Hay periodistas caracterizados por su sencillez, desprendimiento y el poco interés por su propia vida. Jaime Ortiz Alvear apagó su voz hace nueve años, paradójicamente vencido por su garganta, ese instrumento que le permitió vivir profesionalmente en los medios, especialmente en la radio. Un loco genial, irreverente, doblegado por un cáncer a sus 58 años, cuando apenas iniciaba el 2005.
Pasó exitosamente por Caracol, RCN y Todelar. Escribió para El Tiempo y el Espectador. Pero fue en estas mismas páginas donde plasmó sus agudas críticas y análisis con argumentos. Se expresaba con una mezcla de ironía y arrogancia, herramientas que utilizó en su oficio para marcar diferencias y lo logró al imponer su auténtico estilo. Siempre fue un estudioso, conoció al dedillo lo que hacía porque además también fue deportista de competición. De allí su fiebre por el atletismo, deporte que amaba y conocía como ninguno. Fue corredor de 1500 m planos como me lo comentó la última vez que nos encontramos en un torneo atlético.
Todo ello le representó logros como cuatro premios de periodismo Postobón y tres Simón Bolívar. Su pasión por el deporte lo convirtió en iconoclasta de su oficio. Le gustaba ser elegante para hablar y vestir. Con su prosa le huía al lugar común, a la frase hecha, a la muletilla fácil. Al facilismo del periodismo deportivo que siempre criticó creando ideas y cuidando el lenguaje.
Escuche aquí un resumen de su historia de vida al son de su “Juan Pachanga” [audio http://www.las2orillas.co/wp-content/uploads/2014/01/HomenajeJaimeOrtizAJuan-Pachanga-2.mp3]
Conocido como "El Olímpico", por el cubrimiento de los Juegos Olímpicos durante 28 años, Jaime se destacó como comentarista en los campeonatos mundiales de fútbol, en los torneos internacionales de atletismo, y en las competencias ciclísticas más importantes. Gozaba de una privilegiada memoria para recordar datos estadísticos deportivos. Fue un polémico analista de fútbol he hizo parte de la inolvidable "Polémica" con Hernán Peláez. Fue muy cercano a los afectos de Millonarios, lo cual demostró con su columna "Cuartito azul".
Como buen vallecaucano se hizo experto en música caribeña, aunque según el crítico Álvaro Villota Viveros (El Galeno de la Salsa) era un poco “Gallego” (lugar común de la salsa). Cuando presentaba su programa “La salsa con estilo - el único show que no tiene cover-“, hablaba con “el tumbao que tienen los guapos al caminar”. "Con Ortiz para la salsa, para la salsa Ortiz". La W Radio y gracias a Julio Sánchez Cristo uno de sus grandes amigos, su programa que lo marcó (Salsa con estilo) se ha mantenido bajo su eterna dirección y formato, como una manera de preservar su memoria y legado. Un gesto grato que vale la pena reconocer.
Jaime, llevaba una vida con el encanto de lo misterioso que no desdeñaba las multitudes de los estadios. Eso si a pesar de lo “Gallego” su tema salsero favorito era Isla del encanto de la Orquesta Brodway. Recuérdelo, aquí:
Ortiz quería morir en su ley, cerca de la “redonda alegría del gol”, una de las expresiones que resumían su felicidad en el trabajo. Este tributo es para ese gran hombre que mucho nos hizo gozar y que hoy debe estar ahora haciendo sonar su Juan Pachanga para que bailen los ángeles del cielo.