Enero 1, 2024. Congreso Unicameral de Colombia.
Los embajadores Alejandro Ordóñez y Gustavo Petro se estrechan la mano y posan juntos para la foto. ¿La ocasión? La inauguración de la nueva ciudad capital de Colombia: El Dorado D.C.
Ubicada en el corazón de la Orinoquía colombiana, nuestra nueva ciudad capital fue diseñada para ser sostenible. Es la primera capital nacional que se traslada desde que Naipyidó sustituyó a Rangún en Myanmar, y la primera ciudad totalmente carbono cero, desde que Masdar terminara siendo engullida por el desierto emiratí.
Nació como proyecto en el marco de la Asamblea Constitucional que se celebró luego de los acuerdos de paz en 2015, con un estatuto especial destinando un 25% de las Fuerzas Armadas a gestionar el traslado de todas las instituciones públicas desde Bogotá, hacia El Dorado. Así mismo, una partida importante del presupuesto anteriormente destinado a la guerra, se asignó a este proyecto, logrando la construcción de la nueva capital en 40 meses (un mes menos que Brasilia).
El Dorado fue diseñada como una composición de “megamanzanas” de usos mixtos y sin estratos. Estos grandes polígonos se establecen alrededor del colegio científico, cuyo edificio siempre incluye la galería-biblioteca del barrio en el primer nivel. Las guarderías y primarias se pueden acceder a pie en cada barrio y se rodean de las granjas comunitarias, especializadas en los superalimentos vitales para la nutrición local.
Los barrios se conectan a través de una red de autopistas verdes; abiertas solo a los ciclistas y peatones. Los molinos de viento, paneles solares, y estaciones neumáticas de reciclaje/reutilización de residuos, adornan la ciudad desde el centro hasta la periferia. La Reserva Forestal Capital que rodea la totalidad de la urbe, imposibilita cualquier intento de desarrollo de suburbios.
Infortunadamente, la idea de vender los nombres de las calles a personas, empresas, y países, se cayó luego de que se filtrara en los medios que la única autopista verde conectando la Maloka de Presidencia con el Ministerio de Ciudades, habría sido precomprada por Pacific Rubiales por 150 años.
Por fortuna, al caerse esa idea, se logró la mayoría necesaria para aprobar la estrategia de venta de nombres de barrios. Esta, fue abierta únicamente para arquitectos o urbanistas, dispuestos a aportar los diseños y construcción del barrio en forma de pago. Fue así como el barrio Koolhaas terminó ubicado en el costado norte del río, divisando el barrio Foster, conocido popularmente como “el de las embajadas”.
Los arquitectos colombianos boicotearon esta convocatoria, luego de que Giancarlo Mazzanti resultara ganador único de la licitación para el plan maestro de la ciudad. Sin embargo, algunas adiciones valiosas se lograron incluir a última hora: la estación central de la ciudad (integrando los trenes “japoneses” de alta velocidad, con el segundo metro del país) fue construida en bambú por Simón Vélez. La unión temporal M-Arq, compuesta por tres jóvenes arquitectas, aportó el Mockusódromo, una inmensa pagoda de color naranja, donde se dictan clases presenciales y virtuales, a cargo de los mejores profesores del mundo. El “templo zanahoria” está abierto 24 horas al día, 7 días a la semana. No hay grados; no hay diplomas.
¿A quién escogimos como alcalde? No hay alcalde, sino selección de gobierno. Es decir, finalmente se aceptó la idea de que una sola persona no puede ser experta en todos los temas de ciudad, y por tanto, se estimula la constitución de “selecciones” de cinco ciudadanos, que se presentan a elecciones juntos. En la primeras elecciones, ganó el desconocido quinteto de “Academia Pragmática” contra todos los pronósticos, ya que el favorito era la selección “Colombia Resucita” compuesta por los caciques: Samuel Moreno, “el cura” Hoyos, Simón Gaviria, Fernando Londoño, y Fruko.
Las marchas de protesta no se han hecho esperar. Decenas de grupos en contra de las prohibiciones urbanas de El Dorado D.C, bloquean la plaza central de la ciudad. La Plaza Llinás —bautizada en honor al segundo premio Nobel colombiano— se estableció como el punto central de la urbe; justo al frente del auditorio de grados de la Universidad Nacional. Las prohibiciones incluyen el uso de bolsas y botellas plásticas, el cigarrillo (ordinario y electrónico) en lugares públicos, la venta de gasolina, y los muros vacíos en los primeros pisos de los edificios.
En seis meses se viene el máximo reto en la historia de la organización de eventos en Colombia. El Dorado será la sede de los Juegos Olímpicos de 2024, cuyos escenarios han sido construidos a lo largo del parque central, intercalándose con los bloques de residencias de artistas y laboratorios de investigación abiertos al talento del mundo. Además del patinódromo (finalmente el patinaje logra ser deporte olímpico), el escenario clave es el gran estadio “Marandúa”, construido con las piezas recicladas de los estadios galácticos, utilizados durante el Mundial de Fútbol de Catar.
¿Será mucho pedir?