de la clase trabajadora cubana.
A pesar de que uno de los temas recurrentes en sus obras ha sido la migración, Kcho no se atreve a tocar uno de los motivos que obliga a muchos artistas a desertar de la isla y es la libertad de expresión. A través de objetos como remos, hélices, flotadores y balsas improvisadas intenta esbozar el deterioro de la sociedad cubana y la pobreza que se vive allí, pero nunca presenta una posición radical frente al régimen.
Desde abril de 2013, Fidel no hacía apariciones públicas pero aprovechó la celebración de sus 55 años en el poder para visitar el estudio de este artista de sus afectos. Castro llegó en una van Mercedes Benz vestido de chaqueta oscura y bufanda verde en compañía de su esposa Dalia Soto del Valle. A sus 87 años la escasa barba gris ya delata el cansancio de este revolucionario que con sus acostumbrados tenis negros recorrió a paso lento los pasillos del “Kcho Estudio Romerillo, Laboratorio para el arte.”
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- Fidel Castro hablando con el artista Kcho
