Lo que se percibe en este proceso electoral, que conllevará a la elección del nuevo presidente de la República de Colombia, es que varios de los candidatos vienen cabalgando en caballo prestado, por la misma razón la arremetida ha sido al máximo. Desafortunadamente, las bestias no son las recomendadas para esta expedición, entendiendo que la mayoría han cumplido su vida útil; otras, sus condiciones físicas y de salud no les permite avanzar con el paso tal como lo exige este ejercicio proselitista.
Uno de los equinos que yace cansado y desfallece a medida que pasan los días es el que cabalga, Germán Vargas Lleras. Cuando este jinete proveniente de la pesebrera Cambio Radical lo montó por primera vez, el animal aparentaba vigoroso, desafortunadamente no ha soportado el galope de su conductor, y en este momento, es uno de los que en cualquier instante podría pegar el suspiro final. Así como están las cosas para el caballista Vargas Lleras el asunto se le complica, motivo por el que se la ha visto desesperado. Si hace unos meses se fumaba cuatro cajetillas diarias de cigarrillos, hoy se ‘chupa’ el doble.
De igual manera, otro granjero que salió en caballo alquilado es el exprocurador Alejandro Ordóñez, lástima que por la corpulencia, el animal no le augura que llegue a la meta. El sobrepeso del anciano no está acorde a las exigencias de la contienda, por lo que especialistas le han recomendado retirarse decorosamente antes de que se fracture su vehículo de cuatro patas. Sin embargo, este líder cristiano insiste en continuar dando la pelea, así sea para en adelante negociar alguna alianza diabólica que vaya con sus principios de hipócrita moralidad y sectarismo arcaico.
En este orden desfilan otros como Martha Lucía Ramírez, mujer de orina azul que pretende llegar a la primera magistratura sobre el lomo de un burro viejo, cuya edad le ha pronunciado los dientes, pero le ha entorpecido la memoria, hasta el punto de hacer recua con otros equinos de feroces procederes. Para esta figura de la política, el perrero para puyar a su corcel es la seguridad, esa que se balbucea en las distintas toldas de la aseda clase política del país. La aspiración de Ramírez es finalmente colarse en el grupo de los radicales conservadores comandados por el patrón del Ubérrimo.
Por otro lado está el que usufructa el ‘raspado de la olla’, del inmenso recipiente que algún día fue el comedero de centenares de lagartos, hoy es el animal que conduce a paso lento al exdelegado del gobierno nacional en el proceso de paz, Humberto De La Calle. Es un trotón viejo, achacoso que lleva el lastre de un desgobierno que muy pronto expirará. Aunque este candidato retoma como eje central los acuerdos de paz, no deja de ser una alternativa de refugio para hampones que, al verse acorralados por el escarnio público, no les quede otra opción que pedir cobija en una tolda que intenta ser de avanzada.
Otra candidata cogió de mula a la religión, Viviane Morales, viaja rumbo a la Casa de Nariño en un asno cristiano; ella dice que por su fe el espíritu santo la premiara para ayudar conjuntamente con su marido a los desamparados. Nadie cree que una mula espiritual pueda llegar tan lejos, más cuando sus ataduras morales no le permiten dar largos pasos en una competencia tan corta, donde el pique es una especialidad ansiada por sus contrincantes.
Pero el que rompió récords de cabalgar en potro ajeno, es el ‘pollo’ Duque, representante de los intereses conservadores radicales o mejor conocidos como ‘extrema derecha’. Este es un jinete que a buen trote avanza ciegamente por el sendero que su equino le trace. Él sabe perfectamente que el animal a buen puerto lo llevará; sin embargo, nunca previó que la albarda sudada de su viejo corcel se le puede romper y generar incomodidad que finalmente ofenda su aspiración y en cualquier momento dejarlo fuera de competencia.
Casi la mayoría de candidatos a la presidencia de la República, intentan llegar a la primera magistratura a bordo de caballo ajeno. Repiten como loros discursos obsoletos, otros intentan embaucar al pueblo con palabras propias para corregir niños desobedientes, como, ‘castrochavismo’ o en algunos casos, exponiendo películas de casas gratis, puentes caídos o autopistas 8G.
Estas elecciones fingen ser democráticas, pero en el fondo son esencia de un caudillismo efervescente, que demasiado daño le causa a la poca decencia que aún le queda al proceso político-electoral. Ahora los mafiosos son gente de bien y los decentes perseguidos por defender la ética de la buena política. ¡Qué cosa caballero!