La decisión del alcalde Maurice Armitage de establecer la Ley Seca durante el fin de semana, es una medida acertada y necesaria para promover la convivencia en la ciudad. Lastimosamente, el fin de semana del Día de la Madre se ha convertido para los caleños en uno de los más violentos del año. Debemos reconocerlo.
Desde 1993, 509 personan han sido asesinadas durante esta “festividad”. El 60% de estas muertes están relacionadas con la ingesta de licor. La intolerancia emerge hasta el punto en que solo el año pasado la policía tuvo que atender 660 riñas. Desde el 2004 se han presentado 13 suicidios.
Este panorama revela una realidad estremecedora. Una realidad que no se puede esconder debajo de la alfombra. El problema de la política contemporánea, es que la mayoría de líderes no tienen el valor ni el temperamento suficiente para aceptar las cosas como son y atreverse a tomar el toro por los cuernos. Y no lo hacen, porque están sometidos a la dictadura de lo políticamente correcto, a la oscilación de las encuestas, al juicio efímero y precario de las redes sociales y al espejismo de la posverdad.
Pero cuando se dirige responsablemente una ciudad, cuando se vela por el interés general, primero está el bienestar y la seguridad de la gente. Por esto resulta destacable la medida adoptada por el alcalde de Cali, porque enaltece la vida como valor supremo, sobre otras consideraciones económicas. Porque sin importar la resistencia, prioriza la integridad y la vida de millones de seres humanos.
Para las madres, que son fuente de vida, este día debe ser una jornada de regocijo, tranquilidad y unión familiar. Gran parte de los hechos de violencia que se presentan durante esta fecha se deben a que bajo el dominio del alcohol, afloran resentimientos guardados en el fondo del alma y estallan en conflictos. Según el Estudio Mundial sobre el Homicidio de la ONU (2013), el consumo de alcohol o de drogas aumenta el riesgo de ser víctima de la violencia o de convertirse en victimario.
Se nos había vuelto parte del paisaje el hecho de que durante una fecha como esta, corrieran ríos de sangre por culpa de los excesos y la intolerancia. Llegó la hora de resignificar este día e imprimirle un nuevo sentido mágico que esté a la altura de todas las madres homenajeadas.
No tiene presentación que el día de la madre se siga revistiendo de luto y tragedia. Nada más triste para una madre que vivir la zozobra de tener a un hijo en la calle bajo la influencia del alcohol, tener que cuidar borrachos, recordar a quienes perdió por el abuso del alcohol, o presenciar una riña en el barrio en una fecha que se supone es especial y exclusiva para ellas.
Antes que cualquier otro detalle, regalemos a nuestras madres un día que recobre con el tiempo y la conciencia de todos, el color de la vida. ¡Feliz día a todas las madres!