Verdades sobre la licitación y el servicio de aseo en Bogotá (Parte I)

Verdades sobre la licitación y el servicio de aseo en Bogotá (Parte I)

"Las condiciones del servicio están direccionadas para que las empresas de aseo recojan más residuos y los entierren en el relleno"

Por: R. CAMILO A. LEAL
noviembre 29, 2017
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Verdades sobre la licitación y el servicio de aseo en Bogotá (Parte I)
Foto: RCN Radio

1. El servicio de aseo de Bogotá está orientado al enterramiento de los residuos en el Relleno Sanitario Doña Juana y la licitación mantiene ese sistema y lo fortalece

Si se revisan los pliegos de la licitación, cualquier persona se dará cuenta de que las condiciones del servicio están direccionadas para que las empresas de aseo recojan más residuos y los entierren en el relleno.

Cualquier urbe “civilizada” que piense eliminar en el largo plazo el enorme pasivo social y ambiental que significa tener un relleno sanitario dentro de la ciudad, primero definiría un esquema de aseo para maximizar el aprovechamiento, para luego sí definir cómo se van a recoger, transportar y disponer los residuos que finalmente no se puedan aprovechar.

Esta licitación hizo todo al revés, privilegió el concepto de “área limpia” sobre el aprovechamiento construyendo unas condiciones en las que los empresas tradicionales de aseo tengan que barrer, limpiar, recoger y transportar más residuos (no importan si son aprovechables) para que estéticamente la ciudad se vea más limpia, sin importar que lleguen más residuos de los que hoy llegan a Doña Juana.

Luego por presión social y jurídica de los recicladores la UAESP “recordó” que el aprovechamiento de residuos hace parte del servicio de aseo y que existían múltiples órdenes de la Corte para incluir a los recicladores y eliminar la competencia desigual por los residuos entre los compactadores y la población recicladora. A pesar de que se le “recordó” a la administración Peñalosa las sentencias y autos de la Corte, la UAESP simplemente incluyó en los pliegos contenedores para residuos aprovechables y que las empresas de aseo que recogen residuos para su enterramiento le “informen” a los recicladores el horario y frecuencia de sus rutas. Toda una genialidad para esquivar a la Corte Constitucional y privilegiar a las empresas de aseo que se queden con la licitación, varias de ellas empresas extranjeras que no tienen la menor idea del enorme problema ambiental y social que genera el Relleno Sanitario Doña Juana y la vulnerabilidad socioeconómica de los recicladores.

2. Sin una cultura de separación en la fuente, la contenerización deja a los recicladores sin posibilidad de recoger gran parte de los residuos que hoy recuperan

A pesar de que la licitación contempla también la instalación de contenedores para residuos aprovechables, es evidente para cualquier persona que la gente por ausencia de cultura ciudadana sacará una sola bolsa en la que los residuos van  mezclados y la dejará en el contenedor de no aprovechables, operados por las empresas que recogen los residuos para enterrarlos en el relleno. Las condiciones propuestas por la licitación no permiten que los recicladores revisen los contenedores de no aprovechables, y el nuevo Código de Policía prohíbe y sanciona económicamente a las personas que se atrevan a hacerlo.

Implementar la contenerización con el nivel deficiente de separación en la fuente que tenemos en Bogotá significa llenar los contenedores de residuos aprovechables que irán a parar directamente al relleno, eliminando la posibilidad de que los recicladores hagan el trabajo que todos los días hacen por nosotros, separar los residuos y devolverlos al ciclo productivo. La irresponsabilidad de nosotros los ciudadanos en la gestión de sus residuos agrava el problema, y la UAESP no incluye esta variable en la licitación. Pregúntenle a la UAESP y a la Secretaría Distrital de Ambiente cuántos comparendos ambientales se han interpuesto a los usuarios por no separar sus residuos. La respuesta les sorprenderá…

3. Los ciudadanos pagamos a través de la factura del aseo un servicio de aprovechamiento ineficiente... es más, pagamos un servicio que no sabemos si realmente funciona….

Desde la implementación del Decreto Nacional 596 de 2016 (abril de 2016), todos los bogotanos pagamos en nuestra factura de aseo el Valor Base de Aprovechamiento, es decir pagamos el servicio de recoger, transportar y devolver al ciclo productivo los residuos aprovechables que generamos. Sin embargo, la administración Peñalosa a través del PGIRS Decreto 495 de 2016 eliminó la implementación el esquema de aprovechamiento sectorizado que había dejado la administración Petro que tenía por nombre “Bogotá se orienta al aprovechamiento total de sus residuos” e impuso nuevamente la libre competencia para recoger los residuos aprovechables.

