Me voy con Angélica Lozano
Opinión

Me voy con Angélica Lozano

La campaña al Congreso está desabrida, sin propuestas, con visos de agresividad, y exceptuando a Angélica Lozano y algún otro candidato, ninguno despierta pasión política

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febrero 26, 2018
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Gracias, cabeza de lista del Partido Liberal, Gómez Amín, por pretender ofender a Angélica Lozano en Los Andes y darle la oportunidad de recordar que ha sido una servidora pública ejemplar. Le dio a usted, con su respuesta, sopa y seco. Mi voto al Senado va por ella.

Y si ataques como ese se unen a las calumnias de un exprocurador en apuros (“..su séquito hace politiquería dicendo a los niños que se acuesten con sus amigos y a las niñas que se enamoren de otras mujeres…”), mejor aún. Qué vaina con De la Calle, el candidato liberal,  verdaderamente liberal, con tales apoyos parlamentarios de caverna.

“La Coalicion Colombia debe combatir el nepotismo. Tú estás heredando una curul de tu novia Eso es perpetuarse en el poder”, le dijo Gómez a Lozano en un foro en un alarde singular de inteligencia propositiva, de notorio alcance estratégico y visión filosófica liberal. Angélica, tranquila y respetuosa, le recordó o, mejor, le contó, que había sido alcaldesa menor de chapinero del 2005 al 2008, elegida concejala de Bogotá en el 2011, representante a la Cámara  con la segunda más alta votación en el DC  y, durante tres año seguidos, nombrada la mejor representante (según panel de expertos, Cifras & Conceptos).

Mas allá de la polarización en la que anda el país, sofocando al centro, lo de Gómez pone sobre el tapete dos aspectos lamentables: la tentación de parte de candidatos jóvenes, no resistida, de morder el anzuelo de la agesividad, por un lado, y la ausencia de propuestas atractivas para los jóvenes, por otro. Da la impresión de que muchos no leen y que hacen poco esfuerzo para armar narrativas convincentes de lo que podrían hacer en el Congreso.

De ahí que la campaña al Congreso de la República esté sosa, desabrida y, a la vez, con visos de agresividad. Con excepciones, como en el caso de Angélica Lozano y uno que otro candidato, resulta difícil sentir alguna pasión por alguna figura política, repitente o aspirante primípara.

La mayor parte olvida lo que un congresista puede hacer. Principalmente dos tareas: control político y función legislativa. Un congresista no puede poner preso a Uribe o a Timochenko, por ejemplo.

Como la gente de bien se desarmó y los criminales siguen armados, la sociedad civil debe armarse de manera masiva, dice un candidato a la Cámara por el Valle del Cauca. Debe sentirse Trump después de la masacre de Parkland en Florida, que propone que hay que armar a los docentes. Otro dice que se compromete a rebajar los salarios de los congresistas y un competidor que auspicia austeridad nos jura que no va a aceptar esquema de seguridad. Qué alivio, el déficit fiscal se va a reducir.

 

 

Llegar al Senado puede costar miles de millones,
de modo que los candidatos procuran apalancarse en propuestas
y métodos que parezcan atrevidos

 

 

Llegar al Senado puede costar miles de millones, de modo que los candidatos procuran apalancarse en propuestas y métodos que parezcan atrevidos. Algunos, solventes, como el de la casa de un amante de los Porsche y los cristos redentores, no necesitan movilizar ideas, así como un buen número de herederos de famiempresas políticas, hijos, sobrinos, hermanos, cuñados. Ñoños, Besailes y Lyons han dado cátedra magistral de cómo se administran los emporios familiares dentro y fuera de las cárceles.

La ausencia de propuestas de parte de los aspirantes jóvenes para los jóvenes es alarmante.

Son muchos los espacios de corte legislativo en los que nuevos senadores y representantes podrían actuar. En un mundo de veloces cambios, originados en la tecnología, en la interdependencia entre individuos y comunidades cada vez mayor, en el cambio climático, que afecta el mundo laboral de los jóvenes de manera dramática, hay necesidades imperiosas en el ámbito del poder legislativo. Desde cómo adecuar los marcos normativos para el fomento de formas alternativas de energía, hasta la provisión de oportunidades para el aprendizaje de toda una vida; de poner sobre el tapete, vía el control político, las funciones del estado en materia de ciencia y tecnología, alentando al sector productivo a la innovación. El tema está inventado y basta mirar qué hacen en investigación y desarrollo en Corea del Sur, Alemania o los Estados Unidos (pese al embate de Trump en contravía)

Hay opciones de primera para el Congreso. Mi voto va por Angélica Lozano, número 10 al Senado, Alianza Verde. Intachable hoja de vida pública.

 

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