La “niña Ire” como la bautizó en múltiples dedicatorias su esposo Jairo Aníbal Niño, combinó de forma mágica sus pasiones por la pintura, artes plásticas y escénicas, con su rol de madre presente y cómplice en mil aventuras literarias que compartió durante más de 45 años de matrimonio con el poeta de los niños.
Su casa siempre estuvo abierta para todos los artistas, escritores y librepensadores que desde sus reflexiones, aportes y producción intelectual trabajaron incansablemente por la construcción de una Colombia educada, culta, sensible y respetuosa de la individualidad y la diferencia. Era la época del Moir, del Teatro Libre y otras gestas de jóvenes irreverentes, emprendedores de la palabra, el arte, la ciencia y la cultura como Carlos Camacho, David Sánchez Juliao, Celso Román, Héctor Abad Gómez, Carlos Nicolás Hernández, Manuel Elkin Patarroyo, Carlos Valencia y Armando Quintero entre otros.
Sus grandes aportes a la revolución cultural colombiana y su discreto interés de ser mencionada en premios y reconocimientos le valió el respeto y la admiración de varias generaciones de artistas nacionales. Actualmente preparaba una exposición de su obra para la nueva versión del Festival Jairo Aníbal Niño a celebrarse en septiembre de este año en Moniquirá, Boyacá.
Le sobreviven sus tres hijos, Alejandra, Paula, Santiago y sus dos nietos Samuel y David.