De corral a sistema de salud animal

De corral a sistema de salud animal

Por: Moises Pineda
enero 07, 2014
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De corral a sistema de salud animal

Al tiempo que la palabra “Coso” cambió de significado, el “espacio” o territorio material, física y lingüísticamente, también cambió de significado. Pasó del universo cultural rural denominado “pueblo”, al urbano llamado “ciudad”.

El Diccionario de la Lengua Española trae como acepción de la palabra “coso” la de “Plaza, sitio o lugar cercado, donde se corren y lidian toros y celebran otras fiestas públicas. Calle Principal de algunas poblaciones” . Muy parecida es la que, a su vez nos provee ese Diccionario de uso cotidiano en las escuelas de secundaria: “Plaza de Toros. Calle principal en algunas poblaciones”.

La lengua, el idioma, no son solo cadenas de fonemas.

Ellos son, y muestran, procesos mentales superiores que tienen que ver con las representaciones del mundo, las relaciones entre las partes, la configuración del todo, las rutinas y algoritmos seguidos en el pensar que hacen posible la formulación de juicios que acompañan la palabra y que forman parte de una especie de acuerdo no expreso, de pacto tácito, que permite construir esa urdimbre colectiva que llamamos “cultura”.

Tal vez por eso (los lingüistas sabrán más que yo de este asunto), es por lo que al contener la palabra “coso”, en dos contextos culturales diferentes, conceptos comunes como toros, corridas, fiestas y espacio cercado, en oposición al de personas, circulación y calle- espacio público-, ha sido posible que para los habitantes de la Costa Caribe, la palabra “coso” se haya definido como “la cárcel de los animales. En el pasado en los pueblos, las autoridades hacían un cercado precario y en él metían a los animales que andaban sueltos y les daban comida y agua y para sacarlos el dueño tenía que pagar una multa y los gastos de mantener encarcelado al animal”.

Sin embargo, al tiempo que la palabra “coso” cambió de significado, el “espacio” o territorio material, física y lingüísticamente, también cambió de dimensión, contenido y significado.
Pasó del universo cultural rural denominado “pueblo”, al urbano llamado “ciudad”.

En la transición del uno al otro, existen espacios en donde ambos universos se conjugan, se hibridan .

Así, es posible que en ciudades cosmopolitas como Bogotá, circulen carros de tracción animal que esparcen heces y orines al tiempo que crean riesgos y dificultades para el desplazamiento seguro de los automotores por las autopistas y troncales de alta velocidad y generan descontento en los vecindarios que reclaman higiene, limpieza y seguridad. La solución al problema que supone la sustitución de los caballos por tracción automotriz, plantea a la administración bogotana, y barranquillera, problemas prácticos y de protección legal cuya solución está por fuera del espacio urbano donde la autoridad Distrital es competente: “¿qué hacer con los caballos?”

Pero, del mismo modo, el tránsito del ganado es inevitable a través de los centros urbanos de ciudades intermedias como Yopal (Meta) y Palocalibío (Tolima), Girardot (Cundinamarca) en los que, dicho sea de paso, ese espacio llamado coso “construido en zonas que no sea obstáculo para el urbanismo y que no esté cercano a futuras construcciones importantes para el municipio”, ha sido ubicado en el primer caso, a la entrada del matadero y en el segundo, en las inmediaciones del relleno sanitario .
Son espacios culturales híbridos entre lo urbano y lo rural que obligan a considerar las capacidades locales para tomar decisiones que regulen el comportamiento del ganado vacuno, asnal, caballar, caprino y porcino en los espacios públicos cuando transitan, ronzan o pacen en ellos; cuando circulan “cabalgados aceleradamente por jinetes en estado notorio de embriaguez, se dejen amarrados a postes y otros sitios propios para el tránsito de peatones” o cuando “sean conducidos por vías públicas contraviniendo normas de tránsito”

No todas las ciudades son iguales y la transición entre lo urbano y lo rural no tiene las mismas características en unas y otras.

