Este año presenta innumerables desafíos que debemos atender responsablemente; también se nos ofrecen variadas oportunidades para corregir errores y estimular fortalezas y talentos que tiene Colombia.
Dios nos ha dado la vida para ser felices, no para ser perfectos, afirmaba San Juan Pablo II; cumplamos correctamente con nuestra misión: padres de familia, el gerente, el educador, el gobernante, contribuyendo al progreso y bienestar colectivo, sirviendo como instrumentos paz, no de odio. En esta tarea es fundamental la educación con calidad, pertinencia y valores ciudadanos.
Nuestra Constitución (Art. 95) señala: “La calidad de colombiano enaltece a todos los miembros de la comunidad nacional. Todos están en el deber de engrandecerla y dignificarla... Son deberes de los ciudadanos: respetar los derechos ajenos y no abusar de los propios. Obrar conforme al principio de solidaridad social. Defender y difundir los derechos humanos como fundamento de la convivencia pacífica. Participar en la vida política, cívica y comunitaria del país. Propender por al logro y mantenimiento de la paz”.
Colombia padece un ambiente muy tenso. Hay personas que no ven nada positivo, todo es negativo, no hacen el esfuerzo de contribuir a solucionar las dificultades. Con personas negativas/ resentidas no progresa una familia, una empresa, un país.
Este año decidiremos con nuestro voto el destino de Colombia para los próximos 4 años. Inmensa responsabilidad que nos obliga a participar acorde con nuestra conciencia, no a intereses particulares. Si nuestro voto está motivado por el odio, el rencor, el sectarismo, el fanatismo, es muy probable que nos equivoquemos, con nefastas consecuencias.
En una comunidad civilizada, las grandes decisiones se toman respetando las normas preestablecidas y acatando los resultados que mediante el voto libre y secreto del ciudadano.
Elijamos dirigentes preparados y honestos, confiables, que no acudan a la mentira a la calumnia. Necesitamos líderes que nos reconcilien, tengan autoridad moral y coraje para enfrentar temibles mafias de la corrupción y la politiquería, y a los responsables de la corrupción que nos avergüenza y debilita nuestras instituciones.
Algunos dicen que no hay por quién votar, que todos son iguales. Gente buena y preparada hay en todos los partidos, regiones, razas, religiones... Abstenernos de votar es lo que más conviene a las organizaciones delincuenciales y corruptas, que aprovechan las dignidades de la democracia para enriquecerse. Con ellas no hay futuro ni se fortalece la democracia ni se derrota la pobreza ni mejora la economía.
Tarea: elegir la mejor propuesta para la presidencia y a excelentes congresistas.