Fajardo y De la Calle se reunieron para hablar de la posibilidad de una alianza a destiempo, luego de que cada uno resolviera, de manera diferente, habilitar su candidatura. De la Calle se sometió a las reglas del Partido Liberal y participó en una consulta que, por la baja votación obtenida, representó más bien un traspiés para a sus aspiraciones. Fajardo se encontró con una invitación de Claudia López y Antonio Navarro para reunirse con Robledo, con el propósito de iniciar un proceso de unidad supuestamente con todas las fuerzas progresistas y democráticas del país, pero echando mano de las encuestas, doblegó a sus contrincantes quienes adhirieron a su candidatura.
El candidato del partido liberal no ha podido despegar, mientras que el candidato de la Coalición Colombia —que tuvo un buen arranque, pues parecía que sería capaz de reunir los diversos sectores que apoyaron la paz— cerró desde un principio la posibilidad de una gran convergencia nacional y aunque las encuestas lo favorecieron por algunas semanas, hoy va cuesta abajo. La consulta del 11 de marzo catapultó tanto a la derecha como a la izquierda y posicionó con fuerza a sus dos representantes. A la luz de los acontecimientos, el anodino centro político, tan apetecido, tan manoseado, parece desfallecer por su falta de carácter e indefinición. De la Calle, con el respaldo de un partido desprestigiado y dividido, no tiene ya ninguna posibilidad de triunfo y huele que los parlamentarios liberales en su mayoría abandonarán el barco para subirse al de Duque, o al de Vargas Lleras. Por eso su tintiada con Fajardo.
Fajardo por su lado no se baja de su pedestal. No quiso consulta con Robledo ni con Claudia López, pues iba arriba en las encuestas. Ahora que no le favorecen, tampoco la hará con nadie, dice que quedan ochenta kilómetros de subida y en ese tramo puede alcanzar a Petro el tóxico, como lo llaman sus amigos. El centro es él, no son las disímiles fuerzas que están por las paz y el progreso con las que podría aliarse para enfrentar a la derecha, que tiende a consolidarse con más facilidad y pragmatismo.
De modo pues que el tal centro no existe. Nadie lo representa, o más bien, todos lo representan. En la historia reciente de Colombia, no se había presentado un fenómeno igual, una derecha y una izquierda fuertes, compitiendo por el voto ciudadano y ambas con verdaderas posibilidades de triunfo. Duque claramente representa la derecha con casi todos sus matices, y Petro tiene el respaldo de casi toda la izquierda. Ambos representan a los sectores que se enfrentaron en el plebiscito por la paz, con la diferencia que Duque ha logrado amalgamar, alrededor suyo, los seis millones del no y Petro aún tiene dificultades para unificar los seis millones del SI. Los que se autodenominan del centro no logran posicionar sus candidatos ni su propuestas y cada vez pierden más terreno con Duque y Petro. El centro no tiene una ideología política ni una doctrina, es el aprovechamiento oportunista de una coyuntura política derivada de otras posiciones políticas. Los une sí, que le tienen más miedo a la izquierda que a la derecha.
Los más desesperados e inquietos por los resultados de las encuestas parecen ser algunos sectores del Polo y de los verdes, que suelen atacar más a Petro que a Duque, al punto que sostienen la extraña tesis que Petro es el culpable del ascenso de Duque, por lo que sería mejor que renunciara a su candidatura para despejar el camino al candidato del centro. Pero olvidan que desde que arrancó la campaña, Petro siempre los ha invitado a la unidad, pero solo ha encontrado verdadero desprecio y sectarismo por parte de quienes hablan de reconciliación, desmintiendo de paso, la principal bandera de Fajardo.
Al parecer el centro se ha quedado sin ideas y, al final, ha comprado la tesis de la derecha, la del miedo al castrochavismo. Acudir a la descalificación de la candidatura de quien limpiamente se ha ganado la posibilidad cierta de pasar a la segunda vuelta, muestra claramente que el centro no pudo posicionar un candidato de peso para librar la contienda por la presidencia de la república. Lamentable espectáculo brindan desde el Polo y Alianza Verde, los amigos de Fajardo que arremeten contra la candidatura progresista de Petro y, de contera, fortalecen la coalición de derecha.
Confundir el blanco de ataque, coloca al Polo y a los verdes en el bando contrario a la democracia, los coloca al lado de los portaestandartes de la corrupción y la violencia que por décadas han azotado a los colombianos.