Así por ejemplo, en un espacio con alta influencia industrial y de densidad urbana como los de Piedecuesta y Barrancabermeja, la preocupación de la “Fundación para la protección animal”, en cabeza de su presidente Rafael Uribe , es la de generar “un espacio donde se apliquen las normas nacionales de cuidado y preservación de la especie animal en estado de vulnerabilidad” para minimizar “los riesgos a la movilidad”, reducir “la contaminación ambiental por arrojar excrementos y orines”.

La complejidad de la vida urbana en estas ciudades de nivel intermedio, hace posible que se presenten situaciones derivadas del tráfico y del comercio, no solo de personas, sino también de fauna exótica e invasora, que lleva a reformular definiciones sobre animales, que deben ser considerados al momento de evaluar la calidad de la vida urbana.
No basta considerar los semovientes y los animales domésticos, hay que incluir en el campo de las preocupaciones urbanas los animales “silvestres, bravíos- salvajes o domesticados-“.
Así lo consideró Girardot en el correspondiente articulado del Acuerdo Municipal sobre el Coso Municipal, donde define una carta de deberes del Municipio respecto de la población animal antes delimitada: “Prevenir y tratar el dolor y el sufrimiento. Promover la salud y el bienestar de los animales asegurándoles higiene, sanidad y condiciones dignas de existencia. No inferir maltrato, ni tratos crueles. Mantener al animal en condiciones cautiverio, apropiadas en cuanto a movilidad, luminosidad, aireación, aseo e higiene. Suministrarle bebida y alimento en cantidades y calidad suficientes, así como medicinas y cuidados necesarios (…)”.

Por esa misma razón, el significado de la palabra Coso adquiere significados y materializaciones más o menos complejas en una y otra municipalidad.
Desde el anexo del Matadero, pasando por el del lote contiguo al relleno sanitario, hasta la estructura mixta y concentrada del Municipio de Rionegro en el que los espacios se diferencian conceptualmente así:

1- Coso Municipal: lugar destinado para albergar y administrar semovientes: ganados vacuno, asnal, caballar, caprino y porcino.
2- Albergue Municipal: el destinado para “perros, gatos y otras especies que se les desconozca su propietario y que vaguen por sitios públicos”
3- Unidad de Servicios Veterinarios: que coordina “campañas de esterilización, prevención y control de enfermedades zoonóticas”
A las anteriores se añade en la definición prevista en la Ley Colombiana, la organización de un espacio o
4- Unidad para la fauna silvestre: que presta servicios de atención de especies exóticas, salvajes o domesticadas, cuyo tráfico y tenencia se encuentran prohibidos
En los municipios en donde existe esta Unidad, su administración y financiación está a cargo de la respectiva autoridad ambiental.

El caso de una ciudad de dimensiones y estructuras Metropolitanas, como Barranquilla, es diferente de las que he descrito y, por tanto, el diseño institucional no puede ser el mismo.
Mientras aquellos se caracterizan por niveles de complejidad muy básicos y tienden a ser aglomerados en una misma unidad de servicios, el de una Ciudad como la nuestra, alta y densamente urbanizada, con escasez de suelo disponible, debe ser diferente.

El tráfico de personas y animales , la falta de espacio urbano, la densificación vertical y horizontal, hace más difícil la relación entre dos seres, esencial y naturalmente territoriales: el hombre y el animal.
De allí la urgencia y la obligatoriedad que la Ley impone a las autoridades locales de regular este tipo de convivencia en las ciudades.

De hecho, los enfoques van desde “centros de vigilancia, Control de Zoonosis y de coordinación de servicios de protección animal”, hasta la construcción de centros, más o menos concentrados, de servicios de urgencias y atención médica veterinarias de mayor o menor complejidad que estarán dotados “de los requisitos necesarios para el alojamiento adecuado de los animales que en él se mantengan. (…) Este inmueble comprenderá una parte especializada en especies menores, otra para especies mayores y otra para la fauna silvestre, esta última supervisada por la entidad Administradora del Recurso”

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