El pasado 19 de abril el canal RCN transmitió el que sería uno de los debates presidenciales más importantes. Como en una exposición de colegio, los candidatos y la candidata se levantaban a exponer sus propuestas, mientras los otros, en sus pupitres, oían lo que sus contrincantes decían. RCN, por su parte, no tuvo vestigios de querer ocultar su parcialidad e inclinación por el candidato del Centro Democrático, y escudándose en la institucionalidad y ley le hizo propaganda directa.
El debate transcurría con preguntas comunes y poco creativas, cuando surgió un tema que poco se había tratado y del que poco habíamos oído hablar a los candidatos. La pregunta era la siguiente “Colombia ocupa el séptimo puesto en embarazo adolescente en América Latina, ¿cómo piensa resolver este grave problema?”.
Como podría suponerse, Morales destacó la importancia de las habilidades familiares y de resaltar el respeto, la dignidad y la autonomía de la mujer (como si la sexualidad o el embarazo adolescente fuera indigno), pero bueno, entendemos que al ser vocera de una comunidad cristiana su respuesta no podría haber sido muy distinta a esa.
Sin embargo, el problema surge cuando los otros candidatos, algunos autodeclarados progresistas o modernistas, continuaron con el mismo hilo argumentativo. Veamos lo que dijo Petro: “si la joven tiene expectativa de poder entrar a la universidad no se embaraza, cuando no tiene esa expectativas suben las tasas”. Siguiendo esa idea, si la joven quiere estudiar se salva del embarazo, pero si está en un dilema profesional o no puede entrar a la universidad no se salva de esperar un hijo, quién sabe de quién porque en ningún momento se nombró al joven que también podría estar enredado en ese proceso fecundo.
Bueno, sigamos con Fajardo, tal vez él nos saque del lío, pensé, pero el maestro respondió: “[educación sexual responsable] para que todos los factores que puedan estar afectando a una joven que pueda quedar embarazada sean eliminados”. Por lo menos aquí aceptó la necesidad de una educación sexual, pero claro, continuó eliminando la participación del joven que facilita el embarazo.
Y nada mejoró cuando Iván Duque dijo lo siguiente: “hay que ofrecerles a esas niñas desde edad temprana oportunidades de empleo, oportunidades de emprendimiento, oportunidades de destreza, eso también ayuda a crear una cultura de responsabilidad y prevención para que el tiempo ocioso no las afecte”. ¿Que el tiempo ocioso no nos afecte? Creo que no queda nada por decir, y claramente aun no aparece la abejita que pincha la flor.
Tal vez De la Calle les dé un poco de voz a esos jóvenes hombres necesarios para que sea posible un embarazo, pensé. Para él es necesaria una educación sexual clara que asuma a la sexualidad como un fenómeno natural, pero con sus afirmaciones posteriores ("pero por fin un esfuerzo de prevención que permita a esas mujeres ejercer un libre desarrollo de su personalidad”) una vez más terminó por discriminar a esos hombres que ponen su semillita para que crezca la flor.
Por último, Vargas Lleras afirmó que “una niña a los once o doce años queda en embarazo cae en lo que llaman la trampa de la pobreza, queda excluida inmediatamente del sistema educativo tiene que dedicar todos los años como adolescentes a criar a bebés”. Porque claro, el padre no aparecerá por ningún lado y seguirá siendo respaldado por el estado.
Surgieron muchas respuestas frente a la intervención de Duque, muchas resaltaron su arribismo y elitismo al hablar del tiempo ocioso en que las muchachitas aprovechaban para embarazarse. Sin embargo, las respuestas de los otros candidatos no fueron motivo de indignación, aunque siguieran en la misma dinámica y se mantuvieran en la responsabilidad de la mujer.
Estamos profundamente acostumbradas a que el bulto del embarazo se eche a nuestros hombros; ninguno habló de la educación que los jóvenes hombres también deben recibir (o lo dieron por hecho), de la necesidad de informar sobre los derechos sexuales y reproductivos, ni de las violaciones que son el 6% de causas del embarazo en adolescentes en Colombia.
Las mujeres no nos embarazamos solas, el problema del embarazo no está únicamente en qué invertimos nuestro tiempo, en nuestro planes a futuro o en nuestro desarrollo de la personalidad, el problema también está en los hombres que participan de esa relación sexual para que el embarazo sea posible; claro, a diferencia de ellas, muchos de ellos sí continuarán con sus estudios, y un embarazado o múltiples embarazos no los mantendrá en la pobreza.
Centrar el problema del embarazo adolescente en la mujer sugiere facilitar la vida a los padres cuyos hijos no planeados no los afana, además sigue manteniendo la idea de que “mamá solo hay una” y que “una madre da la vida por sus hijos”. Pero no, señores candidatos, muchas quisieran seguir con sus estudios o planes de vidas, muchas necesitan apoyo de esos padres que las dejaron solas con esos hijos, y todas necesitan que el embarazo no sea un tema exclusivo de la mujer.
Claro que la educación para la sexualidad debe ser un pilar fundamental en la formación, pero debe ser igual de importante la prevención en hombres y mujeres; que ambos tengan planes, que ambos se cuiden, que ambos puedan practicar una sexualidad sana, responsable y consensuada. Se necesitan, en este tipo de embarazo del que se habló, de un hombre y una mujer, una vez más ¡no nos embarazamos solas!