En Valledupar le han puesto de tarea a la policía evitar que la gente se tome fotografías haciéndole carantoñas obscenas a la estatua del cantante Diomedes Díaz.
El Cacique de la Junta, que en vida padeció satiriasis y pasaba por las armas cuanta dama se encontraba, fue famoso por su incontenible lujuria y deseo de multiplicarse, al punto que dejó una prole de más de 30 hijos.
De hecho, algún día en una entrevista de televisión, le invitaron a que saludara a su familia y salió con esta perla, después de mucho carraspear: “Un saludo para todos mis hijos y sus respectivas madres”.
Bueno, pues el caso es que a Diomedes, después de muerto, las mujeres se le sientan en las piernas, le acarician el paquete y le ponen los senas en la boca, algo que si el famoso jilguero estuviera vivo no deploraría para nada. Entonces, autoridades valduparenses, ¿por qué tanto escándalo?