No me gustó que hayan atacado a los políticos de la Farc que están haciendo campaña. No porque no se lo merezcan. Seguramente se merecen todos los insultos y agresiones y mucho más. Sin embargo, lo importante es lograr perdonarlos. El odio y la venganza no nos convienen, carcomen nuestros corazones. Lástima que en el colegio no nos enseñaron responsabilidad social.
Los empresarios ganaron mucha plata y trataron a sus empleados como animales, creando un caldo de cultivo perfecto para la entrada de la guerrilla. La respuesta fueron paramilitares, en vez de apaciguar el justo descontento de sus trabajadores, irrigando una mínima parte de sus utilidades en su bienestar. No obstante, con el tiempo y la ayuda del narcotráfico, la guerrilla y los paramilitares se salieron de madre.
Con una política de responsabilidad social se hubieran evitado mucho dolor y sufrimiento, miles de muertos y heridos.
Nuestras familias y amigos han sido víctimas inocentes de los secuestros y ataques indiscriminados de una guerrilla que perdió el norte. Las familias de estos excombatientes, secuestradores, terroristas y narcotraficantes también han sido víctimas de bombardeos del ejército, falsos positivos y asesinatos por los paramilitares. Es la escalada de la guerra la que saca lo peor del ser humano.
De esta guerra que le cuesta al estado 60.000 millones de pesos colombianos cada día se han lucrado muchos generales y muchos políticos. A ellos no les interesa acabar con este negocio. Aquí no hay licitaciones. Son gastos reservados. De hecho, con 20.000 millones, el costo de 8 horas de guerra, se logra recuperar el hospital materno infantil.
De otro lado, además de los políticos que se lucran de la guerra, hay otros políticos que se enriquecen con el dinero destinado a los hospitales y al bienestar familiar, matando a los niños de enfermedades y de hambre. Estos políticos corruptos privilegiados sociales son peores que los guerrilleros resentidos sociales.
La corrupción es un cáncer mucho más terrible que la guerrilla. La corrupción sigue campeando. Las licitaciones del estado están amarradas para los políticos que necesitan plata para comprar los votos que les permitan con el poder del estado mantenerlas amarradas para recuperar la plata que invirtieron en la compra de votos. Esa es la dinámica de nuestro sistema.
Igualmente, fuera de la corrupción, nos estamos enfrentando a un nuevo gran desafío: los disidentes lumpenizados de la Farc, que quieren seguir en el negocio del narcotráfico, se están armando rápida y fácilmente; los fundamentalistas del Eln quieren negociar con el próximo gobierno y mientras tanto están utilizando el terrorismo para crear el caos; los oronarcotraficantes y contrabandistas de gasolina de las bacrim siguen amasando fortunas y azotando a la sociedad con una cultura sin valores.
Esta lucha no es fácil. A lo que queda de este gobierno y a lo que siga del próximo, les toca ganar esta pelea con una negociación firme, generosa e inteligente y no con más guerra. Recuerden que Uribe dijo que acababa la guerrilla en 6 meses y en 8 años no lo logró a pesar de su tesón. Contuvo el avance de una guerrilla que logró llegar hasta las goteras de Bogotá, pero estaba muy lejos de derrotarla militarmente.
Con la plata del narcotráfico y del lavado de dinero se arman las guerrillas, las bacrim y los paramilitares. Con el tráfico de armas se enriquecen algunos agentes del gobierno que las compran para armar al ejército. El negocio de los países pobres es el narcotráfico. El negocio de los países ricos es el tráfico de armas. La única forma de acabar con el narcotráfico es con la legalización. Comencemos por ahí. Menos plata para comprar armas. Más plata para invertir en la lucha pacífica de las ideas.
Santos, después de ser ministro de defensa de Uribe durante 8 años, se convenció que era mejor desarmar al grupo armado más grande y organizado de la Farc por medio de una lucha de ideas que desembocara en un tratado de paz. Se merece el nobel. Además, con eso el próximo gobierno tendrá un gran problema menos.
Actualmente los excombatientes rasos de la Farc se están capacitando para lograr la reinserción en la sociedad y algunos de sus dirigentes quieren participar en política. Es importante defender la integridad de los rasos y defender la oportunidad de esos dirigentes que dejaron las armas, a expresar sus ideas, así sean equivocadas. Seguramente muy rápidamente se los va tragar el sistema.
Nuestra tarea es transformar el sistema que se los va a tragar. Cambiar el sistema es una tarea política. Una idea que no se convierta en palabra es una idea que se pierde y una palabra que no se convierta en acción es una palabra que se pierde. La política bien entendida es convertir esa palabra en acción. La acción es lograr cambiar nuestro sistema por uno menos corrupto, más justo, más generoso, más igualitario, más innovador y más defensor del medio ambiente.