¿De quién es el fracaso del periodismo?
Opinión

¿De quién es el fracaso del periodismo?

El periodo de conflictos sobre el que reflexiona María Elvira Bonilla, i deja al descubierto cuanto de “errátil”, y sesgado, ha sido el cubrimiento de los medios en Colombia

Por:
abril 26, 2018
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Acerca del “fracaso” del periodismo colombiano en 50 años de violencia, reflexiona María Elvira Bonilla, directora del portal Las 2 Orillas, concluyendo con un mea culpa por el “errático” cubrimiento de los medios en esa travesía de medio siglo por la doliente geografía de nuestras violencias históricas.

Si reduce periodismo al cubrimiento de un hecho aislado del contexto en el que, y el por qué ocurre tal hecho, o a la escueta noticia y su correspondiente registro gráfico, y a algunas crónicas, pocas para un periodo bastante extenso e intenso, es posible que no ha lugar a ese sentimiento de culpa que, como el manifestado por María Elvira, deja una profesión que, ni es la más hermosa del mundo, ni es autónoma e independiente como de ella se pregona.

Y menos, mucho menos, imparcial la del periodista que la ejerce como asalariado, contratista o freelance.

Desde sus vivencias y visión de treinta años haciendo periodismo en Colombia, no cabe duda que sus reflexiones y ejercicio continuo y el de sus colegas, ha estado signado por la violencia como materia prima de ese hacer cotidiano, pero no es menos cierto, y sin proponérselo ni asumirlo como tal, ni contradiciendo reglas, principios y valores de su profesión, construyendo noticia para la inmediatez, registro, difusión y consumo de una mercancía más.

Aislado de las múltiples variables y condicionantes que confluyeron para su ocurrencia y consecuente elaboración como narrativa para el consumo masivo, nunca o excepcionalmente complementada con un análisis objetivo, imparcial, ilustrativo, de las causas que la generaron; incapaz de provocar en ese consumidor pasivo y condicionado una lectura reflexiva que vaya más allá del hecho violento, a la vez que lo sensibilice y predisponga a modificar su visión, comportamiento y actitudes de cómplice silencioso de las sucesivas violencias en las que está inmerso y es víctima.

 

Una profesión que, ni es la más hermosa del mundo,
ni es autónoma e independiente
como de ella se pregona

Por ejemplo, las masacres, desplazamientos y despojo de sus tierras a los campesinos, el asalto a una patrulla policial o el combate entre soldados y guerrilleros, todos sucesos de común y dolorosa ocurrencia en nuestro mapa de violencias inducidas, consentidas y utilitarias, no debería asumirlo y reducirlo el periodismo únicamente a noticia y registro gráfico de un hecho de sangre; a narrativa de metáforas de la pelea de aquellos protagonistas, victimas todos, contra la selva para subsistir o sobrevivir.

Esa pelea, que es todo lo contrario: de la selva que es el poder, las mafias, el narcotráfico, la corrupción, la violencia y el miedo, que se volvieron institucionalidad de hecho contra unos y otros de aquellos, lo sabe y reflexiona el periodismo, pero pocas veces o nunca lo analiza, dice y expone de manera imparcial y objetiva en sus medios que, tampoco son el periodismo ni el periodista ni sirven del todo, o en parte algunos, el interés y fines superiores de la sociedad.

Ese periodo de conflictos en nuestra historia contemporánea sobre el cual reflexiona María Elvira, igualmente deja al descubierto y ratifica, cuanto de “errátil”, y sesgado, ha sido el cubrimiento de los medios en Colombia, al focalizar exclusivamente en el hecho fáctico: la masacre, el desplazamiento de campesinos, la balacera entre guerrilleros y policías, etc., su interés, desconectándolo y aislándolo por completo, “tapándolo”, de cuanto afloraría si la escueta noticia y registro gráfico a lo que se reducen los medios y periodista, se mirara desde otros ángulos y enfoques.

Desde las otras violencias que subyacen en el cadáver torturado y descuartizado de un campesino, en el fusil de un soldado o de un guerrillero, en las tierras despojadas por millones de hectáreas en nuestros campos, para hablar apenas de las violencias inmediatas y mediáticas.

De esas, muy poco o nunca siempre, se ocupan los medios, el periodismo y los periodistas, y si por ahí va el mea culpa de María Elvira, vale.

Poeta

@CristoGarciaTap

 

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