Esta vieja frase de Antonio Machado cobra actualidad en la mitad de la feroz batalla electoral colombiana. La cita implica que lo opuesto también es cierto, es decir que los políticos fracasan cuando creen que en donde están ellos aparece el viento.
Un buen político debe ser como los viejos lobos de mar: reconocer la nubes negras, avizorar las tormentas, evitar los remolinos, aprovechar las calmas chichas e hinchar las velas en la dirección de la brisa. También debe saber que la fuerza de los ciclones parten los mástiles.
Entonces aquí valdría preguntar, ¿quién está tratando de encender un fuego sin viento? En nuestra mente aparece Timochenko negando la realidad. Fui testigo presencial de la rechifla en Armenia. Por casualidad pasaba por allí y escuche la frase risueña de un vendedor callejero “le pegué dos chontadurazos a ese man”.
El pobre tipo no tenía pinta de uribista, ni de secuestrable. Era el típico “descamisado” que vende 50.000 pesos diarios, paga 5000 para una pieza, se come 10.000 y con el resto vuelve a comprar sus chontaduritos para la lucha del día siguiente. Timochenko debió verlo y sacar sus propias conclusiones: en Armenia no había viento, tampoco lo hubo en Cali ni en los otros parajes que visitó.
¿Cuál otro anda con cirios apagados? Pues De La calle quien para colmo de males se unió a una candidata que ni siquiera tenía velas en ese entierro.
Iván Duque también tiene su cirio que a duras penas chisporrotea estrellitas y Uribe sople que sople. Aún no enciende, pero si nos atenemos a la lógica de la primera encuesta sabemos que un 8% votará por quien diga Uribe. Además no podemos negar la realidad de que el expresidente es el más prominente líder de Colombia y es capaz de alterar la balanza del poder político.
La extrema trumpista del país también tiene su llama sin encender, pero Ordóñez insiste en que donde él está hay viento a favor; pero aquí se debe tener en cuenta la inesperada y gratuita campaña que le está haciendo el Eln. Cada matanza de soldados, policías o la explosión de un oleoducto aumenta exponencialmente el caudal electoral del exprocurador.
Marta Lucía tiene sus propios seguidoras que mantienen la llama encendida y donde quiera que vaya va encontrar godos soplando. Su mayores aliados también son el Eln, las estupideces de Santos y los supermercados de las Farc. Su más grande enemigo siguen siendo sus discursos kilométricos de corte fidelista.
¿Y dónde dejamos a Petro? Pues permanece con la vela encendida, pero sigue aferrado tercamente a su filosofía castrochavista y corre serio peligro de que los vientos tormentosos que llegan de Venezuela la apaguen. Téngase en cuenta que por cada venezolano que llega al país a colocar una venta ambulante, o a dormir en un parque, es uno voto menos que pierde don Gustavo.
Por otro lado, él sabe que cambiar de ideología política es tan fácil como mudar de camisa. Él intuye que no ganará en la primera vuelta y en su closet guarda, bien planchaditas, una gran colección de camisas de todos los colores, estilos y tamaños para entrar al gran baile electoral. Por lo menos ya sabemos que llegara con sus zapatos italianos.
¿Y qué carga Vargas Lleras? El está aferrado a su cirio pascual, tan alto como él mismo, que se encenderá después de la Semana Santa con los resultados que le aportará la gran maquinaria de caciques, narcocaciques, hermanos, primos y vecinos de los caciques que están en la cárcel.
¿Qué brisa impulsa a Fajardo? Él esta jugando a la antipolítica y tiene su llama al rojo vivo porque decir “no soy ni rojo, ni azul pero tampoco blanco, ni negro” produce réditos entre los antisistema y los anti todo. Él se mueve en el amplio espectro de los grises y le falta posicionamiento ideológico, como se dice en marketing.
Su fórmula vicepresidencial tiene la ventaja aparente de decantar su ideología pues la hace más liberal, más centroizquierda, más anticorrupción y más incluyente. Pero, al mismo tiempo le suministra a sus enemigos suficiente armamentarium para atacarlo: a los machistas que odian a las mujeres alegonas; a la ultraderecha y cristianos que por todo se escandalizan; y a las señoras arribistas que no se imaginan a una mujer del puro pueblo, enfundada en una banda vicepresidencial.
A mi personalmente me gusta su fogosidad.