Decía el filósofo Platón que el tiempo es la imagen de una eternidad en movimiento, para sugerir lo efímeros que somos con respecto a los eventos. Sin embargo, desde entonces, y puedo asegurar que desde mucho antes, la humanidad ha venido manipulando la creencia de ser el objetivo central de un universo inmenso, conociendo y sabiendo de antemano que solo somos un elemento más en ese caldo de cultivo.
Pero con esta actitud no hemos hecho otra cosa que desvariar a cada rato, y en el tiempo, sobre lo que somos en realidad, transformando a muchos seres humanos en los osados individuos que han pensado en ser más sabios que las leyes naturales, a las que han creído dominar sin haber medido, hasta ahora, las consecuencias de haber actuado así.
Aunque las evidencias de la destrucción y el deterioro de los recursos naturales en el planeta, y del país, están por todas partes, aún hay muchos de esos seres humanos que están convencidos de que nada está pasando y que si algo pasa es por asuntos meramente naturales y casuales, en los que la actividad humana poco o nada ha tenido que ver, por lo que, según ellos, podemos continuar actuando como hasta hoy, como por ejemplo el presidente Trump en Estados Unidos y varios otros en otras partes, sabiendo todos, en el fondo, que debemos cambiar de inmediato el rumbo.
Marco Aurelio, emperador romano y también filósofo, dijo en su momento que el tiempo es un río que se forma con el paso de los acontecimientos, solo que cuando los queremos recordar, analizándolos en el presente, esos acontecimientos hacen parte de un pasado. Por lo general, malo y que no se puede modificar, y de un futuro del que no conocemos sus resultados ni consecuencias. Por eso es importante recalcar la importancia de entender nuestras diferentes realidades y de actuar a tiempo al hacer notar a todos la importancia de que cada ser, en su individualidad, empiece a ver la posibilidad de un cambio inmediato hacia un gobierno mejor y mundial; intentar que con la ONU se puedan producir y desarrollar unas normas mínimas de convivencia y conservación, donde se garantice la sobrevivencia de los ambientes y elementos necesarios para subsistir, aun pasando por encima de los derechos económicos de los que alegan ser sus dueños, pero quienes con su mal uso vienen y están poniendo en riesgo al resto de la humanidad, sin distingo ni importancia del sistema político que impere.
Por lo que expongo, Colombia es un país que debería estar inmiscuido desde hace mucho tiempo en un proyecto monumental de reforestación y recuperación de cuencas hidrográficas en todo el territorio y motivando a los países vecinos, sabiendo que en muy pocos años el tener conservados estos recursos naturales, o sea los bosques, selvas, árboles, agua, aire, flora, fauna, variabilidad, etc., la harán contar con las herramientas y las riquezas suficientes que podrán heredar las próximas generaciones, las que en el presente, y con nuestro manifiesto egoísmo, muy poca voz e importancia han tenido hasta hoy, sin caer siquiera en cuenta que por ubicación geográfica, por tener lo que tenemos y por ser quienes somos, no tenemos otro destino y el demorarlo es arriesgar toda la vida en el futuro.