En las citas en EPS muchos médicos están más preocupados por llenar la información del computador que en relacionarse con la persona que tienen al frente y a la que difícilmente miran. Casi siempre el doctor está concentrado en lo que tiene que escribir y no sobrepasar el tiempo de consulta; el galeno no oye al paciente. La toma de presión y peso es un acto mecánico para volver al computador. Luego receta lo disponible en la empresa, que de paso, es lo más barato posible del mercado farmacéutico.
Las EPS les exigen a los médicos atender el mayor número de pacientes en el menor tiempo posible, mandándole lo mínimo de ayudas diagnósticas; lo que implica que los pacientes entren en choque con ellos porque siempre formulan lo mismo o lo mínimo. Es al médico al que le toca aguantarse las protestas que con frecuencia mutan a insultos. Es muy frecuente que pacientes o dolientes tengan que encadenarse a las puertas de las inhumanas EPS para poder recibir el tratamiento requerido o las remisiones a otros servicios o nivel de complejidad médico-quirúrgica necesaria.
La mayoría de estos médicos están vinculados por contratos de prestación de servicios o por cooperativas, circunstancia que pone al descubierto la precariedad de esta profesión que debe dignificarse. Con salarios bajos que no justifican los 6 o 7 años de pregrado para titularse, la Ley 100 los convirtió en médicos obreros. En esta intermediación perversa las EPS quebraron a las IPS y hacen un jugoso negocio a expensas de la salud del pueblo colombiano. La salud dejó de ser un derecho y convirtió a los hospitales públicos en negocios.
Se hace necesario un rediseño fundamental de nuestro sistema de salud. Se necesita una transformación del actual que mal cuida a los enfermos, a uno que se enfoque en los sanos para mantenerlos en ese estado. Cambiar la perspectiva de atención médica por enfermedad a una preventiva gratuita de salud pública. Es un cambio del paradigma actual, que va desde tratar a las personas una vez que se han enfermado, hasta preservar la salud de las personas sanas antes que se enfermen.
¿Qué sucedería si se rediseña el sistema de atención médica a uno que no reembolse a las IPS por los procedimientos realizados, sino que lo haga por que las personas se mantengan sanas? Así, todos los actores del sistema serían responsables de mantener sanos a sus “clientes” y se incentivarían a evitar intervenciones médicas innecesarias. Cuantas más personas saludables haya, menor será el costo de tratar a los enfermos y mayor será el beneficio económico para las partes involucradas en mantener saludables a todos.
Esta transformación de la estructura de incentivos cambiaría el objetivo del sistema de atención en salud. Iría, de proporcionar opciones de tratamiento aisladas y singulares, hacia una visión holística de lo que es útil para que una comunidad se mantenga saludable y viva por mucho tiempo. Se movería el foco de todos los involucrados, desde los médicos, los hospitales y las compañías farmacéuticas y médicas. Esto requiere la voluntad política estatal de cambiar los presupuestos y las políticas hacia la prevención y la educación sanitaria.
El procurador general de la nación, Fernando Carrillo, declaró recientemente que la corrupción en el sistema de salud produce más muertes que el conflicto armado. En este modelo las EPS privadas como intermediarias se han quedado con los dineros públicos. Se requiere acabar con esa intermediación y que sea el Estado quien financie directamente la red hospitalaria pública y contrate la red privada. Los hospitales públicos deben dejar de ser empresas para convertirse en centros de prevención y atención integral, con calidad y excelencia.
