En el pasado ambos personajes mantuvieron buenas relaciones políticas, sin mayores traumatismos. Sin embargo, nunca han coincidido en el Congreso y durante esta campaña se evidenció que militan en orillas opuestas.
Ahora que los dos personajes coinciden en el recinto llegan como los líderes más votados y tienen objetivos claros, entonces valdría la pena elucubrar cómo se comportaría este nuevo Congreso.
Veamos: para los bogotanos Mockus fue el alcalde que transformó su capital caótica, arruinada, sucia e insegura en una metrópoli modelo, aplicando estrategias milagrosas que luego fueron calcadas en Taipei, Sao Paulo, Seúl, Beijing y Quito; mientras que para la mayoría de los colombianos Uribe fue el presidente que le arrebató a las Farc un país fallido durante su primer mandato.
Ahora bien, para entender a Antanas Mockus es necesario analizar sus concepciones filosóficas y morales frente a las ideas de Uribe sobre el mismo tema. Cabe anotar que Uribe como político sigue los conceptos tradicionales del liberalismo económico, mientras que Mockus es un filósofo, un scholar que tiene otra formación.
Para empezar, Antanas es fiel seguidor del pensador alemán Jürgen Habermas, para quien la comunicación es el componente básico de la sociedad y la razón el componente primario de la comunicación. Por eso su primera campaña estuvo representada por un lápiz (educación) y un girasol (paz).
Durante su alcaldía, miles de graciosos mimos callejeros educaron, entre risas y chistes, a peatones y conductores para que se comportasen como seres civilizados. Asimismo, en su mandato el fenómeno de El Niño acabó con las represas y para enfrentar la sequía hizo un comercial televisivo donde él mismo se bañaba usando un mínimo de agua.
Como seguidor de Jean Piaget, Antanas cree que hay una moral incipiente e infantil que está regida por el miedo y el castigo. Es ahí donde nace la corrupción administrativa. Un ejemplo: usted no roba en un supermercado porque hay cámaras y policías que lo vigilan.
Pero también hay otra moral superior, regida por la razón y que muy pocos adultos alcanzan. Ejemplo: usted no roba en el supermercado, porque tiene principios que se lo impiden. Él cree que los políticos deben regirse por esta moral superior.
En el discurso Álvaro Uribe se dirige al niño asustado y Mockus al hombre racional. Uribe es un animal político y Mockus un animal moral. Álvaro Uribe se mueve por el poder y Antanas Mockus por los principios. Uribe se ajusta a la ley y Mockus acata la ley. Uribe es la figura paternal que nos regaña o asusta y Mockus es el maestro que enseña.
Mientras Uribe es amigo de la campaña tradicional de radio, televisión, plaza pública, prensa, caciques, discursos y algo de Twitter; Mockus es más inclinado a usar recintos cerrados, mesas redondas, auditorios pequeños y se ha concentrado en construir una red social de más de un millón de adeptos en Facebook, Twitter e internet.
El grupo objetivo de Mockus es la juventud, aquellos sectores que no votaban y los votantes que están desencantados con la corrupción. El de Uribe es la clase media asustada, que cree que si Petro o las Farc llegan al poder les confiscarán su apartamento y su carrito. Desde ese punto de vista, Petro le ha hecho una excelente campaña al Centro Democrático, azuzando torpemente a una clase baja que no tiene nada que perder. Como consecuencia, lanza a una clase media aterrorizada a los brazos de Duque.
Así que siendo Duque presidente este seguiría el punto de vista uribista de un programa desarrollista, impulsando el aparato productivo-exportador y fortaleciendo las finanzas del estado. Con el primer tema eliminaría la evasión tributaria, las exportaciones ficticias, reduciría el gasto público, le cobraría a los grandes conglomerados las deudas al Estado, que gracias al lobby parlamentario permanecen congeladas y cuyo monto excede de lejos a la actual reforma tributaria.
En el tema de ayudar a la producción, eliminaría la doble tributación, impulsaría la exportaciones, la explotación energética, promovería la llegada de capitales, irrigará el crédito agropecuario, mejoraría la seguridad fortaleciendo al ejército, la policía, la inteligencia del estado y ampliaría el crédito agropecuario.
Pero qué podría pasar con los otros temas. En el caso de la paz, no tendría más remedio que respetar los acuerdos, pero con un marcado énfasis en encarcelar y extraditar a los líderes de las Farc que siguieron delinquiendo.
Frente a la sensiblilización de país frente a la corrupción, Mockus tomará esta bandera, intentará controlar la comisión cuarta, liderará más transparencia en el manejo de los auxilios parlamentarios y adjudicación de contratos, criticará el capitalismo y reclamará más atención a la educación y a los pobres, y abogará por la despolitización de los entes estatales y es probable que aglutine tras de sí a toda la centroizquierda.
Al final tendremos estos dos bloque claramente definidos y en constante fricción, que le podrían dar categoría y altura al debate parlamentario: el capitalismo salvaje frente a la sensibilidad social.
Sin embargo, también tendremos la fauna política de siempre, generando otras crisis: Iván Cepeda tratando de demostrar que Uribe es el peor de los asesinos, Armando Benedetti y Roy Barreras atacando al clientelismo y reclamando su cuota burocrática, y seguramente también enfrentaremos 4 años de insoportable cantaleta petrista porque les robaron las elecciones.