El desorden de la libre competencia en el servicio de aprovechamiento es tal que hoy la inmensa mayoría de los bogotanos no sabe quién es la empresa, la organización de recicladores o el reciclador que recoge sus residuos aprovechables. Tampoco sabemos cuántos residuos nos están recogiendo y en qué condiciones lo están haciendo… Es más, ni siquiera sabemos si realmente nos están recogiendo los residuos aprovechables, a pesar de que todos los meses pagamos por este servicio.

Los bogotanos aunque seguimos pagando por este servicio, seguimos viendo a los recicladores trabajar en condiciones inhumanas, seguimos viendo los regueros de residuos en la calle y seguimos viendo que al Relleno Sanitario Doña Juana siguen llegando toneladas y toneladas de residuos, muchos de ellos, aprovechables.

Está por destaparse un escándalo sobre presuntas irregularidades en el reporte de las toneladas aprovechadas que cobran algunas organizaciones de recicladores y bodegueros (compradores de material reciclable al detal que lo revenden al por mayor) que se metieron al servicio de aseo haciéndose pasar por recicladores. Plata que sale del bolsillo de todos los bogotanos y que avivatos aprovechando la implementación de un esquema de libre competencia ineficiente, complejo y costosísimo de supervisar, están dejando la imagen del gremio reciclador por el piso, y presuntamente estrían defraudando las arcas del servicio de aseo.

Todo esto a pesar de que la Constitución Política de Colombia, la Ley 142 de 1994 y el Decreto Nacional 1077 de 2015 establecen que todo servicio público se debe prestar en un esquema que garantice eficiencia, rentabilidad para los prestadores, cobertura para todos los usuarios y reducción de tarifas. Como ven, la administración Peñalosa incumple la ley colombiana.

4. El esquema de libre competencia en el que se desarrolla el aprovechamiento de los residuos perpetúa la vulnerabilidad de la población recicladora y la desigualdad entre las organizaciones de recicladores y los empresarios tradicionales del aseo

El esquema de libre competencia permite que los usuarios continúen abusando de los recicladores, porque el reciclador tiene que someterse a las condiciones que le exija el administrador del conjunto o el funcionario de turno que hace la gestión ambiental de la empresa para que lo dejen reciclar. Pagarle al administrador para reciclar, lavar shuts y canecas, la obligación de sacarle la basura al operador de no aprovechables, darle panela, café y mercado a los vigilantes, entre otros, son las condiciones abusivas a las que debe someterse el reciclador en algunas empresas y conjuntos residenciales para poder trabajar, a pesar de que la norma establece la obligatoriedad del usuario de presentarle sus residuos debidamente separados y sin contraprestación alguna al servicio de aseo. En libre competencia, los residuos aprovechables son una mercancía que se le “vende” al mejor postor…

Que el servicio de aseo privilegie a los empresarios que recogen los residuos para enterrarlos en el relleno con áreas de servicio exclusivo en las que no compiten con nadie, les asegura a ellos la rentabilidad del negocio. Ellos cobran por cada tonelada que llevan al relleno y dudo que tengan mayor interés en que el aprovechamiento de residuos se fortalezca. En cambio, los recicladores en libre competencia siguen “calle a calle” compitiendo por cada kilogramo de papel, cartón, plástico, etc en precarias condiciones contra sus mismos compañeros y contra los empresarios del aseo porque los residuos vienen mezclados en la misma bolsa. Son los recicladores los que tienen que meter la mano bolsa por bolsa para escoger los materiales reciclables rápidamente antes de que pase el “carro de la basura”, mientras que para el operario del compactador la tarea es más sencilla, recoger todas las bolsas y echarlas al compactador.

En la parte II de este artículo se presentarán datos y cifras de la investigación sobre el servicio de aseo y de aprovechamiento en el marco del desarrollo de la tesis de maestría en Desarrollo Sustentable y Gestión Ambiental de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas: Libre competencia y reciclaje en Bogotá: informalidad y explotación en el servicio público de aprovechamiento de residuos sólidos.

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