Cuando empezamos a conocer por el género epistolar la luminosa palabra de Rodrigo Londoño Echeverry, “Timoshenko”, me comentó un amigo, en broma, “este tipo tan inteligente debe ser pariente tuyo”. Con una prosa sabrosa y donosa, “Timo” nos cautivó a muchos colombianos que empezamos a ver en el Comandante guerrillero un intelectual respetable y una contraparte digna de buscar y lograr la paz por medio del diálogo, anhelo mayor de los colombianos.
Pero la carta enviada a León Valencia con motivo de haberlo designado junto al Presidente Juan Manuel Santos como uno de los dos personajes del año 2013, no nos gustó a muchos. Muy agresiva contra León y muy insolente contra SEMANA. Los calificativos utilizados contra él al señalarlo como “representante de la izquierda acomodada”, “mientras lame de las mieles que resbalan por entre los dedos de la reacción”, son extremos. Sepa usted Don Rodrigo que León es un hombre respetable en la sociedad colombiana.
Salvo del uribismo, que se ha constituido en Colombia en una fuerza negativa y sembradora de odio, León Valencia goza del respeto y el aprecio de muchos colombianos que hemos visto en él la rectificación de un camino de juventud que resultó equivocado. “El presente rectifica el pasado”, dijo E. Sábato, en una sentencia que condena al olvido el pasado de un hombre que ha demostrado con sus acciones lo que es, aquí y ahora, y no lo que pudo haber sido o fue. Qué tal que un hombre no tuviera una vida para sobreponerse a errores y equivocaciones. Al contrario, esa es una demostración de vida y de integridad, la que hace a un hombre al replantear el camino de las armas por las legítimas acciones de la democracia.
Verdaderos apóstoles de la paz y defensores de los derechos humanos son León, Petro, Navarro y todos aquellos que creyeron un día de manera equivocada que el camino del poder era el camino de las armas, y renunciaron a su uso para siempre porque comprendieron que el arma más poderosa para acceder al poder es la inclusión en la democracia. La guerra, respetado comandante “Timo”, jamás reemplazará a la política como instrumento para construir país. Eso usted ya lo sabe. Y lo va a comprobar, ojalá, muy pronto.
Por eso no nos gustó mucho el tratamiento despectivo que usted la da a León Valencia. Porque a pesar de ser y de tener, como usted, como todos nosotros los mortales, una mezcla variada de virtudes y defectos, vemos en él un intelectual comprometido con esa cosa vana, variable y ondeante, (sin comillas porque es verdad) que es la cosa humana, y con el país, con la paz, defensor de los derechos humanos y de la democracia. Como tampoco nos gustó el gesto descortés de “lanzar al fango” la distinción que él hace en su columna de SEMANA.
Es posible que a usted no le interese ser “personaje del año en Colombia”. Eso es respetable. Y por eso le decimos desde ahora que si usted va a desarmar su ejército, debe empezar a desarmar su espíritu y sus palabras contra los amigos de la paz y la democracia. La costumbre de vivir entre las montañas y los fusiles le ha imprimido a usted un carácter recio y áspero, como es apenas natural. Pero en este momento que se está explorando la posibilidad de lograr unos Acuerdos sobre lo Fundamental con el gobierno Santos, es bueno recordarle que la política tiene unos parámetros que distan mucho del hombre alzado en armas.
Como una torpe bravuconada de un militar que poco mide el exceso de sus palabras recibimos algunos sus palabras contra León Valencia. La controversia política es la esencia y la razón de una democracia, y por siempre es bienvenida. Y bienvenido León y bienvenido usted y bienvenidos todos a controvertir dentro de la democracia. Y por favor, no confunda el objetivo: la lucha es contra los poderosos y no contra los defensores de la paz, los derechos humanos y la democracia.
