Un 23 de abril de 1616 murió don Miguel de Cervantes Saavedra, quien con un libro de caballería rompería en dos el mundo de las letras. Su insigne personaje, Don Quijote de la Mancha, era un loco encantador que había decidido ungirse caballero y recorrer el mundo “desfaziendo entuertos”.
¿Qué entuertos estaría desfaziendo hoy tan ilustre caballero?
¿Contra qué molinos de viento estaría arremetiendo? ¿Qué gigantes estaría persiguiendo? ¿Qué bálsamo de Fierabrás le estaría aplicando a los males de este mundo violado y violento?
Seguramente, Don Quijote, estaría arremetiendo contra los molinos de viento de los medios de comunicación, que son más bien medios de desinformación, donde todas las mentiras posibles tienen cabida y donde todas las verdades se ocultan para que las aspas del molino roten en la dirección contraria. Medios de comunicación donde los torturadores son héroes y los desaparecidos son huesos sin nombre en la fosa ahistórica de su memoria.
“—Non fuyades, cobardes y viles criaturas” les estaría gritando a los gigantes multinacionales del despojo, ya fueran bancos, compañías farmacéuticas o mineras y los perseguiría diciendo: Non fuyades “que un solo caballero es el que os acomete”.
Pues, estas “cobardes y viles criaturas” multinacionales que se han reproducido por todo el planeta, son en verdad gigantes del genocidio, del ecocidio, del despojo global. Sacan petróleo del fondo de la madre tierra y secan sus venas, por donde circula el el agua que nos da vida; buscan oro para calmar su apetito insaciable de riquezas fáciles, transformando montañas en agujeros desiertos y ríos en lechos de muerte por donde el canto del agua es tan solo un recuerdo.
El “Bálsamo de Fierabrás”, mencionado en el Quijote, era en la España medieval una poción mágica que curaba todos los males del cuerpo. Provenía según la leyenda que se escuchara del bálsamo con que embalsamaron el cuerpo de Cristo o de una de las espinas de su corona. Seguramente, Don Quijote, estaría produciendo grandes cantidades de ese bálsamo, para curar todas las enfermedades que afectan a este país llamado Colombia: Bálsamo para la corrupción generalizada en el gobierno, las fuerzas militares, los partidos políticos, las altas cortes, el sistema electoral, el Congreso, las gobernaciones, alcaldías, procuradurías, contralorías… En fin, cuando la enfermedad es mayor que la parte sana del cuerpo, ni todo el bálsamo de Fierabrás que produjera el Quijote alcanzaría para surtir de cura a un país como el nuestro.
Seguramente Don Quijote vería con su extraña claridad que solo le proporcionaba la locura, que en este país la locura se había vuelto normalidad y que el que no robaba era considerado como un “idiota” y que el dinero fácil, no el trabajo leal y disciplinado, era la meta de una gran mayoría dedicada al saqueo hasta de los almuerzos de los párvulos escolares y de ahí en adelante todo lo que se pudiera robar por medio de un contrato se robaba, desde la construcción de un túnel hasta la distribución del agua en un campo de riego.
Definitivamente, Don Quijote tendría su batalla casada en nuestro país y habría cantado al aire las cuatro verdades que el Caballero de la Triste Figura sin lugar a dudas habría visto tan bien en su locura, sin necesidad de que ni el cura ni el barbero trataran de sacarlo de su delirio, ya que Colombia es un país delirante que ni al mismo Cervantes se le habría podido ocurrir.
País delirante donde un Quijote es asesinado a la semana por ver lo que los cuerdos no quieren ver: Nuestro país cayó en manos de la corrupción y aquí todo tiene precio, desde un testigo hasta un juez y el que se atreve a decir la verdad resulta asesinado o si fuera el Quijote, metido en una jaula y paseado por las calles de los pueblos para tratar de curarlo de su locura, la divina locura de pelear contra los molinos de viento que en verdad son los gigantes que nos oprimen desde el poder de la verdadera locura.