Al leer acerca de las pedagogías críticas y a Paulo Freire con su comparación de la educación y la política, invitando a los profesores a tomar una postura diferente en clase y no solo transmitir información, sino que también a cuestionar prácticas frecuentes en el aula y que suelen ser dañinas en el proceso de aprendizaje de los estudiantes, entra en mí la preocupación por un país en el que se traga entero. La información errónea se multiplica como si fuera un virus; como una bacteria que se apodera de un órgano vital y lo va pudriendo lentamente hasta volverlo inservible. Mi desvelo se hace más agudo cuando me doy cuenta que este órgano es el cerebro y que la mente de mis compatriotas está entrando en un estado de descomposición, en el que se cree todo lo que se oye y ve en los medios de comunicación.
Hablo de oír y ver, porque no se escucha, no se observa detalladamente, no se le presta atención a si la información es descabellada o si existen argumentos que puedan dar peso a los datos mostrados. Simplemente nos volvemos borregos y nos van llevando arreados a una sarta de mentiras que en, muchas ocasiones, es evidente su falsedad y su cinismo. Resulta más indignante que en una era tecnológica, en la que cualquier información se puede corroborar o desmentir en unos segundos, seamos cavernícolas sin pensamiento crítico.
Es triste ver que una herramienta tan valiosa como internet, donde el conocimiento está en cantidades exageradas y el material didáctico está a disposición, se le dé un uso diferente para desinformar. En vez de utilizar audios, imágenes y videos para aprender y conocer sobre el mundo, se usan estos archivos multimedia para reproducir información equívoca. Es irritante no solo que la mayoría de las personas crean mensajes sin contenido argumentativo, sino que también los propaguen a sus amigos y familiares y se vuelva un círculo vicioso en el que todos son estúpidos serviles de la mentira y la falsedad.
Por eso es relevante traer a colación el pensamiento crítico, debido a que es este el que contribuye a despertar una conciencia ante el mundo, que le permite a la persona tomar posiciones diferentes y dudar frente a postulados absolutos. Es deber de todo ser humano cuestionar y buscar razonamiento; sino seríamos animales domesticados que hacemos caso en todo, no pensaríamos, solo seguiríamos órdenes. De igual forma, es obligación de todo profesor ayudar a que sus estudiantes fortalezcan este pensamiento, para que no lleguen a ser manipulados, tampoco sumisos ante ideas retrogradas, ni ignorantes ante las cuestiones del mundo y mucho menos agazapados ante nada, ni nadie.
Así mismo, se debe considerar que el rol del docente en el aula ha cambiado; hoy en día, él no es el único poseedor del conocimiento, el acceso a la información está en todas partes y por medio de nuevas tecnologías los participantes de la clase pueden aprender acerca de todo y resaltar o refutar las afirmaciones de los demás. Las clases magistrales en las que el profesor era el dueño y amo de la información, quedaron atrás. El mismo Freire (1984) nos sugiere: “para que la afirmación “quien sabe enseña a quien no sabe” se recupere de su carácter autoritario, es preciso que quien sabe sepa sobre todo que nadie lo sabe todo y nadie lo ignora todo” (p. 115). Con todo esto, no cabe duda que el papel del docente es complejo y su labor no se limita simplemente a poseer y transmitir conocimiento, resulta obligatorio entonces estar en constante formación y permanecer abiertos a aprender, incluso de los mismos estudiantes: “Solo educadores autoritarios niegan la solidaridad entre el acto de educar y el acto de ser educados por los educandos” (Freire, 1986, p. 115).
Por todo esto, señor Álvaro Uribe Vélez, sus palabras son irrespetuosas e hirientes, ya que la labor del docente es ardua. Es en el salón de clase, donde muchos profesores incentivamos el debate y evitamos la calumnia. Es usted el que tiene varias anotaciones de calumnia, que hasta le ha tocado retractarse de sus palabras; es usted el que evita los debates y recurre a la evasión, cambiando de tema para no responder a señalamientos. Usted sabe bien que si la gente del país tuviera pensamiento crítico, no le creería nada, su influencia sería casi nula y no tendría el poder que actualmente posee. Háganos un favor, deje de difamar y dividir al país, aunque sus palabras tocan el ego de nuestro gremio y duelen, nos incentivan a seguir luchando para que futuras generaciones fortalezcan sus juicios y no le crean a un personaje como usted.