Andrea Sanabria al andar por la sabana de Valledupar tiene que evitar pisar las culebras, mientras se le suben las garrapatas y aradores. El calor es insoportable y ella debe visitar cada una de las fincas que hay en tres veredas. Es una de las tareas que tiene en la pasantía que está haciendo con Manos a la Paz, iniciativa del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y el Ministerio del Posconflicto.
Manos a la Paz consiste en invitar estudiantes de pregrado de las universidades colombianas para que conozcan el campo y vivan la ruralidad, mientras aportan al desarrollo de las comunidades. Sin embargo, Andrea es especial: es la única que ya tiene una carrera. De hecho, la dejaron participar porque está cursando una especialización: Geografía y Gestión Ambiental del Territorio en la Universidad Central.
Desde que entró a la pasantía tiene que pasar semanas enteras en zonas sin celular, sin luz y mucho menos sin agua potable. Para llegar a las tres veredas donde trabaja tiene que coger carreteras terciarias que parecen de película, pero eso es lo que la hace despertarse cada día más feliz: está ayudando a personas que están completamente olvidadas en Colombia.
Su trabajo consiste en tomar todo el conocimiento teórico sobre medioambiente y economías alternativas y encontrar la manera de enseñarlo a las personas que viven en las veredas Tierras Nuevas, Mata de Caña y Praderas. Es aplicar lo que se aprende en las aulas.
Andrea siempre estudió temas de medioambiente: es tecnóloga en Gestión Ambiental de la Distrital y luego estudió Ingeniería Ambiental en la Universidad Central. No obstante, había una conexión que le faltaba. Conocía el medioambiente, pero no sabía cómo hacer para que los campesinos sintieran lo mismo.
Cuando terminó la carrera, necesitaba encontrar algo que le permitiera aplicar todo ese conocimiento del medioambiente a la realidad. Sabía que la naturaleza no era algo que estaba por ahí independiente del mundo, sino que había que encontrar la manera de respetarla en medio del trajín humano. Así llegó a la estudiar la Especialización en Geografía y Gestión Ambiental del Territorio de la Universidad Central.
En las áridas sabanas de Valledupar, Andrea asesora a los campesinos para que tengan una huerta con dos propósitos. Por un lado, buscan que se popularicen los sembrados de cultivos de pancoger: la independencia alimentaria; por otro, el PNUD está impulsando un semillero de árboles nativos y Andrea es quien está enseñándole a los campesinos qué árboles deben ser sembrados en qué lugar.
Damarys Mercado y Rafael Rada, dos campesinos que viven en una de las fincas donde Andrea está trabajando, han aprendido a hacer abono orgánico usando los restos del mercado y con los sobrados de la basura están haciendo plaguicidas naturales. Así, se están convirtiendo en autosostenibles y sus cultivos de guanábana, papaya y ajonjolí lo demuestran.
Al final, Andrea logró completar el círculo. Es capaz de compartir lo que sabe con las comunidades que más lo necesitan y las que le pueden dar mejor uso a ese conocimiento. Cuando se convirtió en la única persona con posgrado en el programa Manos a la Paz vio el resultado. Ahora visita cada mes a Damarys y a Rafael, a quienes les ha enseñado a manejar mejor su finca y a sembrarla sin acabar con la tierra; un aprendizaje de la Especialización en Geografía y Gestión Ambiental del Territorio de la Universidad Central que ahora es aplicada a un caso de la vida real.
**Artículo patrocinado por la U. Central
