Creíamos que la falta de las famosas corralejas del 20 de enero serían las causantes del declive de las festividades, cuando realmente el plato fuerte eran aparentemente dichas fiestas paganas, catalogadas por muchos como bárbaras y morbosas y para otros una expresión ancestral de cultura. Sin embargo, para este año, ellas sirvieron no solo para el desborde del vandalismo sociocultural, el desaforado intento de difundir propaganda política en los diferentes desfiles y la crítica subjetiva a los disfraces y comparsas de los gay, que a la larga fueron parte del destape de una familia que ha manejado el poder económico, político y social por más de treinta años en la otrora capital cebuista de Colombia.
Pero para poder narrar lo sucedido en Sincelejo es necesario retroalimentarnos con el análisis psicoanalítico de las vivencias de nuestra clase política nacional, donde el famoso lema romano "divide et impera", es decir divide y vencerás o dividir para reinar, es denominador para la consecución del poder, ya que son comunes las peleas y divisiones entre familiares y más en momentos de atribulamientos con la dejación del poder. Padres, hijos, hermanos, primos, sobrinos, cuñados, en fin, todo el árbol genealógico inmerso en los confines oscuros y malolientes del nepotismo y la corrupción, hacen parte del plato predilecto de la vida moderna que en su contexto es necesario para extender la hegemonía, tanto en la política, como en lo social y económico.
La familia Fernández Quessep tiene un largo historial de peleas familiares como la de sus primos, los hermanos exalcaldes Jaime y Jairo Merlano Fernández, todos ellos, familiares del actual alcalde Jacobo y por esos efectos de la historia y el poder endosado se vivieron las nuevas corralejas, con astados de las mismas ganaderías, pero esta vez los dueños del maloliente espectáculo fueron el exalcalde Jairo Fernández Quessep y Angélica Cuevas Díaz, esposa del actual alcalde de Sincelejo. Esas corridas se iniciaron el 16 de enero, previo a la cabalgata, con provocaciones y groserías de alto calibre como "puta", "cobarde", "homosexual", "zorra", "prostituta" o "perra". A ese léxico de arrabales, se le agregna las supuestas agresiones verbales de daño físico, como la de haber enviado un amenazante mensaje a un primo, el actual alcalde Jacobo Quessep, donde le informaban: “ya compré el veneno para Jacobo, para matar a las ratas y toda la gente que lo rodea. Dile al Alcalde que lo voy a joder”.
Lo que sigue a continuación es la reencarnación de las “telebobelas”, el “lleva y trae”, el “chisme y cotorreo” de las personas que deben guardar la compostura y ecuanimidad por ser los dirigentes de la región, los que se supone son un espejo para nuestra sociedad. Jairo Fernández Quessep la denunció ante la Fiscalía por amenaza e injuria y calumnia, además anunció un pronunciamiento y adelantó que entre las acciones legales se solicitará un exámen psiquiátrico para Angélica Cuevas Díaz. En ese pronunciamiento expresó "el estatus de primera dama hay que ganárselo… y esta señora no se lo ha ganado… sus palabras groseras, comportamiento desastroso y su actuación es de una persona loca”. También, la gestora social acaba de hacer exactamente lo mismo, al interponer denuncia penal en contra del exalcalde de esta ciudad, Jairo Fernández Quessep, por presuntas amenazas, injuria y calumnia.
Semejante escándalo para esta ciudad sin calles, con pésimos servicios públicos, con elevados índices de inseguridad, el de más de 45 mil mototaxis por falta de oportunidades de empleo, con protuberantes escándalos de los carteles del predial, los hemofílicos, de los locos, con la salud colapsada, sin servicio continuo de trasporte público, con un desesperante y permanente bloqueo de vías por parte de las autoridades para retener motos y los dineros de esos recaudos no se ven en inversión social. En fin, sigamos con la guachafita, que esos que están peleando en el redondel de la nueva corraleja tienen a sus familiares aspirando actualmente a la Cámara y Senado de la República. Allí están, esos son.