Muy difícil para los dirigentes de las Farc lograr que su discurso cale en las ciudades y pueblos de Colombia que empezaron a visitar, ya no como temibles guerrilleros sino como oradores. Sin embargo, también son desmesuradas las manifestaciones de rechazo que con gestos, actos y desde foros y comentarios difundidos en los medios y a través de los redes, los condenan a la hoguera enrostrándoles su pasado.
En la Colombia actual, 28 años después de la desmovilización del Quintín Lame, EpL, PRT y M-19, las guerrillas ya perdieron la aureola romántica y de simpatía entre amplios sectores de la población, que en el sistema bipartidista liberal-conservador, heredado del Frente Nacional, cerraba las urnas a grupos de izquierda democráticos y alternativos y además ejercía gran represión a las luchas sociales.
Entonces, la juventud y numerosos ciudadanos que siguieron a Gaitán y vivieron la 'violencia' contra los liberales ejercida por los conservadores laureanistas, después del asesinato del caudillo en 1948, veían a la lucha armada como una opción válida y posible para construir una sociedad más justa.
Con el desmorone de la Unión Soviética, y la 'cortina de hierro' y el cambio y apertura al capitalismo de los comunistas chinos, que eran los más radicales y apoyaban guerrillas en varios países y el cambio de Cuba, los grupos armados dedicados en Colombia, al secuestro, extorsión y narcotráfico, perdieron gran parte del apoyo internacional y las simpatías de amplios sectores de la población, (especialmente de la urbana) a la que se proponían 'liberar'.
El rechazo que han evidenciado a dirigentes de las Farc, en manifestaciones en Armenia, Florencia y otros sitios son muestras de esta tendencia, que debe combatirse con educación democrática para que los acepten: mejor echando labia que echando plomo. Debe servirles de experiencia a los elenos, que creen que volando oleoductos, contaminando quebradas, poniendo bombas en cuarteles y secuestrando, 'las masas' los van a seguir y ver como 'héroes liberadores'.
Hay que permitirles que hagan sus propuestas, así no las comparta, ni vaya a votar por ellas. Los fariseos que se desgañitan diciendo como Kiko el del Chavo, que no se van a juntar con la 'chusma', que se acuerden que a Uribe lo apoyaron los paramilitares y parapolíticos (más de 50 congresistas) que cometieron iguales y peores crímenes que los guerrilleros.
No hay que olvidar que casi la mitad del congreso, durante el primer gobierno de Uribe, del 2002 al 2006, estuvo conformado por representantes y senadores investigados y condenados por la parapolítica, al haber sido apoyados con dineros y votos presionados por los jefes de las AUC que mandaban en Córdoba, Magdalena, Cesar, Sucre, Bolívar, Santanderes, Boyacá, Antioquia, Cauca, Valle, Meta, Arauca, etc. Las masacres y desplazamientos para quitarles las tierras y entregárselas a sus jefes políticos y militares fueron crímenes tan graves como los de las Farc.