Con la victoria 1-0 de ayer en el clásico ante Millonarios, Santa Fe cerró un ciclo exitoso que no termina bien y que deja a su gran artífice, César Pastrana, con una imagen que no corresponde a la de un presidente que estuvo a la cabeza de la época más gloriosa del equipo de la capital. Son ocho títulos los que consiguió Pastrana: tres ligas (2012-I, 2014-II, 2016-II), tres superligas (2013, 2015, 2017), una Copa Sudamericana (2015) y una Copa Suruga Bank (2016).
Con Pastrana, equipo salió de la crisis económica en la que estaba y empezó a registrar ganancias. Él decía con orgullo que el club estaba saneado económicamente y que contaría con una sede deportiva, la cual se está construyendo en Tenjo. Ni que Cerveza Águila dejara el contrato de patrocinio con el club por presuntos dineros irregulares que entraron a Santa Fe —algo que la justicia desestimó— lograron detener el buen momento, la racha ganadora del equipo.
Sin embargo, ahora que Santa Fe no clasificó a los cuartos de final de la Liga Águila, y su participación internacional pende de una victoria en Quito ante Emelec —algo difícil—, la situación para Pastrana no es la mejor: habló mal de la hinchada y aseguró que el club solo tenía 14 mil hinchas; luego de la derrota ante el rival de patio, MIllonarios, el equipo no se reforzó bien, varios jugadores rechazaron la opción de ingresar al equipo y el referente cardenal, Omar Pérez, tampoco salió bien de la institución (lo que se debe ver más como un tema de ambiente que deportivo, aun cuando la apuesta del técnico por Armando Vargas como reemplazo fuera desastrosa).
Para completar las cosas, Pastrana anunció que dejaría el equipo puesto que aspiraba a ser presidente de la Dimayor, cargo que no consiguió. A su vez, varios medios —como el Pulso del Fútbol de Caracol Radio— hablan que el equipo cambiará de dueño y que Pastrana sí se irá.
Como cereza para el pastel, los hinchas preguntamos: ¿dónde está la plata? César Pastrana asegura que el club ya no está tan bien económicamente, que todo se fue en la sede y que por eso no se pudo reforzar de buena manera este semestre. Además, algunos periodistas, como ‘Chemas’ Escandón, dicen que por falta de plata será imposible retener al referente actual del club, Wilson Morelo. Lo curioso es que en la presidencia de Pastrana, que inició en 2010, se han vendido muchos jugadores, a buen precio y a buenos lugares —como Yerry MIna al Palmeiras—, pero la plata no está.
Pastrana, que aparecía en cuanto medio podía para refutar y calmar a la hinchada en los momentos críticos de su gestión, se alejó de los micrófonos y de las cámaras desde que varios jugadores de Santa Fe se vieron involucrados en un lío judicial con una acompañante durante una celebración. La mujer primero indicó que abusaron de ella y luego cambió su versión indicando que todo fue consentido, pero que no le habían pagado lo acordado. Como fuese, el caso no salió a la luz pública hasta que El Espectador investigó meses después gracias a un chisme que Iván Mejía dijo en su programa radial, el Pulso del Fútbol. Se acusó a Pastrana de encubrir a los jugadores y la única respuesta fue un comunicado que nadie recuerda ua.
Ahora, que los primeros seis meses del 2018 del equipo fueron un fracaso y se le endilgan responsabilidades a él y al extécnico, creo que es buen momento para que Pastrana de un paso al costado y se retire de Santa Fe. La hinchada no lo ve igual y es el momento de ver nuevas alternativas para el club, no se puede asegurar que venga una época ‘más dorada’, pero sus acciones no tampoco muestran que bajo su mando se pueda seguir creciendo. Es mejor dejar aquí, antes de que esa mala relación empeore y la promoción de abonos para el segundo semestre salga, esa misma que se sabe antes que los refuerzos.
Yo creo que si Pastrana hubiese contratado jugadores un poco más costosos en ciertos momentos podría exhibir más títulos, como aquellos subcampeonatos de Copa Colombia o de esos torneos en las que las eliminatorias que se perdieron por poco, muy poco.
En todo caso. Gracias, César Pastrana, y que mal que todo terminara así.
