Con diez congresistas, cinco representantes y cinco senadores, la Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (Farc) se estrenará el próximo 20 de julio como la bancada de izquierda más grande en el Capitolio (el Polo tiene 7 congresistas y Decentes 5). Esta es una victoria política y un impresionante logro histórico que la bruma de la polarización no ha permitido comprender.
El Congreso seguramente será un escenario nuevo para los exguerrilleros y ahora cabezas políticas nacionales y regionales de la Farc. Considero que los comunes van a contar con las siguientes ventajas y desventajas en su debut en el legislativo.
Ventajas:
- Será una bancada cohesionada y coherente en su agenda programática. A excepción de algunos grupos significativos de ciudadanos y movimientos cristianos, la Farc fue el único Partido que en las pasadas elecciones legislativas se presentó con una lista cerrada y bloqueada (el uribismo y Mira lo abrieron por primera vez). Esto es muy positivo porque permite anticipar una agenda unificada en su participación en el Congreso, es decir, los congresistas serán coherentes con el ideario del Partido y no pensarán como administradores de un feudo electoral (consecuencia de la lista abierta con voto preferente). La lista cerrada y bloqueada anula el ego personalista del “yo saqué más votos”, liquida las microempresas electorales, controla el desborde y poco control en la financiación de cientos de campañas, y permite la consolidación de partidos más sólidos desde el punto de vista ideológico. Ese fue un gran acierto de la Farc
- No estarán amarrados a los grandes poderes económicos y gremiales. No conozco de alguna empresa (acepto correcciones) que haya contribuido en la financiación de la campaña de la Farc. Antes el Partido tuvo que sortear con la dificultad y demora en la entrega de los recursos. A diferencia de algunos partidos tradicionales, la Farc no se encuentra comprometida con los grandes financiadores que ponen sus fichas en el Congreso para salvaguardar intereses particulares. Los comunes tendrán toda la libertad para votar y proponer proyectos de ley y debates de control político sin sentir el “peso” de los poderosos sobre los cuales cabalgan muchos congresistas. Asimismo, no harán un “cálculo de riesgo” pensando en tener financiadores y recursos para su reelección (consecuencia de la lista abierta con voto preferente). Esa es una gran ventaja que les permitirá ser autónomos y plantear un trabajo legislativo serio, riguroso e independiente.
- Serán oposición y le dirán no a la mermelada. En el caso hipotético y muy probable que Duque o Vargas lleguen al poder, la Farc seguramente se va a declarar en oposición y estará sujeta a las garantías que otorga el recién creado Estatuto de Oposición (a la espera que la Corte Constitucional publique la sentencia de revisión para conocer el texto definitivo del Estatuto). Esta posición le permitirá a los comunes ser muy independientes frente al gobierno y no caer en el incentivo perverso de la “mermelada”; ese soborno del ejecutivo al legislativo (favoreciendo ciertos proyectos en los territorios en una triangulación corrupta de recursos públicos) para que los congresistas o las bancadas (amarradas con algún Ministerio, Superintendencia o entidad del orden nacional) apoyen sus proyectos o reformas (aumento del IVA, tributarias, etc.,). La oposición le otorgará a la Farc un lugar muy favorable para presentarse ante el país como un Partido independiente, hacerle mucho control político al gobierno y construir ante la opinión pública la imagen de una izquierda crítica, rigurosa y propositiva.
Desventajas:
- Una bancada muy pequeña. La participación de la Farc en el Congreso representa cerca del 5% sobre el total de congresistas. Se podría pensar que es una bancada muy pequeña pero no será la única en estas condiciones, el Polo y Decentes son aún más pequeños. La realidad fáctica es que esta condición obligará a los comunes a generar dinámicas de coalición para que sus proyectos puedan tener viabilidad. ¿Con quién? y ¿Cómo? Esto solo lo podrá decir el tiempo y la capacidad de concertación que tengan los congresistas y el Partido. Lo cierto es que la derecha y la ultraderecha harán todo lo posible por bloquear sus proyectos, reducir su participación y estancar sus iniciativas. De ahí la importancia de que los comunes sean estratégicos en cuanto a las comisiones que van a integrar (no les da para tener un representante en cada Comisión), el conocimiento de la ley 5 de 1992 (Reglamento Interno del Congreso y sus Cámaras) y con los profesionales que los van a asesorar en su trabajo parlamentario.
- Ninguna experiencia con las dinámicas formales e informales del Congreso. Esto es algo que se subsana con la experiencia, pero en un primer momento puede resultar problemático. El Congreso es un órgano colegiado donde prima el factor mayorías, donde los presidentes de las cámaras y las comisiones tienen alta discrecionalidad para agendar los proyectos en el orden del día, designar los ponentes que abren los debates o sí se empeñan torpedear cualquier iniciativa (recuérdese la actitud de Rodrigo Lara con el proyecto de la JEP y la reforma política el año pasado). Sin olvidar que la ley 5 de 1992 es frecuentemente pasada por alto. Seguramente los comunes serán minoría en comisiones y plenarias, pero esto les da ciertas posibilidades (amparados en algunos artículos de la ley 5 y en el próximo Estatuto de la Oposición) que deberán saber cuándo y cómo hacer efectivas para no ser “aplastados” procedimentalmente por sectores reacios a su participación.
- Poco diálogo con las regiones y los territorios representados. Dada la excepcionalidad de su participación política la Farc no cuenta con un solo edil, concejal, alcalde o diputado. Puentes que posibilitan sostener un diálogo fluido en los diferentes niveles territoriales permitiendo la estabilización a mediano plazo de un proyecto político en lo local. A diferencia de los tradicionales, los comunes llegan al Congreso sobre los hombros de la Constitución (su participación política a partir de la 10 curules es constitucional) y no apalancados por una infraestructura electoral concentrada en un departamento o dispersa en el territorio nacional. Esto los obligará a construir dinámicas particulares de relacionamiento con las comunidades mientras empiezan a consolidar una plataforma político-electoral de carácter local. Aquí el desempeño individual de cada congresista (Antioquia, Atlántico, Bogotá, Santander y el Valle tendrán representantes a nombre de la Farc) en armonía con la visión nacional del partido será de altísima importancia. Sin lugar a dudas el mayor reto será hacer realidad el eslogan: Farc, Nueva forma de hacer política.