A finales de noviembre de este año se viralizó en redes sociales un video donde se ve una auxiliar de guardería haciendo comer de la manera más cruel a una bebé de tan solo nueve meses. El hecho ocurrió en un reconocido jardín infantil de Bucaramanga, en la zona de Cabecera. Las reacciones de la ciudadanía no se hicieron esperar.
Como madre sentí dolor e impotencia por lo visto, pero luego me dio terror al ver las reacciones de los bumangueses. Según Vanguardia Liberal, este video fue grabado por una practicante, que luego compartió con la mamá de la menor, quien dio parte a la rectora del Jardín Ducky, Yobana Graterón Morales. Según declaraciones de esta, se procedio con el despido de la auxiliar y se tomaron las medidas pertinentes; sin embargo, el video empezó a circular en redes y el infierno se desató. A pesar de que la rectora puso la cara y de que el 27 de noviembre de 2017 ICBF, Policía de Infancia y Adolescencia y la Secretaría de Educación de Bucaramanga se dispusieron a visitar el jardín e investigar los sucesos, las redes sociales explotaron en insultos y hasta amenazas de muerte, tanto así que si uno busca el perfil de la institución en Facebook, ya no se encuentra.
Graterón Morales denunció que ha recibido amenazas de muerte, al igual que la auxiliar de “Caminadores Uno” involucrada en este caso. “Tengo amenazas de muerte, temo por mi vida y por mi integridad. Me escriben que saben dónde vivo. Hay toda una campaña de odio dirigida en mi contra y la institución”, dice la rectora visiblemente afectada. La reputación de la rectora y de la Institución quedaron aplastadas y ahora a Graterón no solo teme a las repercusiones penales de este hecho aberrante sino que ahora se enfrenta a la anónima amenaza en redes sociales.
Ver: Denuncian maltrato a bebé de 9 meses en jardín infantil de Bucaramanga
En este caso me queda claro que como sociedad nos rajamos. Todos salimos perdiendo: la bebé maltratada, la sociedad armada con las redes sociales, haciendo uso del linchamiento social, sacando lo peor de nosotros y el jardín infantil que no se le dio ni la más mínima oportunidad de rectificar sino que fue condenada al ostracismo por una ciudadanía que se erige como policía, fiscal, juez y verdugo. A diferencia de los Estados Unidos nosotros no tenemos una enmienda que nos da libertad de tener armas, pero si tenemos el derecho constitucional a la libertad de expresión que está llegando a unos límites peligrosos.
Aclaro, no estoy de acuerdo con el accionar de la auxiliar y su desconocimiento de las prácticas adecuadas para la atención y cuidado de la primera infancia; tampoco creo que fuera la primera vez que esto ocurría en el jardín y al ver el video, en el que pasan otros miembros del personal, me parece que las directivas del Jardín no eran del todo ajenas a la situación; pero la viralización del vídeo llegó al punto de las amenazas contra la vida de las implicadas y de campañas de odio. Esto saco el paraco interior de la sociedad colombiana y da la estocada final a un aparato judicial en decadencia. Cada vez más cerca de Black Mirror: con un click investigamos, juzgamos y hasta sentenciamos al ostracismo, y en el caso colombiano, a la muerte real, con tal solo un hashtag. ¿Y todavía se preguntan porque como sociedad nos rajamos en el proceso de posconflicto, en nuestra capacidad de juzgar, perdonar, reparar y construir? Como madre, quiero saber que mi hijo está en buenas manos y que las entidades de control están haciendo su trabajo de vigilancia, pero no pienso ser cómplice de esta lapidación colectiva. No podemos combatir la violencia con más violencia.
Ver: Indignación por caso de profesora que obligó a comer, de forma violenta, a una bebé en Bucaramanga