En esta nota me propongo discutir sobre algunos argumentos proferidos en la nota del señor señor Rafael García titulada Las propuestas de Petro, entre el populismo y la demagogia. En esta dice que el “populismo” opera en las dos dimensiones de la política: la derecha y la izquierda, con lo cual estoy de acuerdo. Lastimosamente, se queda en una sola, la del candidato Petro.
Qué bueno sería que se analizaran las tesis económicas de los otros candidatos, a lo mejor serían igual de “impopulares” como la idea del candidato Duque de aumentar la edad de pensión porque según él la edad o expectativa de vida ha aumentado en países como Dinamarca. Es decir, que cuando se trata de ver la expectativa promedio de vida somos como Dinamarca, pero cuando se trata de observar la economía solo podemos compararnos con países como Venezuela (falacia argumentativa).
Entonces trataré de responder a algunos de los aspectos abordados en ese texto, no de forma tan general sino con ejemplos.
Petro ha dicho muchas veces “no soy socialista” y creo que él y muchos de quienes apoyamos su candidatura lo sabemos. Digo, lo sabemos, no lo creemos, creerlo es propio del fanatismo, más propio de los uribistas acríticos, de los conservadores tradicionales, de los liberales acérrimos y toda esa dinámica amigo-enemigo tan partidista y colorida de la tradición política colombiana. Entendamos que el capitalismo y en general la modernidad nace con la aparición del dinero, es decir, con el paso de los valores de uso a los valores de cambio. “Lo mío y lo tuyo” como diría don Quijote.
A partir de ahí se va gestando el libre mercado que se recoge en la famosa expresión del francés: “dejen hacer”. Ahora bien, el capitalismo tiene dos caras: la neoliberal centrada en el libre mercado, las corporaciones, la inversión privada, sobre la que el Estado hace una tibia, ligera, a veces omisa vigilancia, y con lo que termina privilegiando lo corporativo privado por encima del bien común de los conciudadanos; y la del capitalista-socialista tan proclive e la estatalización de la producción y el control absoluto del dinero. Petro es progresista, convoca a centro y izquierdas, a lo privado y lo público.
En la fórmula del populismo capitalismo-neoliberal se les ofrece bajar los impuestos a cambio de que creen más puestos de trabajo (cosa que nunca es cierta); les ofrece aumentar las horas de trabajo de los esclavos trabajadores que no ganan ni como usted ni como yo, sino un miserable mínimo que no supera los 300 dólares (unos de los más bajos del mundo-no que somos igual a Dinamarca, para llegar tan lejos “vivo” hay que tener plata para viajar y tener buena calidad de vida, con un mínimo los trabajadores no van ni ha Girardot); les ofrecen a los empresarios más horas de trabajo, porque por un mínimo los esclavos de ese modelo deben trabajar más para que el rico gane más o acumule más (léase o véase todos los documentales sobre la esclavitud moderna); les ofrecen tratados de libre comercio (TLC) para sustituir la economía nacional por importaciones.
Así que cuando usted dice que con Petro de presidente vamos a importar leche o carne se olvida que han sido los modelos de TLC, impulsados por los modelos capitalistas-neoliberales. Aquí se importa arroz, papa, carne, leche, pollo, pescados, manufacturas, vestuarios de todas las latitudes, prueba de ello es que puedo ir a Carulla y comprar rellena argentina. Estamos en el mundo de la globalización, donde la industria nacional no se protege de ninguna manera. A eso súmele el contrabando, la evasión de impuestos de las multinacionales que terminan pagando menos que un contribuyente mediano que se gana más de 40 millones al año.
Cuando usted se asusta porque en un eventual gobierno de Petro vamos a importar bienes de la canasta familiar creo que le falta información. Eso ya sucede en este modelo de economía que desestimula la producción nacional. Léase, por ejemplo, el artículo de Portafolio titulado La producción de papa nacional, en desventaja por las importaciones. Allí Fedepapa revela que el cultivo de papa en Colombia es solo un cultivo de “subsistencia”, contrario a los países europeos donde la papa es uno de los productos de mayor exportación, y que eso es por pereza del colombiano o por falta de una política de Estado que favorezca la producción agroindustrial, solo porque estamos pensando en el negocio privado con las ¿multinacionales o la monoeconomía minera?
Estimado Rafael, eso sí es Venezuela, dependencia del petróleo, y eso es lo que no se quiere en el modelo “progresista” no “socialista” como usted afirma. Para terminar con el ejemplo de la papa, en el 2013 se importaron 13.000 toneladas de papa, y en el 2017 45.000 toneladas. Fedepapa cree que se está aplicando el modelo “Dumping” que consiste en traer papa congelada y venderla por debajo de los precios de la papa nacional y así eliminar la competencia. Es decir, la competencia es el “campesino” al que a nadie parece importarle. Más bien están interesados en favorecer la multinacionales, la importación de productos que ya es un hecho, no es como usted dice que es con el eventual gobierno del candidato Petro que van a llegar, es que desde hace años viene implementando las sustitución agrícola nacional por la importación de los mismos productos no como un hecho eventual sino como estructural. Es decir, que alguna vez nos toque importar papa o trigo o pollo porque un evento climático nos dejó sin producción, vaya y venga, pero que sea un modelo económico, eso sí es grave, con la falacia de que nuestros campesinos también pueden vender en Nueva York o en Europa.
