Este lunes, el Museo de arte Moderno de Bogotá realizó una campaña de publicidad mediática en las redes sociales acompañada con las fotografías de dos avisos en los lados del museo: arrienda y con número celular incluido donde contestaba Carlos Muñoz —un homónimo de nuestro viejo actor de televisión— respondía la llamada que ya se convertía en un performance. Carlos Muñoz informaba que el valor del inmueble por mes era de $120 millones de pesos y que su área de funcionamiento son 4.200 metros cuadrados. Todos los medios de comunicación estuvieron atentos a este urgente e insólito llamado y más que nunca observé una audiencia tan concurrida a la rueda de prensa más interesada bajo la expectativa de que una institución que lleva 55 de funcionamiento iba a cerrar sus puertas por falta de fondos.
Al contrario, El Mambo y su directora ofrecían alternativas que se practican en muchos museos del mundo para diferentes objetivos.
Por un lado, invita a ser parte de los “socios del museo”. Membresía que da ciertos beneficios como derechos de entrada gratis o participar en diversos eventos culturales como descuentos en la actividades educativas, acceso anticipado a las exposiciones, derecho a recibir acceso anticipado a las exposiciones, deducción de impuestos o mención pública en la pared del museo como mecenas. La membresía va de $50.000 pesos para estudiante hasta las grandes ligas como Corporativa Colaborador entre $8 millones a $10 millones y la última instancia a la Corporativa Benefactor de $15 millones. Pero en realidad poco se ha logrado. La filantropía es tacaña. Tanto que cuando aparecieron posibilidades de grandes expectativas, han dejado la mínima suma de $20.000.
La otra alternativa es realizar eventos sociales en las diversas salas del museo. En vez de realizar un enorme coctel en las salas de un club, se ofrece la opción al museo como muestra de apoyo a la cultura que, según la época y la actividad de la institución, dan visitas guiadas para los interesados.
Yo como directora del Museo de Arte de las América en Washington me daba cuenta que estos eventos tienen la particularidad y ventaja de ser espacios más neutros, donde la expectativa del abordaje de seres interesados en negocios o favores es menos posible. La gente acude para compartir un acto cultural como la ópera y no a una reunión de negocios. Todo el que asiste se siente más sosegado porque se encuentra en un lugar donde la educación de sí mismo y de los demás es una prioridad.
El Museo recibe dinero del Estado y de la Alcaldía
pero solo y exclusivamente para realizar las exposiciones
Ahora, la verdad es que el Museo recibe dinero del Estado y de la Alcaldía pero solo y exclusivamente para realizar las exposiciones. Con esa miopía no hay un peso para pagarle a los empleados, para limpiar el museo y menos para ofrecerles un café en su jornada de trabajo. No hay fondos para el funcionamiento y sí una enorme deuda por la que algunos bancos han recibido obras de arte que generosamente han donado algunos artistas para amortizar los intereses. Pero, es tan grande la deuda, que las cuotas con sus intereses son imposibles de pagar.