Puse la radio y cerré los ojos y digo sin titubeos que fui la persona más feliz del mundo por una hora. La emisora pasa música, entrevistas y mucha propaganda.
Y como estamos en elecciones, el noventa y cinco por ciento de las cuñas son de los candidatos a Senado y Cámara de Representantes, y oí a uno que de su propia voz salían unas palabras mágicas ya que se ofertaba para luchar contra la corrupción con todas sus garras. Y el que iba detrás proponía cadena perpetua para el corrupto y otro más arriesgado hablaba de importar de la China unos electrochoques muy modernos que le quitan de por vida al político esa manía de apropiarse de lo ajeno mientras uno más hablaba de la salud universal en un ritmo de vallenato muy pegajoso.
Otro más allá habla con una dialéctica envidiable de cómo la educación debe ser el pilar de nuestra sociedad y va darla toda para que los jóvenes tengan una enseñanza pública y gratuita, mientras una candidata muy animosa nos habla de qué callada manera va a proponer reducir el número de congresistas a su mínima expresión en una sola cámara devengando un máximo de cinco veces el salario mínimo mensual.
Ninguno habló de la Colombia sumida en el terror del narcotráfico
unido a la minería y en donde el único que manda es aquel
que le pega tres disparos a quien se queje de algo
Ninguno habló de la situación de aquella otra Colombia sumida en el terror del narcotráfico unido a la minería y en donde el único que manda es aquel que le pega tres disparos a quien se queje de algo, pero, como comenté, con solo oír las propuestas dadas quedé más complacido que loro en el circo y soñaba en una nueva Colombia en donde el dinero público solo se destina a lo público.
El placer sentido duró poco, hasta que me metí en lo que dice Google para constatar que cerca del setenta y cinco por ciento (tres cuartas partes) de los aspirantes son hoy hombres y mujeres de la patria, vale decir, que llevan de congresistas su buen número de años y es cuando uno dice: Coño, si llevan años “legislando”, ¿cómo que ahora son presentables?
Y hablando de…
Y hablando de política, creo que no se puede opinar con objetividad sin haber oído antes a la maravillosa La Pulla, quien día tras día desnuda a nuestra sociedad con un sarcasmo y humor ácido dignos de aplaudir.