Empecemos por lo básico, ¿quién es Humberto De la Calle? Nacido en Manzanares, Caldas, el hoy candidato presidencial por el Partido Liberal empezó su carrera política en 1986, cuando fue nombrado magistrado de la Corte Suprema de Justicia. Más adelante, participó en la Constituyente del 91 como representante del gobierno de César Gaviria, fue ministro de gobierno y posteriormente vicepresidente de 1994 a 1996. Su nombre retomó relevancia nacional luego de fungir como jefe negociador de los acuerdos de paz con las Farc, un proceso que ha reducido contundentemente las cifras de guerra en el país.
Luego de revisar su hoja de vida pública, habría que preguntarse cómo sería Colombia bajo su dirección. Para eso habría que revisar su vida política y social. En una búsqueda sencilla sobre Humberto De la Calle se pueden encontrar resultados desde manifestaciones en la defensa por la universidad pública hasta los papeles de Panamá, desde el fortalecimiento a las prácticas agropecuarias en todo el territorio nacional hasta el apoyo a la reelección presidencial de Álvaro Uribe y la defensa de los TLC ante la Corte Constitucional.
Ciertamente, ha sido cuestionado desde varios sectores políticos como un símbolo del continuismo y en justa razón. El Partido Liberal ha gobernado en cinco de los últimos nueve máximos mandatarios del país, sin contar el último periodo de Juan Manuel Santos, presidente por la Unidad Nacional, en donde también se incluye dicho partido.
Su discurso, nutrido de frescura y juventud, es incongruente ante el legado del partido que ha sido altamente influenciado por los hermanos Rodríguez Orejuela, tal y como lo revelaría Aura Rocío Restrepo, exesposa del jefe del cartel de Cali y uno de los narcotraficantes más poderosos del mundo. La bandera roja de los liberales también ha tenido representación en la parapolítica, en distintas ramas del poder y de distinta jurisprudencia, entre congresistas, gobernadores, alcaldes, concejales y diputados. Según un informe del Observatorio de Conflicto Armado, a 2009, eran 36 representantes electos los investigados por su relación con el paramilitarismo.
Es de notar que en una eventual presidencia del candidato liberal, la cogobernanza también la hará su partido, una importante tendencia política que ha patrocinado el desfalco al erario y que pese a su compromiso con la renovación política no ha renunciado nunca a la mermelada, ni a las maquinarias que mueven la política tradicional y corrupta. Bien argumenta el señor De La Calle que un voto hacia tendencias conservadoras es un retroceso imperdonable para el país, que nos condena al pasado, pero ¿puede asegurar que un voto por él no significa la reproducción y el visto bueno de todo lo que a esta sociedad le ha hecho tanto daño?