Por estos tiempos de polarización extrema, aventurarse a expresar posiciones políticas en Colombia se convirtió en un riesgo y hasta en un peligroso ejercicio. Sin embargo, como ciudadanos tenemos el derecho y la libertad de hacerlo gracias a la Constitución Política de 1991. Esa misma que surgió un año antes, gracias a la Séptima Papeleta, una propuesta que nació a partir de un movimiento de diferentes universidades del país ante las elecciones del 11 de marzo de 1990 de Colombia. No obstante, 27 años después seguimos endeudados como sociedad con nuestros estudiantes.
Son casi 24 años de ejercicio profesional en la docencia, he sido profesor rural, coordinador y rector, además he tenido la posibilidad, eso sí con ciertas limitaciones, de acceder a la educación universitaria a nivel de especialización y maestría en el campo de la educación como es lógico. Esta experiencia en los ambientes escolares y comunitarios, por cerca de cinco lustros y la preparación académica que he logrado desarrollar, han creado en mi mente, en mis pensamientos y en mis acciones diarias la certeza de que la educación es el camino, pero no cualquier camino, sino la vía que conduce a la movilidad social, entendida esta como la posibilidad de reducir la pobreza y en consecuencia las desigualdades sociales; esas mismas diferencias que vemos diariamente entre el campo y la ciudad, ricos y pobres, norte y sur.
He seguido los diferentes debates de los candidatos a la presidencia, tanto los transmitidos por televisión, como los que nos permiten acceder las redes sociales, y he reafirmado que el presidente que necesitamos los colombianos, sin importar qué clases sociales ni otras etiquetas, es Sergio Fajardo. Sí, Fajardo, ese mismo profesor, que un día, cansado de ser observador de la poca confianza que transmitían los políticos, decidió incursionar en la política y tanto Medellín como Antioquia lo eligieron como alcalde y gobernador respectivamente. Es sus mandatos la educación fue el pilar de sus gobiernos.
Mucho se habla por estos tiempos de la importancia de la educación para el desarrollo de una sociedad moderna y es bien sabido que Finlandia se considera una nación bastante desarrollada y que tiene el mejor sistema educativo del mundo. Para los finlandeses es necesario prestar atención a 4 aspectos claves: la figura del profesor, el método educativo, la integración y la política en materia de educación.
En educación Fajardo propone el Gran Pacto Nacional por la Educación, entendido este como poner a toda la sociedad a dialogar, actuar alrededor de la educación, lo cual exigirá tácitamente el aumento de los recursos tanto públicos como privados en este sector.
En concreto su planteamiento alrededor de la educación contempla:
Cerrar las brechas, dignificar los espacios educativos y aumentar la calidad en la educación preescolar básica y media. Jornada única, innovación y transformación pedagógica, educación para la paz, cerrar la brecha digital en las regiones y la prevención de la deserción escolar. Bienestar docente, todos los maestros y maestras son buenos y todos pueden mejorar, fortalecimiento de la formación docente. Gran apuesta por la universidad pública, aumentando los recursos, regionalización para que los estudiantes de provincia puedan acceder a estudios superiores en sus pueblos.
Es extensa la política pública que plantea Fajardo en componente educativo; pero quizás lo más importante es que se compromete a aumentar el presupuesto para la educación en el 10% cada año y parte de estos recursos son aquellos que le quitará a la corrupción, que según expertos en la materia son 50 billones de pesos al año que se roban los de cuello blanco.
Notamos entonces cómo Fajardo se sincroniza con la política educativa de Finlandia y su propuesta evidencia fortalecer los aspectos que son importantes para el país europeo.
Ayer miércoles 25 de abril, la Organización para la Cooperación y el desarrollo Económico (OCDE) aplazó el ingreso de Colombia a ese club soñado, entonces vale la pena echar una mirada a los recursos que los países que la conforman y nuestro país invierten en educación. Colombia invierte US$3.245 por estudiante, la cifra más baja en toda América Latina, seguida por México que destina US$3.703; mientras que los países que conforman la OCDE invierten US$10.182 al año por estudiante, esto para las personas que están primaria, secundaria y en la universidad, de las cifras anteriores se deduce que los colombianos destinamos casi tres veces menos recursos del presupuesto en el sistema educativo; sin embargo, pretendemos ser el país más educado de la región en 2025.
Otra razón que me obliga a votar por Fajardo, no menos importante, es su mensaje esperanzador, su serenidad a la hora de asumir las críticas y los ataques de diferentes candidatos, la inclusión de la mujer, la ruralidad, el respeto por el medio ambiente, la producción económica sustentable, en su programa de gobierno. Es sereno, conciliador y paciente. Colombia necesita realizar una transición desde las diferentes manifestaciones de la violencia a una nación que se empiece a reconciliar y en este proceso pueda conocer y reconocer sus más sentidas necesidades, para construir un país más equitativo, más justo donde quepamos todos, sin odios y dejemos de matarnos; porque así lo diga Uribe, no hay buenos muertos en una sociedad moderna como a la que queremos transitar. Una sociedad donde los hijos y nietos sepulten a sus padres ya viejos y no al revés. Estoy convencido que la educación es el camino y se puede.