La gente se rasga las vestiduras por la bochornosa escena que protagonizaron las alumnas del INEM hace una semana y se les olvida lo que sucedió en el norte de Bogotá hace 30 años en el primer centro comercial y el más play, en la entrada 7, cuando un grupo de niños bonitos y bien, jugaron a portarse mal llamándose Los Billis de Unicentro.
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Al principio, solo eran unos muchachos adictos a los juegos en el primer sitio de maquinitas del país, Uniplay, algunos estudiaban en los mejores colegios, los bilingües de la UNCOLI, otros validaban por que los habían expulsado, era plan ir a verlos los viernes y sábados merodear por todo Unicentro, con sus pintas, sus Adidas Reebok, y Nike comprados en Miami o San Andresito, Levis, Chaquetas de jean pantalones anchos, las niñas más osadas eran sus amigas con peinados de Alf y sus rostros perfectos, muchas con sus uniformes de colegio o sus pintas de niñas malas, de buenos modales, saludándose de beso y abrazo, hablaban perfecto inglés, muchos de familias de la sociedad Bogotana, andaban en mercedes deportivos de sus padres y despliegue de lujo propio de una sociedad que hasta ahora estaba descubriendo el verdadero poder del narcotráfico, en los colegios se hacían los proms, con desfile de modas patrocinados por diseñadores que eran familiares o amigos de los alumnos y desfilados por ellos mismos, los colegios femeninos hacían concurso de cheer o porristas, y eran famosos los torneos de Basquetbol de la UNCOLI, donde al rivalidad del San Carlos, San Viator Nueva Granada, era tan grande que hacía que los equipos tuviesen directores técnicos profesionales.
Yo vivía en provincia y al graduarme aterricé donde mi primo que estudiaba en el San Carlos, donde, entre las muchas leyendas urbanas, se decía que un alumno de ese colegio violó a una niña y su padre un médico cirujano lo había castrado.
Mi primo estudió allí hasta que el Padre Francis lo echó. Lo bazares de los colegios eran lo máximo, el Iragua, Las Pachas, el Alvernia, ahí estudiaba mucha hija de militar, y los chinos andaban armados, cuando salíamos en la madrugada se escuchaba cuando montaban las pistolas, era como vivir en un domo dentro de la misma ciudad, entre la 72 hacia el norte todos se conocían, la misma ropa, mismas costumbres.
En el Batán, el barrio de mis primos, en el parque una noche vi bailar a un pelado con una pinta y unos pasos espectaculares, con dos muchachos más bailó El Jardinero de Wilfrido Vargas y en la parte de rap hizo unos pasos de break dance. Era el ”Pollo”, un personaje inolvidable de la época. Las niñas le hacían corrillo, era el alma de la fiesta; ¿en qué momento esos muchachos decentes y bonitos se convirtieron en lo que jugaban a ser? no se sabe, comenzaron a atracar en Unicentro, cadenas, bolsos, los territorios se marcaron, los barrios tenían su combo, el líder era el mejor para los golpes, en las fiestas, donde los dejaba entrar por petición de las niñas, se robaban las cosas, armaban peleas, las niñas hicieron lo mismo, también peleaban y lo hacían bien. La Paisa era la más conocida. En una de esas fiestas que se convirtió en batalla campal, conocí a Esteban, un chino bien plantado, bueno para la pelea, líder nato, de buenas maneras y bien vestido.
Saltó del colegio a negociar algunos cosos de cocaína para los sitios de rumba, era la combinación perfecta entre un niño bien y un bandido. Hizo alianza rápido con otro personaje, que manejaba el bajo mundo y tenía gran aceptación por todos, más temido que respetado, también lo conocí.
Una noche que fui con un amigo, hijo de un conocido esmeraldero, a Amnesia, una famosa discoteca de esa época, estaba a reventar y no nos dejaron entrar. Él se acercó y hablo con el portero. A los segundos salió El Negro Tadeo, se abrazaron y todos para adentro, el manejaba todo ese mundo de la rumba y la noche, lo mejor era ser neutral nunca tomé parte, aunque si presencie peleas de 20 contra 20, todos o todos, o contra la policía.
Al principio se peleaba a mano limpia luego se usaron bates , manoplas, navaja, lo que fuera. Para entonces pasó algo impensable. Esteban le disparó a alguien en un bar y salió con su combo, se regó en los colegios la fama y hazañas de Esteban. Era un ídolo.
En diciembre un amigo de Santa Bárbara pasó por mí a que lo acompaña a una vuelta que la mamá le encargó: andar en caravana con otros carros en la madrugada de Puente Aranda hacia el norte, no me dijo nada más. Al día siguiente la noticia era que Ochoa había salido de la cárcel en la madrugada; era la moda de las mini tecas, Alejandro Villalobos trajo la primera. En frente de Villalobos vivían los Alonso, unos pelados emprendedores que abrieron los mejores rumbeaderos en la Calera, Sameron, Tartesos. En esos chuzos llegaron los traquetos de verdad a la rumba, vino Cerati y Soda Stereo, a la 89.9, era la emisora de todos pareció que el domo ya era muy pequeño y cada uno hacia lo suyo. Entonces mataron a Tadeo y el grupo se disolvió.
En la 116 una noche mataron al Pollo, y esa muerte si me dolió, conocía a Natalia su hermana, pero lo que verdaderamente termino con esa época y década sucedió una noche que mataron a dos muchachos de reconocidas familias, y un par de horas más tarde en el separador de la 85 en plena Zona Rosa mataron a Esteban Araque, nadie lo remplazo, nadie lo vengo, fue como si todos se hubiesen dado cuenta que el tiempo de jugar a portarse mal había concluido, todos retomaron su vida, los malos en sus maldades los otros a estudiar, cuando paso por Multicentro , o el Batan me parece verlos corriendo a esconderse o tras alguien, o Esteban con su morral donde cargaba la merca, o al Pollo con sus pintas rodeado de niñas bailando mientras se escucha; como te atreves a decirme a mí que no tiemblas cuando te hablo así....