El pasado en el futuro de Colombia

El pasado en el futuro de Colombia

Los dibujos rupestres que están en la vereda Cerro Azul de la serranía de la Lindosa y que representan el pensamiento indígena prehispánico deben ser preservados

Por: José Virgilio Becerra Becerra
febrero 22, 2018
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El pasado en el futuro de Colombia
Foto: Procolombia

Los antiguos afloramientos rocosos de los departamentos de Guaviare, Caquetá y Meta son mejor conocidos por nuestros hermanos extranjeros que por nosotros los colombianos. Esas serranías rocosas fueron conocidas y realzadas por las sucesivas poblaciones de seres humanos que interactuaron con los particulares y bellísimos entornos naturales en la Amazonia colombiana, desde hace cerca de veinte mil años.

De manera paulatina esos pobladores le atribuyeron propiedades y cualidades a la serranía de la Lindosa y a la serranía del Chiribiquete y los convirtieron en las casas de los dioses o en las moradas de las fuerzas que controlan la naturaleza.

Durante varios milenios, en esos sitios sagrados más antiguos de Colombia, se realizaron numerosos rituales propiciatorios, de entronización o de conmemoración que exigieron plasmar dibujos alusivos a los diversos tipos de plegarias. En la vereda Cerro Azul de la serranía de la Lindosa, los dibujos rupestres representan una verdadera biblioteca del pensamiento indígena prehispánico que conformó las bases de las cosmologías de la mayoría de los pueblos aborígenes de Suramérica.

Allí, de la roca nace el agua y de su conjunción todas las formas de vida incluidos nosotros, los seres humanos. Estas serranías comunican nuestro mundo, el mundo del medio, con el mundo de abajo, morada de las fuerzas telúricas y con el mundo de arriba morada de las fuerzas cósmicas. Constelaciones, astros y estrellas representan, entre tantos otros seres, a dantas, caimanes, tortugas, murciélagos, jaguares, anacondas, armadillos, avispas y camarones, que marcan ciclos de la vida y anuncian el advenimiento de los tiempos. Las Pléyades, el cinturón de Orión, el Dos del Tauro, Sirius, la estrella del sur y muchas otras hacen parte de la etnoastronomía americana conformada por siglos y milenios de observación y explicación de los fenómenos naturales.

Bajo las llamas, la memoria representada por quince mil dibujos y por sitios arqueológicos de primera importancia para el futuro del país, llaman la atención de los colombianos y exigen más interés y mejor cuidado. La vereda Cerro Azul y su sitio"cerro de las pinturas" contiene la mitad de las representaciones rupestres de la serranía de la Lindosa, sitio mágico, morada de los dioses, lugar del origen de la vida y antigua biblioteca de la humanidad.

Tres meses de rudo verano fragilizaron la flora del Cerro de las Pinturas en la Vereda de Cerro Azul y de los antiquísimos afloramientos geológicos, algunos con edades superiores a dos mil quinientos millones de años, y crearon un ambiente propicio para la profusión del fuego. Que esta catástrofe sea un llamado vehemente para que todos los colombianos conozcamos, realcemos y asumamos con responsabilidad la protección de nuestro patrimonio cultural y de nuestra memoria ancestral más allá de 1492. 

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