El resultado de las elecciones atípicas del domingo en Yopal necesariamente es un campanazo de alerta, en especial para el Centro Democrático, y también para un amplio sector del conservatismo y de paso Cambio Radical.
Hasta el sábado pasado Yopal y todo el departamento del Casanare eran considerados la corona del uribismo; sin embargo, parece que la tortilla se ha volteado. Se impuso la izquierda.
¿Qué pasó? Los motivos son muchos y solo por citar algunos diré que los electores ya no son pendejos, ahora muchos leen la hoja de vida de sus candidatos y hay que reconocer que Arcenio Sandoval, quien terminó segundo, no tenía la preparación intelectual óptima para asumir el cargo y sus contendores se lo hicieron ver a los electores. Adicional a esto, en la capital del Casanare es evidente el descontento de los ciudadanos, quienes ven que por la corrupción en los últimos 9 años hubo 7 alcaldes y la ciudad no ha tenido cambios significativos en su desarrollo.
Sin embargo, y al margen de los acontecimientos, hoy muchos se preguntan ¿de dónde salió la plata para que la Coalición Colombia (Claudia López, Jorge Robledo y Sergio Fajardo) sufragara una campaña tan desgastante como costosa? ¡Averígüelo Vargas!
La otra gran pregunta es ¿dónde fue a parar el caudal electoral de Uribe en Casanare? Y esta sí se las respondo yo: el voto uribista sigue ahí, pues 14.576 que logró el uribista Arsenio Sandoval es la misma cantidad que obtuvo el CD en las elecciones de 2015, fueron 14.153 votos.
Reitero, el voto uribista está ahí, pero no creció, a los uribistas locales en Yopal les quedó grande la tarea, ¡se durmieron en los laureles!
El CD no supo manejar ese caudal; quizá por arrogancia de algunos o la displicencia de otros que se envejecieron dentro del partido, pero como sanguijuelas que no aportaban, que no hacían propuestas programáticas atractivas, y que daban por hecho que bastaba solo el paraguas de Uribe.
Finalmente, creo que el discurso del uribismo se está avinagrando, y esto lo está capitalizando la izquierda. Hay que aceptar que el proceso de paz con las Farc, con todo y sus mentiras, con todo y su implícita impunidad, es algo que ya no tiene reversa. Está bien que se luche para que Juan Manuel Santos y las Farc no le metan un gol de impunidad a los colombianos saltándose la JEP, pero no pueden quedarse la anacrónica verborrea de hacer ver a los guerrilleros como los malos del paseo.
Si el uribismo quiere, como profesa, "salvar al país de convertirse en otra Venezuela", lo primero que tiene que hacer es salvarse a si mismo como fuerza política, y esto solo lo van a lograr con un cambio de fondo no solo en su discurso sino también en sus propuestas de gobierno, y en la forma de hacer política.
El mismísimo Álvaro Uribe tiene que ponerle celeridad a la escogencia de los candidatos, los está quemando con tanta indecisión. Debe trabajar en la presentación de propuestas menos guerreristas y más programáticas, "demasiada prudencia acaba la paciencia" .
El uribismo tiene que despertar. La izquierda colombiana, que aunque lo niegue también representa a las Farc, es la misma izquierda que hoy les está sacando ventaja y eso quedó claritico en Yopal.
