Stephen Hawking impuso una condición al equipo técnico que renovó su sistema de comunicación en 2014. Su voz artificial no debía alterarse un ápice. El reconocido timbre robótico del sintetizador acoplado a su silla de ruedas desde 1986 es una crucial seña de identidad, que el astrofísico británico protege con la misma perseverancia que las intimidades de su vida privada.
Por eso, La teoría del todo, película del 2015 sobre su vida, abre una ventana en su romance con Jane (Wilde) Hawking, la madre de sus tres hijos, pero esquiva los secretos de cama. El guión pasa a zancadas sobre el "profundo agujero" que la progresiva ausencia de una relación sexual dejó en la vida de su primera mujer, según ella misma describe en 'Travelling To Infinity: My Live With Stephen', la biografía en que se basa la película estelar en la presente temporada de premios cinematográficos."Mi sentido de lealtad hacia Stephen me prohibió cualquier discusión abierta del tópico, que para él era un tema tan tabú como su enfermedad", escribe Jane en sus memorias publicadas en 2007.
Para entonces, la cordialidad volvía a reinar entre los miembros originales de la familia Hawking. La sombra siniestra del científico también comenzaba a disiparse tras su divorcio, el año anterior, de su segunda esposa e indiscutible cantera de discordia, Elaine Mason. Hawking abandonó a su primera esposa e hijos en 1990. En 'Mi breve historia' describe el triángulo de su situación doméstica -con el futuro esposo de su primera mujer, el corista Jonathan Hellyer Jones instalado en su casa- como algo lógico dadas sus cortas perspectivas de vida. La muerte no llamó a la puerta y el célebre se hartó del arreglo a tres. Cinco años después, pedía el divorcio para casarse con Mason, la segunda señora Hawking hasta la fecha.
"Sin Jonathan, me hubiera hundido. Estaría en el fondo del río o en una institución mental", observa Jane en sus memorias originales, 'Music To Move The Stars', publicadas en 1999 y posteriormente adaptadas en el filme de la BBC, 'Hawking'. Escribir el libro le ayudó a "exorcizar algunas de las peores fases" en sus tres décadas de convivencia con su marido. La pareja se conoció cuando ambos eran estudiantes en Cambridge, capeó los triunfos académicos del teórico de los agujeros negros espaciales y el origen del universo y comenzó a zozobrar con la avalancha de fama que trajo su best-seller 'Breve historia del tiempo', a partir de 1988."Yo tenía dos niños pequeñísimos, llevaba la casa y cuidaba de Stephen las veinticuatro horas del día. Le vestía, le bañaba y él rechazaba toda ayuda salvo la mía. Pensé que forzarle a tomar medidas al respecto sería demasiado cruel", confesó en una entrevista la primera señora Hawking, quien hizo un doctorado en poesía medieval española.
"Una de las grandes batallas fue conseguir que usara la silla de ruedas. Me movía con Stephen sujeto de un brazo, el bebé en el otro y el segundo niño corriendo detrás. Era desesperante porque el pequeño salía corriendo y yo no podía perseguirle. Este tipo de situaciones hicieron mi vida bastante imposible", añade ilustrando una faceta desconocida del orgulloso académico.
Elaine Mason dio un vuelco trascendental en la trayectoria del premio Príncipe de Asturias. Nadie tiene una buena palabra para la enfermera que tomó control del más famoso discapacitado del planeta. Su cuerpo va perdiendo movilidad desde 1963, cuando le diagnosticaron esclerosis lateral amiotrófica (ELA) y le dieron dos o tres años de vida. Hoy sigue mentalmente activo, aunque físicamente más debilitado, recién cumplidos los 73.
"Controladora, manipuladora y mandona". Estos son los adjetivos más suaves que recogen los perfiles de la mujer que invadió el espacio físico y sentimental de Hawking. El nuevo domicilio en Cambridge era un coto cerrado para la divorciada Jane y, según dicen algunos, los tres hijos rara vez eran bienvenidos. Mientras, enfermeras y asistentes comenzaron a airear intimidades en el nuevo ajuste conyugal. Todas coincidían en que la matrona de la casa era propensa a estallar en arrebatos de ira, a maltratar físicamente al científico y someterle a continuas humillaciones.
En una ocasión, Hawking ingresó en el hospital aquejado de neumonía, pero también con cortes en la cara y moratones en las extremidades. La gota que colmó la paciencia de su entorno fue una insolación severa que sufrió cuando al parecer su mujer le dejó horas al sol, sentado en su silla, una calurosa jornada veraniega.
Su hija Lucy denunció a la madrastra a la policía. Pero la investigación por presuntos abusos físicos tropezó con un muro infranqueable en 2004. Hawking se negó a colaborar con las pesquisas policiales o a corroborar los extendidos rumores sobre la crueldad de Elaine Mason, según señaló entonces la prensa británica. El caso se archivó sin que la pareja aclarara la situación en público. Dos años después, ambos firmaron los documentos del divorcio, poniendo fin a una experiencia "apasionada y tempestuosa".
*Texto publicado originalmente el 24 de enero del 2015