Se despilfarraron 40 mil millones de pesos en una "fiesta ciudadana" según el partido liberal. En mi humilde opinión, ni Pablo Escobar se gastó tan ingentes sumas de dinero en una "fiesta", aunque sí sirvió para lo mismo, para alimentar los egos de los dirigentes del partido y empoderar la cleptocracia en la que estamos inmersos hasta las narices, desde el jarrón de Llorente y la sinuosa “independencia”.
Ni siquiera la coyuntura económica y social que vive el país fue motivo suficiente para disuadir (o tocar el corazón, pero no, son felices escupiendo su perfidia al pueblo) la codicia y la premura por llenar las arcas personales y las de un partido retrogrado. Ya que necesitan aceitar la maquinaria politiquera, de cara a las verdaderas elecciones que ya advienen, y así intentar distorsionar y embrollar las campañas de las fuerzas progresistas. Que por estos tiempos de introspección y reflexión nacional (individual y colectiva), gracias a la corrupción, (siempre ha habido, pero esta vez de forma conchosa) endémica y sistémica que nos ha consumido hasta los tuétanos, gracias a eso, las fuerzas progresistas hoy son mayoría.
Cuántas cárceles se podrían haber construido con los 13 millones de dólares que se lapidaron del erario público y aparecerán en los bolsillos de los contratistas afines a los oligarcas liberales, que seguramente, y como es el modus operandi al que nos tienen acostumbrados, guardarán el producto del peculado en Panamá o en algún otro paraíso fiscal.
Entonces quedan flotando preguntas de casos hipotéticos, como la anterior planteada, ¿cuantas cárceles se podrían haber construido con ese dinero?, y así por lo menos, mejorar la calidad de vida del grueso de la población, que se ha visto en detrimento por la crisis económica (exhortada por la reforma tributaria terrorista, que se jacta de recaudar 7 billones adicionales, mientras por la corrupción hay un déficit de 40 billones, dicho por el propio contralor general, es decir, expolian de frente, y luego expolian aún más, a través de artilugios tributarios como la reforma tributaria citada, para tapar las tropelías y peculados que han escocido, los incompetentes paridos de este incesto político, endémico de nuestro país ), la crisis de los venezolanos en la frontera (ya se siente en el interior del país) y como si fuera poco, se percibe una nueva crisis, la crisis de la inseguridad, ya no rural sino urbana.
Me acongoja saber, si aun con la manifiesta desidia del Estado y la de sus funcionarios espurios, para con la clase media, que es la que sostiene (en detrimento de su propia calidad de vida) sobre sus hombros y con su sudor, los escandalosos privilegios y la fastuosa parafernalia que disfruta la clase política, y demás funcionarios públicos de alto nivel, será preludio de un cambio en nuestra idiosincrasia, de nuestra manera de pensar, de vender nuestra soberanía al momento de votar, a cambio de un efímero mercado o un tamal insípido, porque solo a través de ese cambio en nuestro discernimiento, resurgirá como un fénix, un atisbo de esperanza y oportunidad para nuestra sociedad y nuestros hijos.