La vieja y confiable coquetería

La vieja y confiable coquetería

"Entre el acoso y la coquetería existe una diferencia fulgurante, puesto que mientras la primera agrada y gusta, la segunda desagrada y ofende"

Por: Esteban Duque Restrepo
enero 24, 2018
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La vieja y confiable coquetería

En los últimos días la denuncia por acoso sexual realizada por la periodista Claudia Morales ha desatado un boom mediático que columnistas, medios y demás han sabido aprovechar (para la muestra un botón). En este mercado de distintas opiniones en defensa de la periodista ya mencionada, ha salido una que ha levantado escozor en Twitter, dado que su autor es acusado de acoso sexual en los espacios donde ha sido docente. Como defensa, el afectado ha escrito una segunda columna en la que se defiende afirmando que dichas acusaciones son producto de difamaciones y persecuciones, y que sus relaciones e interacciones con estudiantes eran asuntos de cortesía y coquetería por redes sociales. Es precisamente en este último asunto en el que me quiero detener.

¿Cuándo y dónde la coquetería deja de serlo? La Real academia de la lengua española (RAE) define coquetear como el acto de tratar de agradar por mera vanidad al otro, en este acto se dan señales sin comprometerse. De entrada, la RAE muestra cómo la coquetería y el acto de coquetear depende de dos, de quien trata de agradar y quien decide si es o no agradable.

En este sentido, para determinar si es o no es coquetería, quién trata de ser agradada (en este caso) no debe sentirse insegura, incomoda o intimidada. Resulta que, en el caso mencionado al principio, muchas de las mujeres que han hablado y reaccionado con motivo de dicha columna han expresado haberse sentido incomodas e inseguras; sintieron abiertamente que se sobrepasaron con ellas. Esto deja al argumento en defensa de la coquetería sin validez y sustento.

Ahora bien, ¿estamos entonces ante un caso de acoso sexual? La misma RAE define el acoso sexual como el “acoso que tiene por objeto obtener favores sexuales de una persona cuando quien lo realiza abusa de su posición de superioridad sobre quien lo sufre” Esta definición viene a ser complementada con la brindada por la OIT (Organización Internacional del Trabajo) en donde se define como un “Comportamiento en función del sexo, de carácter desagradable y ofensivo para la persona que lo sufre. Para que se trate de acoso sexual es necesaria la confluencia de ambos aspectos negativos: no deseado y ofensivo”

Entre el acoso y la coquetería existe una diferencia fulgurante, puesto que mientras la primera agrada y gusta, la segunda desagrada y ofende. Resulta que muchas de las estudiantes (posición de superioridad) que han sido objeto de “la coquetería” por redes sociales en este caso, expresan haberse sentido incomodas, ofendidas, inseguras y sintieron que se pasaron de la raya con ellas. Saque usted sus conclusiones.

Volviendo al tema inicial. En este caso lo que genero escozor es que alguien con dicho historial allá salido a abanderarse de la grave problemática de la violencia sexual; es decir que no existiese coherencia entre lo que se dice y se hace. Escriben hablando de lo difícil que es hablar para las mujeres de sus casos, mientras estudiantes e incluso testigos callan por miedo a exponerse y a lo que esto significa.

Una vez despierto el avispero, y las indirectas de egresados, estudiantes y docentes se fueron volviendo mensajes directos al involucrado, una nueva columna emerge, en la cual, además de otras defensas (que no entraré a discutir si son ciertas o no), se escuda en su derecho a la coquetería por redes sociales y fuera de estas. Ya vimos lo que es la coquetería y lo que la diferencia del acoso, ¿es entonces una defensa valida cuando las involucradas se han sentido vulneradas?

La coquetería ha sido la vieja y confiable para ocultar formas de actuar sumamente violentas. Este juego “amoroso” lo aceptamos socialmente, nos parece interesante y divertido. En la discoteca, en la calle o en los lugares que compartimos hombres y mujeres suele estar presente. No obstante, como hombres caemos (si en primera persona) muchas veces en el error de incomodar, hostigar y hacer sentir incomoda a la otra persona; se nos olvida entonces que la base del coqueteo es el gusto e interés mutuo y creemos que un no por respuesta no debe ser aceptado. Con esto ya en mente, ¿no es más fácil aceptar los errores y pedir excusas que disfrazar el acoso de algo tan bonito como es coquetear?

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