Un campo sin atención como en Europa no es competitivo en el mercado internacional, los productos de nuestros campesinos se han vuelto de subsistencia. El modelo progresista (no socialista) del eventual gobierno de Petro busca precisamente favorecer al arrocero, al papero, al caficultor, al lechero, al triguero, en pro de una producción agroindustrial que se destete de la monoeconomía de la “locomotora minera” que destruye la agricultura, el campo, los recursos naturales. Claro usted ve las tesis, mira el mercado, se pregunta qué controla qué. Es fácil advertir que el mercado controla la economía y que en esa línea la economía de mercado controla la sociedad. Es decir, nuestra felicidad no depende de que queramos ser o no ser felices (salud mental, educación, recreación, deporte, etc) sino de cuánto dinero tenemos para poder ser felices. Sin embargo, la solución no puede ser que los trabajadores vayan 10 horas a la empresa por el mismo dinero; la especulación que educar a la gente es negativo para la economía; que es imposible brindar educación gratuita y de calidad, le recuerdo, no es gratuita es paga con los impuestos de los contribuyentes. Cuaba (modelo socialista-comunista) es un país donde la está mejor educada y tiene mejor salud. No veo por qué con tanta plata como pagamos los colombianos y la que deberían pagar las multinacionales no es posible pensarnos de otra manera, ah, se me olvidaba, lo importante es que los políticos se la puedan robar. Pero cuando decimos, Petro no roba ni deja robar, ahí sí nos molesta, es un populista, es un demagogo. Tenemos que meter el país en nueva cultura con hechos que hagan un viraje en el habitus incorporado en la forma hacer política: robar, vivir de la política.
Si las empresas que usted menciona como la Mondelez, Bayer, Compañía Colombiana Automotriz se fueron del país no es porque Petro está en el gobierno, no entiendo esa falacia argumentativa de endosarle el pasado al futuro. Aquí solo hemos tenido un modelo económico de gobierno en los últimos 50 o 100 años, liberal y luego neoliberal, en la que nuestra dependencia ha sido absoluta de las políticas internacionales. Usted generaliza cuando dice que Bayer se fue del país, para ello léase el artículo Planta Bayer deja de operar en Cali y se muda a Centroamérica, es decir, mudaron una planta no toda su compañía (no lo hicieron bajo el gobierno Petro, lo hicieron bajo el modelo, hasta cierto punto fracasado del capitalismo-neoliberal) porque según Germán Fernández, vocero de Bayer, en una “economía de escala” tienen que mirar las “conveniencias de los mercados” es decir, la ganancia, el costo beneficio, etc. Su argumento de “percepción” (no real) es que en un eventual gobierno de Petro este sería el patrón que seguirían otras multinacionales porque según usted y el imaginario que han vendido o creado en la reiteración discursiva con el fantasma del “castrochavismo” (inexistente), usando como referente la crisis de Venezuela (existente), terminaríamos como ellos porque lo que se viene es “expropiación”. Perdón, aquí nadie ha hablado de expropiación ni de estatización de la producción, eso no está en el plan del gobierno progresista de Petro.
En cuanto el tema de tierras hay mucha tela que cortar, pero lo cierto es que sí hay mucha tierra improductiva. Por ejemplo, mi familia, seguro hay muchas como la mía, tiene una finca improductiva desde los años 70 cuando murieron los abuelos. Sus hijos no la cultivan ni tampoco han podido ponerse de acuerdo para repartirla o cultivarla. Por otro lado, hay mucha gente sin tierra y estaría bien que el gobierno con la Agencia Nacional de Tierras se ocupara de ella para entregarla a los campesinos. Retomando, usted alude que van expropiar a los latifundios como los ingenios azucareros o los ganaderos y que por esa vía los ganaderos ya no van a poder producir la leche ni la carne que necesita el país, y que así tal cual seremos como Venezuela, nuevamente alude al “fantasma”. Nadie ha hablado de tal expropiación, por si no lo saben los colombianos lo que pasa es que las reformas agrarias nunca has sido posibles en Colombia, esa reforma se ha intentado muchas veces. Por ejemplo, en los años cuarenta cuando se intentó, los políticos pusieron a los terratenientes en contra de la reforma, tal como usted intenta hacerlo ahora.
