El Festival de la Leyenda Vallenata fue creado en 1967 y desde entonces se ha convertido en uno de los encuentros culturales y folclóricos más importantes de Colombia. En Valledupar se citan los mejores acordeoneros de la región y el mundo a batirse a duelo en versos y notas. Lo anterior se extiende por cuatro días enteros, días en los que Valledupar se convierte en una parranda que solo termina con el grito del anuncio del nuevo rey.
Sin embargo, en una cultura como la nuestra la oportunidad no puede ser más propicia para el consumo desmesurado de alcohol y el abuso de la sustancia. Y aunque esta es la época del año en que más se consume licor en nuestra tierra, no es menos ciertos que los problemas de alcohol en la ciudad se manifiestan a gran escala durante todo el año, generando accidentes de tránsito, violencia intrafamiliar, riñas, entre otros generadores de violencia y delitos. Vivimos en medio de una juventud cautiva por el alcohol, una generación cuyos sueños han sido castrados por el delirante deseo que prevalece sobre las necesidades más básicas y sucumbe al ser humano a las miserias del primer trago.
Cuando el Festival Vallenato cumplía su primer año, en Valledupar nacía un grupo de hombres y mujeres con el objetivo de mantenerse sobrios y ayudar a otros a encontrar el estado de sobriedad, ese grupo se llama Once de Mayo y es el grupo de Alcohólicos Anónimos más antiguo de la ciudad. Desde ese momento sus miembros han llevado a cabo la tarea incansable de llevar el mensaje al alcohólico de que aún se debate entre la vida y la muerte en las toldas del alcohol.
Ahora bien, ellos quienes no se consideran como una liga antialcohólica aceptan las consideraciones de la Organización Mundial de la Salud, la cual considera al alcoholismo como una enfermedad. Estos hombres y mujeres consideran al alcohólico como aquel que padece una dependencia física y mental del alcohol, y hacen énfasis en la persona incapaz de controlar la bebida que cumple con las siguientes características: aquel que relaciona sus alegrías tristezas, triunfos y derrotas con el festejo alcohólico; que cree en la desnaturalización del concepto de bebedor social y ríen cuando se manifiesta que el bebedor social es el que bebe todos los sábados, pues consideran que existe ya un gran avance de la enfermedad en aquella persona que compromete por lo menos un fin de semana al mes para consumir licor; saben que su tarea no es fácil puesto que el alcohol es un tema cultural, está tan metido en las entrañas de la sociedad, que a los niños desde pequeños les enseñan que las navidades se festejan con vino y que en la medida que avanzan las edades se van cambiando las bebidas por licores más fuertes. Finalmente, reconocen la debilidad del alcohólico para autoexaminarse y diagnosticarse a sí mismo, y son conscientes de la resistencia de querer ocultar una dependencia que a la vista de todos se acerca a lo anormal.
Los alcohólicos anónimos consideran que la puerta de entrada a la vida de la abstención es la aceptación del alma dentro de la condición alcohólica, pero también saben lo difícil del proceso de reconocimiento. Incluso, uno de ellos me manifiesta que la mente se resiste en admitir que necesita ayuda y que padece un problema, porque cree que la vida acaba en este punto. Sonriendo, me dice que ese es el mayor engaño, puesto que es en este punto donde la vida comienza, ya que nos quitamos los grilletes del alcoholismo y entramos a disfrutar la vida en vivo y en directo, con los verdaderos matices de la realidad y no en el mundo ficticio que se vive en la borrachera.
Adentrándonos en el mundo del Grupo Once de Mayo de Valledupar nos damos cuenta de que en la ciudad existen más de 6 grupos que realizan reuniones todos los días de 7:00 p.m. a 8:30 p.m. En general, la terapia consiste en la catarsis libre y espontánea de sus miembros respecto a sus problemas con el alcohol, centrándose en la idea de quién fui y quién soy ahora.
Luego de 50 años se dan muestra de muchas personas devueltas a la sociedad, quienes cumplen el rol de una vida feliz y útil. Es por ello que invitan a todo Valledupar y el Cesar a sus bodas de oro los días 11, 12, 13 y 14 de mayo, actos que se realizarán en el Hotel Damar en la carrera 9 #19-94, barrio Gaitán, Valledupar, Cesar.