¿Quién está educando a nuestros hijos?

¿Quién está educando a nuestros hijos?

"No cometamos los mismos errores de generaciones pasadas, no nos estanquemos en hábitos y metodologías de la época en la que nos criamos"

Por: Gustavo Rojas Guayara
enero 15, 2018
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¿Quién está educando a nuestros hijos?

“Las viejas costumbres son algo en vía de extinción en el mundo actual”. Una idea que puede ser muy bien aplicada en cualquier punto de nuestra historia, pues cada nueva generación hace del presente un lugar propio en el que aquellos de generaciones pasadas poco a poco se convierten en piezas de un museo que siempre pertenecerá a la juventud: los dueños del mañana.

Por muchos años nos hemos convencido de lo valiosas que son las nuevas generaciones en la construcción de un mundo mejor. Nos lo decimos, sí; en voz alta para que todos nos escuchen y se convenzan también, pero ¿han notado que a puerta cerrada no es muy bueno el trabajo que estamos realizando al respecto? Los colombianos siempre nos hemos jactado de la crianza de nuestros hijos, pero ¿nos hemos detenido a pensar si en el mundo de hoy la semilla que plantamos en ellos es realmente la adecuada? ¿Les estamos enseñando realmente lo importantes que son ellos para el futuro de nuestra nación?

No, honestamente creo que no les estamos enseñando nada que los lleve a ser conscientes del importante papel que tienen en la sociedad futura. No estamos educando a nuestros hijos, sino entreteniéndolos. No les damos herramientas para hacer de este mundo un lugar mejor, pero sí permitimos que sus mentes se encierren en la televisión, que sus espíritus los pudran las telecomunicaciones y los infecten las banalidades del mundo plástico que vende la internet.

Estamos criando una generación superficial que no tendrá ni idea de cómo sobrevivir y mantener este país en pie en las décadas por venir. Estamos creando monstruos incapaces de ser felices o alcanzar meta alguna sin el desapego a la necesidad de ver un futuro ficticio a través de una pantalla. El mundo virtual nos está quitando la oportunidad de desarrollar habilidades, aptitudes y actitudes vitales para la coexistencia y el eficaz trabajo en sociedad. A la mayoría no se le está inspirando a ser protagonista sino a eternizar la adicción de vivir como espectador. Cada día hay más adolescentes obsesionados con absurdas y legendarias teorías de la conspiración en lugar de estar obsesionados en la construcción de su propio mañana. No es que menosprecie su interés por estos detalles sobre la verdad oculta de ciertos eventos, pero es preocupante la cantidad de tiempo que se les va interesados en temas que en muchos casos solo los deconstruyen y que a veces hasta los enloquecen.

Lo sé, muchos de ustedes no se dan cuenta de ello. Quizá no lo notan y hasta estarán convencidos de que todo lo que escribo no es más que el producto de una mente alarmista e incendiaria, pero soy un millennial y como miembro de un segmentado grupo que en la línea temporal de nuestra era actual ha recorrido la mitad del camino de ustedes y la mitad del camino de ellos, puedo decirles con toda conciencia y razón que los niños de ahora, esos que crecieron en un mundo en el que la internet no fue algo que evolucionó para introducirse a sus vidas sino que ya estaba, (como si fuese algo que hubiese existido siempre) no están creciendo con los mismos valores que ustedes, ni están desarrollando las mismas destrezas sociales que ustedes y no están conectándose ni comprometiéndose a las costumbres con las que ustedes creen que los están criando.

Para ser aún más franco, de hecho, no son ni siquiera ustedes quienes los crían; solo los alimentan y les proveen los suministros que necesitan para llegar a la adultez, les recuerdan de vez en cuando lo duro que es conseguirles todas esas cosas, pero nunca les hacen entender en realidad lo que cuesta, lo difícil que es, lo frustrante que realmente resulta tener aspiraciones propias y renunciar a muchas de ellas o a todas para entregarlas como sacrificio a la responsabilidad de un hogar en el que ese esfuerzo no es valorado. Es el colmo, ni siquiera hay un concepto de pertenencia que gire en torno a la familia. Recuérdenlo, en tiempos ya olvidados, la gente se enorgullecía de tener su apellido. Significaba algo. Hoy ya no significa nada. Simplemente son el par de apellidos que nos tocó, un mero requisito para la cédula. Algo nada importante.

