Más allá de la corrupción: la moralidad

Más allá de la corrupción: la moralidad

"Nos hemos vueltos expertos en expedir aforismos a la 'trocha y mocha' con el objetivo de mejorar la situación, pero causando el efecto contrario"

Por: Jorge Alberto Guerra
noviembre 23, 2017
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Más allá de la corrupción: la moralidad

La población, los políticos y medios se han encargado de explotar el tema de la corrupción hasta más no poder, pero más allá de todos esos escándalos y sus detalles, es necesario reflexionar sobre cuál es verdaderamente la raíz del fenómeno.

Colombia tiene un robusto y caótico sistema jurisprudencial. Se estima que tiene 20 códigos, 16 estatutos nacionales y un montón de leyes que suelen tener diferentes interpretaciones.

Nos hemos vueltos expertos en expedir aforismos a la "trocha y mocha" con el objetivo de mejorar la situación, pero causando el efecto contrario.

Aun a pesar de todo esto no es posible controlar la corrupción, así se logren un millón de leyes y se hagan esfuerzos como el de la senadora Claudia López con la consulta anticorrupción y uno de los debates más destacados en el Congreso, el pillo siempre busca la forma de salirse por la tangente con el fin de beneficiarse.

El problema no radica entonces en la elaboración de determinadas leyes, sino más bien en la moralidad y ética de cada individuo. Todo funcionario tanto privado como público y de todos los rangos jerárquicos tiene y tendrán siempre cierto grado de libertad para manejar los recursos.

Convirtiendo finalmente a la ética y moral del funcionario en la brújula de cómo debería actuar frente a los diferentes dilemas que se enfrentara a lo largo de su gestión. Tal y como decía Platón, “la virtud debe anteponerse a las riquezas y placeres, que ni siquiera merecen el nombre de bienes en comparación de aquElla”.

Es por eso que los esfuerzos en contra de este problema nunca van a dar realmente frutos si no se logra concientizar a través de la educación a las generaciones venideras, con el fin de poder brindarles un criterio moral, ético y filosófico realmente robusto para reducir el problema al mínimo.

Pero sería muy ideal pretender eso sin que mejoremos la percepción de la  población en general, el sistema educativo, la calidad docente, dar el verdadero valor a la parte ética, filosofía y humanidades en general en los establecimientos educativos de educación de educación básica, media y superior y al núcleo familiar quien es el principal responsable de la formación integral de los individuos.

Así que no hay que perder tiempo ni esfuerzos dirigidos a atacar simplemente a las extremidades del fenómeno, hay que llegar a la raíces. La situación política actual simplemente es un reflejo de la sociedad, el cambio fundamental no está en el próximo presidente, ni en el Congreso, ni algún caudillo de cualquier corriente ideológica; el cambio está en ti.

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