Si las personas que descubrieron las inconsistencias en la hoja de vida de Peñalosa hubiesen hecho su denuncia antes de las elecciones de alcalde de 2015 sin duda hubiesen cambiado la historia.
La discusión entre dos doctoras
Juana Afanador y María Antonia García de la Torre son dos doctoras de verdad, es decir tienen un título universitario que las avala como graduadas de doctorado, respectivamente en Sociología y en Literatura.
Entre ellas hubo un roce con respecto a cuál de ellas dio la primicia sobre los enredos en los títulos del alcalde Peñalosa: mientras García de la Torre expuso sus dudas en su cuenta de Twitter a finales de febrero de 2016, Afanador publicó un artículo en El Espectador el 7 de abril de 2016.
Esta discusión en apariencia trivial entre estas doctoras apunta a una historia muy importante que ninguna de ellas ha contado de manera detallada: cómo y cuándo exactamente se les ocurrió investigar la hoja de vida de Peñalosa.
Es claro que García cuando publicó sus trinos aún estaba haciendo averiguaciones muy preliminares sobre el asunto del doctorado de Peñalosa, mientras Afanador presentó su artículo (los primeros días de abril de 2016) resultado de una investigación al parecer extensa.
De los trinos de Maria A. Garcia se puede entender que su curiosidad sobre los títulos de Peñalosa se encendió en febrero de 2016. Por otro lado, Juana Afanador la cosa no es tan clara: en alguna entrevista contó que al saber que Peñalosa tenía doctorado quiso conocer cuál fue su trabajo de tesis. Según su relato el hecho de no hallar ese documento fue lo que la motivo a continuar sus indagaciones, pero no se refiere cuándo fue que se le ocurrió investigar a Peñalosa.
Que hubiese pasado sí…
Hace un año investigué y denuncié que Enrique Peñalosa no tenía maestría ni doctorado, hoy se demuestra su falta de transparencia. Favor RT: pic.twitter.com/TdWU8mkyOm
— Juana Afanador (@juanaafanador1) June 3, 2017
Juana Afanador fue a la Fiscalía en mayo de 2016 a interponer una denuncia de carácter penal contra el alcalde Enrique Peñalosa por lo que ella y otras personas suponían es un delito. Para Afanador se convirtió en una especie de cruzada denunciar al alcalde y ya se completan dos años en los cuales su activismo ha resultado en varios videos y trinos al respecto lo cual le ha traído hasta líos con potenciales empleadores.
Lo que tal vez ella no se ha preguntado es qué hubiese pasado si hubiese encendido las alarmas por allá a mediados de 2015 cuando estábamos eligiendo el alcalde de la ciudad. Recuerden esa época de debate entre el candidato de “recuperemos Bogotá”, quien proponía un metro elevado y los demás candidatos que prometían continuar con el proyecto subterráneo.
Obviamente no hubiera sido fácil presentar una denuncia pública en plena campaña y probablemente la hubieran acusado de trabajar para algún otro candidato, pero la sola duda habría sido algo que no habría podido evadir el candidato.
Imagínense a Peñalosa admitiendo que no tenía títulos ni de maestría ni de doctorado ante los electores y no ante un procurador que en la práctica se halla nulificado ante este tema: se le hubiese derrumbado el discurso de experto con el que logró ganar su segundo mandato.
La lección que nos deja esta historia
Uno puede estar de acuerdo o en desacuerdo frente al escándalo de Peñalosa, pero lo que no puede dejar pasar es la lección que nos ha dado a todos: es mejor denunciar al candidato que al funcionario. Lo que en un momento pudo ser castigado quitando un voto, después de elecciones se convierte en una pelea interminable en los juzgados.
Estamos aún a tiempo de investigar, indagar y destapar los escandalos de esos que odiamos porque después de las elecciones lo mejor es callarnos.