Padres colombianos, que no les suceda lo mismo que a mí me sucedió en mi adolescencia. No se engañen y se inventen realidades diferentes con respecto a la forma en la que están creciendo sus hijos. No se convenzan de que lo están haciendo bien para simplemente conformarse y dejar de hacer más. Eso ya les ha sucedido a muchos de nuestros propios padres que tuvieron que enfrentarse a un mundo en transición tecnológica en el que obligados presenciaron cómo sus hijos (nosotros) empezaban a ser abordados por peligros para los cuales ni ellos con toda su adultez y experiencia estaban preparados.

¡Estamos advertidos! No cometamos los mismos errores de generaciones pasadas, no nos estanquemos en hábitos y metodologías de la época en la que nos criamos, pues a medida que nos enjaulamos en costumbres de nuestro tiempo y no evolucionamos junto con nuestros hijos, los dejamos indefensos ante todos los demás medios que sí hacen la tarea y se aprovechan del descuido y la ingenuidad del adulto.

Disminuyamos la cantidad de esos niños que no son capaces nunca de contarles sus problemas a sus padres porque el adulto siempre menosprecia las preocupaciones de un menor, porque el adulto siempre resta importancia a las cuestiones del niño, lo hace sentir infantil, como sí no fuera obvia su edad y los asuntos que le atormentan no merecieran el más mínimo grado de atención. Tengan en cuenta una cosa que nunca han considerado y es que la niñez sencilla que ustedes vivieron no es la misma que se vive ahora. Dejen de pensar que el niño por ser niño debe ser criado dentro de una burbuja de infantilismo excesivo porque “no entiende” los problemas de la vida adulta. No hay nada más estúpido que estar convencido de eso. Los niños entienden todo lo que les rodea y el aislarlos de la realidad no los prepara para ella, por el contrario, los sumerge en una mentira que los padres incuban creyendo que están protegiendo la infancia de sus hijos, los deja abandonados en una selva virtual llena de mentiras. Explíquenles a sus hijos las cosas, pero explíquenselas de verdad, involúcrenlos en los problemas de la vida cotidiana para que crezcan siendo personas conscientes de sus sacrificios y de su amor, no cuervos desagradecidos que luego les sacaran los ojos.

Conéctense con los problemas de sus hijos, no piensen “Eso pa' qué? Es un culicagado al que le doy todo, no puede tener nada de qué preocuparse”. Traten de verlos desde la perspectiva de ellos. Prepárenlos para el mundo. Todos los días escuchó decir que los niños son el futuro de nuestro país, y con vergüenza pienso: ¿Cuáles niños? Todos están recibiendo la educación equivocada, todos están siendo criados por la internet al antojo del mundo del entretenimiento, sus padres nunca los concientizan de lo importantes que son para el futuro, no les meten en la cabeza los problemas del país y las posibles formas de resolverlos, ¡Tómenselo en serio, carajo! Dejen de creer que el colegio es el responsable de educarlos. ¡No! Los responsables son ustedes. En el colegio les enseñan cosas, pero son los padres los verdaderos educadores, ustedes con su ejemplo le muestran al niño los principales modos y actitudes con las que interpretaran el mundo e interactuaran en él; recuerden, los niños son solo tan ambiciosos como lo puedan llegar a ser sus padres, y si ustedes no los enseñan a tener metas y a lograrlas, van a vivir en eterna procrastinación el resto de la vida, amontonados en el desfiladero de los monos. Guíenlos de verdad, dejen de pensar que alimentarlos, vestirlos y darles para la mesada es el único trabajo que tienen.

Señores y señoras recién lanzados a la paternidad, por favor no sean idiotas con sus hijos. Nuestros padres tuvieron excusa. Ustedes no.

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