De este hombre corpulento, con tatuajes en su brazos y cuello, que habla con un marcado acento paisa y que salió del anonimato para los colombianos tras destaparse el escándalo del supuesto hacker Andrés Sepúlveda y el excandidato presidencial Óscar Iván Zuluaga, se sabe más de lo que muchos creen: entrevistas que él ha dado a diferentes medios e investigaciones hechas por otros periodistas así lo han evidenciado.
Hace menos de dos décadas fue capturado por el Servicio Secreto de los Estados Unidos en la ciudad de Tampa (Florida) por haber hackeado un importante banco de ese país, en compañía de otros tres expertos en informática y haber robado cerca de 117 millones de números de tarjetas de crédito. Así no hubieran sustraído un solo dólar de esas tarjetas, Escobar fue condenado por la justicia federal de ese país. El delito por el que pagó 2 años y medio de cárcel fue: “violar la seguridad nacional de los Estados Unidos por medios electrónicos”.
Después de salir de prisión, este experto en seguridad digital fue deportado a Colombia, donde lo recibieron agentes del DAS, quienes al tiempo fueron advertidos por los organismos de seguridad norteamericanos con la contundente afirmación de que Carlos Escobar no debía volver a tocar un computador en su vida.
Tras enterarse de esto, el gobierno venezolano lo contactó y lo llevó a trabajar en su país, inicialmente instalando grandes redes de wifi y posteriormente manejando toda la seguridad informática del Palacio de Miraflores y del entonces presidente Hugo Chávez Frías. Con el paso del tiempo Escobar se convirtió en un hombre de mucha confianza para el mandatario del vecino país, al punto que lo terminó convirtiendo en la cabeza de la famosa “Sala de la Esperanza” y en su asesor personal en temas de tecnología y seguridad electrónica.
Sin importar el poder que hubiera alcanzado a tener el llamado “hacker” en Venezuela, este tuvo que volver a Colombia tras ser internado Chávez en Cuba por su complicada enfermedad. Las condiciones de seguridad no eran las mejores. Su jefe y protector ya no estaba al mando.
Tras su regreso, Carlos Escobar es contactado tanto por el gobierno de Colombia como por el Ejército Nacional. Allí empieza a manejar toda la parte de interceptaciones y seguridad informática de la Fuerza de Despliegue Rápido (FUDRA) y lidera la inteligencia con la que las Fuerzas Armadas le dieron duros golpes a la Guerrilla. Tras sufrir un fuerte atentado con armas de corto y largo alcance en Medellín, y en el que su hermano menor casi pierde la vida, decide alejarse del ejército y dedicar sus conocimientos a otras áreas digitales.
En una época en la que las redes sociales apenas empezaban a darse a conocer en nuestro país y cuando los deportistas, los cantantes y los actores no veían aún un posible negocio en ellas, Escobar sí lo vio. Aprovechando su amistad con decenas de personalidades de la farándula colombiana y latinoamericana en general, le creó, con su respectiva autorización, a cada uno de sus amigos sus redes y páginas web. Desde deportistas como Falcao, Caterine Ibargüen, Juan Guillermo Cuadrado, el Tino Asprilla y Rigoberto Urán, entre otros, pasando por personajes del mundo de la música como Kike Santander, Pipe Bueno, Maluma, Ricky Martin, Carlos Vives, y de igual forma entre muchos otros, y asesorando además a importantes empresarios como Jesús Guerrero o Carlos Mattos y a actores como “El Flaco” Solórzano, Ramiro Meneses, Margarita Rosa De Francisco, Luly Bossa y Robinson Díaz, hasta llegar a presentadoras y modelos como Natalia París, Jessica Cediel y Carolina Cruz. Escobar descubrió un nicho de negocio hasta ese momento inexplorado en Colombia y se convirtió en una pieza fundamental para el enlace entre las redes sociales, los famosos y las marcas en el país.
De esta forma pasó a asesorar políticos en temas digitales, montó desde cero toda la estructura de varios partidos y movimientos; de ser el creador de la cuenta oficial de Twitter de Hugo Chávez pasó a ser el de la de Álvaro Uribe y el Centro Democrático, y posteriormente a ser buscado además por candidatos, congresistas, ministros, alcaldes y gobernadores de todo el país en busca de su asesoría.
Escobar ha mantenido durante cerca de 15 años una estructura clara y concisa dentro de la legalidad, sus tiempos de “hackear” bancos y empresas quedaron atrás. Ahora dedica sus conocimientos a las redes, a la estrategia en marketing digital, la creación de aplicaciones y la asesoría en temas de seguridad informática. Él cuenta en la actualidad con un equipo de jóvenes expertos que ha ido reclutando con el paso de los años y que bajo su liderazgo han aprendido a blindar digitalmente cualquier página web, red social, chat o empresa, y que prestan sus servicios a quien esté dispuesto a pagar por ellos. Hoy además continúa asesorando campañas políticas, en los últimos años manejó algunas muy exitosas como la del Voto Latino de Obama en los Estados Unidos, la de Enrique Peña Nieto en México, las de los dos últimos presidentes elegidos en Paraguay, estuvo además presente en la de Macri en Argentina y en varias al Senado y a la Cámara de Representantes en Colombia.
Sus contradictores lo acusan de ser el JJ Rendón colombiano y en parte puede ser verdad, pues rumores sin confirmar sostienen que ambos trabajaron juntos hace algunos años y que después fueron rivales en varias campañas, las cuales casi siempre ganó el candidato de Escobar. La diferencia entre Rendón y Escobar es que este último ha conservado un perfil mucho más bajo, al parecer entiende que el negocio de asesorar a un político está en que nadie sepa quién está detrás de él.