La urbanización en Colombia no solo tiene que ver con el modelo económico sino también con los procesos de expulsión de personas del campo a la ciudad debido a la confrontación armada, la falta de oportunidades y satisfacción de las necesidades básicas. El conflicto armado logró aumentar las dificultades y convertir en un reto las estrategias para generar igualdad de derechos en el disfrute de la ciudad para todos los habitantes.
La tierra, rural y urbana, ha sido un problema en Colombia. En la urbana se ha generado, como dice Jaramillo (2008), un mercado “informal” de un mercado “popular”, “clandestino”. Si bien pueden resultar interesantes los instrumentos que apuntan a combatir la retención de tierras –impuestos progresivos para las tierras ociosas, plazos para el desarrollo de lotes, preferencia del Estado en la compra de tierras, cuotas de tierra para ser desarrolladas en vivienda social y otras– que reducen su “escasez y disminuyen el precio del suelo, la realidad política supera las formas y los instrumentos legales para la resolución del problema de la tierra urbana.
Es claro que los instrumentos no son los que producen directamente los fenómenos de informalidad y segregación, aunque determinadas formas de diseñar y construir las ciudades facilitan muchas desigualdades, en mi concepto, son los problemas del contexto social, político y económico los que generan hechos negativos en la ciudad. A esto se debe adicionar los hechos de corrupción en donde las autoridades públicas no representan el interés general, sino el de particulares que financiaron la campaña o entregaron comisiones.
En Pasto, la realidad urbanística se ha vuelto crítica. Desde la destrucción del suelo afectado como reserva paisajística en el sector de Morasurco, hasta la construcción de obras sin previa autorización y sin el cumplimiento de las condiciones técnicas y de seguridad para su realización. En el primer caso, es una obligación de la autoridad ambiental competente, es decir, Corponariño, realizar el control y adoptar las medidas necesarias para evitar el desastre paisajístico ocurrido en este sector. Frente al segundo caso, la alcaldía de Pasto y la policía nacional tienen la responsabilidad de ejercer labores de inspección, vigilancia y control. Sin embargo, estas entidades no cuentan con dependencias que se articulen y con autonomía suficiente en cuanto al talento humano y recursos administrativos para ejercer sus funciones.
Por otra parte, se presentan casos como edificaciones sin accesos adecuados de transitabilidad, bloques de edificios sin el certificado de habitabilidad, prestación de servicios públicos sin la debida legalización, ilegalidad en los cambios de diseño estructurales y arquitectónicos de varios edificios, publicidad engañosa en la oferta del modelo habitacional, incumplimiento de compromisos por parte de constructores respecto al tiempo de entrega de la vivienda y frente a las normas de atención de desastres.
Ante esto, es deber de la primera autoridad del municipio poner orden en Pasto, tomar acciones contundentes y fuertes para tener mayor control sobre la ciudad que se está construyendo. No se puede tolerar ningún incumplimiento en las condiciones mínimas de construcción.
El gobierno de “Pasto constructor de paz” debería estar enfocado a romper con la exclusión y círculos viciosos de pobreza en donde los desplazados o pobres no pueden acceder fácilmente a los mínimos bienes públicos que debe ofrecer la ciudad, como pasa en ciertos sectores. Para ello se requiere acciones contundentes de planificación.
Finalmente, ante los diversos problemas que se han presentado frente a las nuevas construcciones en Pasto, muchos ciudadanos deberían tener mayor cuidado en el momento de definir el proyecto de vivienda al cual pretenden acceder. Es necesario hacer un análisis juicioso del proyecto de construcción o de vivienda de interés, con el fin de generar garantías, estabilidad y seguridad en los recursos destinados para este propósito. La intención no es generalizar frente al gremio constructor de Pasto, el objetivo es que cada ciudadano ponga mayor cuidado en el momento de elegir la inversión. Es cuestión de vida y tranquilidad.
Referencias
Currie, L. B. 1988. Urbanización y desarrollo: un diseño para el crecimiento metropolitano. Bogotá: Cámara Colombiana de la Construcción. Págs. 7-110.
Jaramillo, S. 2008. Reflexiones sobre la “informalidad” fundiaria como peculiaridad de los mercados del suelo en las ciudades de América Latina. Territorios, 18-19, pp. 11-53.