Pues bien, aquí se habla de tierra improductiva, abandonada, sin ningún tipo de beneficio del país, incluso hasta los terratenientes tendrían que beneficiarse porque van a poder aumentar la producción, se tiene que ser muy bruto para creer que se quiere desestimular la producción agrícola. La última reforma agraria (ilegal) fue la que hicieron a mano armada los grupos de paramilitares al servicio de terratenientes (ganaderos, narcotraficantes, hacendados) y guerrilleros (narcotraficantes, ganaderos) que les quitaron la tierra a los campesinos o les obligaron a venderla so pena de muerte para apropiarse (el desplazamiento forzado es uno de los hechos más victimizantes en el país, el motivo en su mayoría fue la expropiación de la tierra a través del conflicto armado). Ahí sí guardamos silencio, omitimos la crítica.
Además, instituciones pasadas como el Incora compraron barrancos para reubicar a las familias despojadas, les quitaron las tierras buenas, les entregaron arrabales como en un cuento de Juan Rulfo. Ahí sí, cuando se trata de defender la “expropiación armada” y el paramilitarismo ahí sí no somos críticos, el populista es el otro, el otro vuelve a ser el enemigo, esta vez de la propiedad privada. Le quieren hacer creer a la gente que le van quitar el taxi, que le van a expropiar a casa, quieren repetir la fórmula del plebiscito de votemos contra los acuerdos de paz porque le van a quitar las pensiones, le van a subir los impuestos, le van a pagar más que usted que sí trabajó. Es decir, movieron las fibras más pasionales de este país, la gente votó “emputada”, movida por la “envidia”. Ahora hay que poner a los terratenientes contra el progresismo, de paso ellos harán lo propio con sus trabajadores (casi esclavos), voten pro Duque porque si no los echamos del “ingenio” alguna política por ahí, que no voy a nombrar, es dueña de un ingenio.
En la segunda cara del capitalismo está el de Estado, más conocido como socialismo, es decir: capitalismo-socialista. Un modelo como bien usted lo menciona ha funcionado de diferentes en cada país. No me ocuparé de él porque aquí Petro no está proponiendo estatizar las empresas privadas extranjeras, expropiar las nacionales, ahorcar a los empresarios. Eso a lo mejorar pasó en Venezuela y fue un error. Creo que el “progresismo” está convocando a personas de todos los frentes de centro o de izquierda, que busca una política con un foco centrada en el “desarrollo” sostenible (de cuando acá pensar en el medio ambiente está mal); en lo social, generar políticas y estrategias donde haya más puestos de trabajo (la agricultura puede generar más puestos de trabajo que el petróleo, no todo el mundo es ingeniero de petróleo o puede ingresar a una petrolera); generar estrategias para formar lectores críticos (de verdad es una necesidad urgente), es decir, lectores que interpreten sus contextos y coadyuven en la búsqueda de soluciones; equidad en los salarios, etc.
Nadie dijo que será fácil transitar de una sociedad acostumbrada al odio, la violencia, la muerte, el arribismo, la inequidad, el abandono del campo, la estigmatización del gay, el feminicidio, hacia una sociedad que vuelva a considerar al otro en su dimensión humana integral, que no lo vea solo como burro de trabajo, como soldado de batalla para la guerra, que no lo vea como el escalón para subir al poder, que no lo estigmatice por orientación sexual. Es decir, lean la realidad y díganme si es que han hecho mucho los últimos gobiernos por la gente más pobre de este país. Ah, okay, si eso es ser populista, pues entonces yo quiero ser populista y apostarle a un país con otro discurso con otra dinámica social. Quizá a eso es lo que llaman “demagogia”.
Pues bien, creo que finalmente tanto “demagogia” como “populista” son dos etiquetas que no interpretan la realidad de este país, las necesidades de la gente; las barreras morales que nos mantienen separados; las alianzas nefastas con la corrupción que tanto daño le hacen a la economía o al desarrollo de la nación; el engaño con que construimos seguidores (ya sea desde la izquierda o la derecha), pero entonces no me digan que el populismo está en un solo lado, no me asocien populismo con izquierda, no me construyen un enemigo a la propiedad privada allí donde no lo hay (que yo lo sepa el Estado colombiano expropia cada día predios por vía administrativa, eso no pasa en el eventual gobierno de Petro, ha sido una dinámica constante); no me digan que educar a la gente es imposible o negativo, porque entonces la política no tiene sentido, solo por el puro acto intelectual de goce estético educar debe ser una prioridad, no hay más triste que ver un niño o un adulto al que le faltan palabras para nombrar las cosas, para imaginar mundos posibles, seres alienados en su condición natural, seres reducidos a su condición laboral (sobrevivir en su condición biológica) o seres condenados al trabajo (del trabajo a la casa). Y como afuera hay mucho sol y mientras escribía esto era el penúltimo día de la Feria del Libro, me voy a Corferias a ver si encuentro un libro que me ilustre sobre el “populismo”. Luego les compartiré una columna sobre el tema, sí y solo sí para definir esa categoría tan mencionada por muchos, pero tan entendida por pocos.