El otro año se celebrarán 100 años de explotación petrolera, un siglo en el que han pasado muchas cosas. La historia de extracción petrolera en el país pasó de simples concesiones a la empresa extranjera Tropical Oil Company a la nacionalización de la explotación. A pesar de tantas artimañas jurídico-políticas para prorrogar ilegítimamente dichas concesiones, gran influencia tuvieron allí las protestas sindicales de la USO (Unión Sindical Obrera) y otros sectores como los trabajadores del ferrocarril y los del sector bananero, sin dejar de lado en 1927 la huelga de la confederación obrera nacional.
La tendencia energética mundial está cambiando, el petróleo está llegando a su final. Las energías limpias apenas inician una trayectoria que será muy beneficiosa. Esto por la problemática ambiental que se viene padeciendo en el mundo. Aunque avanza lentamente, pues en todos los países no encuentra suficiente fuerza –como el nuestro— es una inclinación que amenaza bastante al petróleo como principal elemento energético. La producción de combustibles ecológicos (energía renovable y biocombustibles) es causada por la mencionada situación ambiental actual. Por otro lado, ha disminuido —por parte de los biocombustibles sobretodo— la oferta alimentaria.
Así como el carbón tuvo su época de imperio energético, el petróleo, digno sucesor, está llegando al colme de su ciclo. Y Colombia, le ha apostado a la extracción de petróleo e inversión desenfrenada en medios de producción para este fin. El petróleo tiene dificultades adicionales a la de la amenaza de su decadencia como primer energético mundial. En primer lugar, está supeditado al vaivén del dólar, es innegable la crisis del país por el último impacto de la divisa. Además, en algunas ocasiones se hace irreconciliable ambiente-petróleo –esto no es absoluto, solo que algunas veces se sacrifica uno por otro—. Por último, algo muy llamativo y es que el petróleo está clasificado como energía no renovable.
Se estima que Colombia no tiene reservas de crudo sino hasta cinco años, lo que comprueba algo que se sabía. No somos un país petrolero, pero si petróleodependiente. Preocupante. A diferencia de Venezuela que tiene reservas para 200 años –ellos si son un país petrolero— y que por no incentivar la producción interna e importar muchos productos, confiados en la riqueza del petróleo –que genera mucha— y sin hacer más que extraer, están sumidos en una crisis bastante compleja. El petróleo sí genera riqueza y puede generar desarrollo, solo hay que saber manejarlo, y ahora, lo más importante, hay que saber cuándo soltarlo.
La reducción de oferta alimenticia que es un fenómeno mundial nos hace prospectar que posiblemente aumentará la demanda en ese mismo campo o que por lo menos será superior. La FAO ha dicho por estos días (en julio de este año) que Colombia tiene gran potencial para convertirse en una despensa mundial de alimentos, sin afectar las fronteras ambientales. Desde luego es algo que no era necesario que lo dijera la FAO, pues cualquier colombiano puede notar que tenemos gran potencial agroproductivo, que es algo que siempre ha estado allí.
Es entonces simple sentido común. Lo anterior nos muestra cómo la ineptitud o la corrupción en la dirigencia del país ha ignorado algo tan básico; aunque algunos políticos y dirigentes alimentan su vida diaria con las críticas al petrolero vecino sin quitar la gran viga del ojo propio que hoy, innegablemente, nos tiene en crisis. El asunto del petróleo es de cuidado: si se sabe manejar bien es bueno, sino desastroso. Pero ya ha terminado su era (en Colombia antes que en el mundo). Hay un gran potencial en producción alimentaria que nos puede llevar cruzar la línea de la mera producción primaria.