Salir de paseo puede convertirse en un viacrucis para las miles de personas que viajamos por las carreteras de Colombia, las cuales reflejan el atraso, la corrupción y parte de los problemas económicos más graves del segundo país más “feliz del mundo”.
Ya es un panorama inevitable, viajes eternos por las vías de “cuarta generación” cada festivo o fecha vacacional dan mérito al título de Colombia como el país con mayores atrasos en materia de infraestructura de transporte en Sudamérica. Este hecho, ambientado en un panorama geográfico montañoso y quebrado, más allá de ser un gran entrenamiento para los ciclistas, se constituye un reto vial que el país no ha logrado superar.
Con un atraso de más de 50 años, los gobiernos de este milenio han trabajado por mejorar la infraestructura vial del país en proyectos como la Ruta del Sol, las vías 4G (oficialmente, Cuarta generación de Concesiones) y el Cruce de la Cordillera Central. Si bien estos han significado avances importantes, como el aumento de más de 1.000 km en carreteras de doble calzada entre el 2010 al 2017[1] o la pavimentación de algunas vías secundarias y terciarias, no ha logrado suplir las deficiencias históricas que ha tenido la infraestructura vial colombiana.
Este hecho ha generado una desventaja económica significativa por varias razones. En primer lugar, al tener una red vial mediocre, sumada a los precios de la gasolina y los peajes por las nubes; se generan costos de transporte de mercancías y pasajeros a veces exorbitantes, tanto así que es más barato transportar mercancía de Bogotá a París que al puerto marítimo de Buenaventura —teniendo en cuenta la diferencia de más de 8.000 km entre un lugar y otro—. En últimas el principal perjudicado es el Colombiano promedio, que con resignación tiene que padecer los altos costos de vida por el hecho básico de que los productos tienen un precio final elevado por el valor del transporte.
En segundo lugar, una red vial deficiente ha generado bienes menos competitivos en los mercados internacionales y nacionales, lo cual incentiva la importación de productos, en esa medida, una tercera desventaja, toca los bolsillos de los campesinos y pequeños empresarios de Colombia, los cuales tienen pocos incentivos para trabajar y enviar sus productos a los mercados ante vías terciarias deficientes y los ya mencionados costos de transporte que muchas veces los ha motivado a trabajar con contrabando y/o cultivos ilícitos.
Aun para agravar más las cosas, los proyectos viales de modernización como El Túnel de la Línea y la Ruta del Sol ejecutada por el ya conocido Odebrecht, han estado permeados por impedimentos legales (Consultas populares, licencias ambientales, funcionarios investigados o judicializados) y corrupción desbordante que retrasa más las obras. El caso más representativo ha sido El Túnel de la Línea, el cual pretende recortar los tiempos de viaje (a veces de 8 horas) de los 45 Km que separan a Cajamarca (Tolima) de Calarcá (Quindío). Para eso, el proyecto ha estado “atravesando” la Cordillera Central desde diciembre del 2009, pero entre prorroga y prorroga de una entrega programa inicialmente para el 2012, no se ha hecho uso del famoso túnel, el cual en un principio costaría $629.000 millones, pero con el paso de los meses, ya tiene una cuenta de cobro superior a los $1.27 billones de pesos. Si estas son las condiciones de la “obra vial más importante del país”, no es difícil imaginarse el resto...
Una buena infraestructura vial como la chilena o ecuatoriana implicaría para viajeros como nosotros ir en un menor tiempo a nuestros destinos. Además, a los comerciantes, campesinos y trabajadores les reduciría el costo del transporte de sus productos de una manera bastante significativa para entrar a competir en los mercados internacionales. Pero, aún más importante, mejorar la calidad de las vías del país bajaría considerablemente los índices de accidentalidad en carreteras, a los cuales todos los usuarios estamos expuestos a tener en cualquier momento.
No solo se trata de la construcción y mejoramiento de vías, sino de cómo estas se interconectan con otros medios de transporte de carga y pasajeros olvidados como los ferrocarriles y los barcos. En ese sentido, se debe propender por un plan eficiente en el que se interconecten en un futuro de corto, mediano y largo plazo, para así ofrecer más opciones eficientes a los “carreteables” por los que hemos tenido que padecer estos años.
Referencias:
https://www.elespectador.com/noticias/economia/colombia-se-raja-infraestructura-vial-articulo-388669
[1] En el 2010 se tenían construidos 743 Km de carreteras en doble calzada y en el 2018 se estima que se construyeron hasta el momento 1.773 Km