Recientemente, charlando en Bogotá con Alexandre Vernot, quien es identificado como un exitoso abogado, caracterizado asesor (no funcionario) del alcalde Gustavo Petro, y ahora reconocido investigador social; sin buscarlo nos encontramos con pensamientos afines frente a la caracterización de nuestro país.
Él me dijo: “aquí siempre hemos sido una colonia, primero nos saquearon los españoles, luego las potencias extranjeras a ahora nos siguen saqueando las multinacionales.” Yo le conté que para nosotros, el pueblo indígena NASA, el país también seguía siendo una colonia, aunque la mayoría de los colombianos no lo percibiéramos, porque nos habían colonizado, sobretodo, el cerebro.
De-colonizarnos es, pues, primero un asunto mental y después un asunto socio-político. Los españoles se llevaron lo que encontraron en la superficie de la tierra, y ahora las multinacionales arrasan con los frutos de las entrañas de la “nasakiwe” (pacha-mama) con la complacencia de los gobiernos y con las leyes de los alegres congresistas del régimen. No queda duda, entonces, que somos más colonia ahora, que cuando mis antepasados se opusieron, sin ceder jamás, a la espada y a la cruz ibérica.
Le conté a Alex que ahora una porción importante del pueblo NASA vive en las alturas del macizo colombiano, a más de tres mil metros sobre el nivel del mar, pero que nosotros no éramos indígenas del frío. No. A la llegada de los españoles nosotros éramos cazadores y pescadores de las tibias aguas del caribe, pero en estos quinientos años nos fueron desplazando, Magdalena abajo, hasta llevarnos al nacimiento del gran río. Por eso, nuestra tradición oral estás llena de barracudas caribes y de caimanes calentanos.
Coincidimos también, él con datos y cifras certeras y yo con el conocimiento de las trochas y de la filosofía, en que es preciso que los colombianos nos reconciliemos, porque toda esta guerra tan larga y siempre por la “nasakiwe,” ha dejado cientos de miles de campesinos, indígenas y afro-descendientes con la porción de tierra de sus tumbas y a los propietarios de la tierra, sin generar mayor riqueza. Ha sido una guerra en la que hemos perdido todos. Alex me aclaró: “tenemos que salir del conflicto. Colombia es una nación agraria secuestrada por la violencia. Hoy la población campesina asciende a 15 millones de personas. El 75% de los municipios del país son rurales. El desplazamiento campesino en los últimos 25 años ha sido de 5 millones de personas de las cuales el 65% son menores de 25 años y el 14% menores de 4 años, es decir alrededor de un millón de niños.”
Al conversar con Vernot, encontré muchas más identidades a las que me referiré después, con mayor extensión; como en el tema de la gobernanza del agua, como en el de la necesidad de seguir luchando sin descanso por la igualdad y la inclusión, como en el de la obligación que tenemos los luchadores populares de salir de la retorica y de los lugares comunes, para abrevar en la ciencia, en la tecnología y en la modernidad. Porque todos tenemos nuestro saberes: los indígenas, los campesinos y; por supuesto, los estudiosos y los científicos.
Nuestra Colombia aun sigue en la colonia, porque siempre hemos sido dependientes, porque aun no hemos construido una tradición propia, que debe partir de la cosmovisión de quienes habitaban este territorio cuando llegaron los españoles: nuestros antecesores indígenas que jamás cedieron contra el colonialismo.