Ya se empieza a escuchar en las voces de algunos habitantes del puerto más importante de Colombia que es inminente el retorno de la violencia a Buenaventura. La gente murmura muy, pero muy bajito, que dentro de poco llegará al puerto un sujeto procedente del eje cafetero (Quindío, Risaralda, Caldas, Antioquia), quien reestructurará las bandas delincuenciales. Es innegable que Buenaventura ha vivido unos meses en total calma en muchos de sus barrios, pero también es innegable que algunas formas de violencia poco vistas en el puerto han hecho presencia: robo de motocicletas, por ejemplo. Pero es preciso observar el tema de la reparamilitarización agudizando la mirada.
Los siguientes puntos abordados surgen a partir de diálogos con moradores de algunos sectores del puerto. Vale la pena mencionar que los puntos abordados merecen ser tratados de forma más densa, pero por cuestiones de espacio no es posible hacerlo.
- ¿Por qué se reestructuran los paramilitares en Buenaventura?
Una de las principales razones en la ubicación estratégica del puerto, la cual lo convierte en una de las rutas más apetecidas del planeta para la “exportación” de droga. Buenaventura se conecta con Panamá y esta a su vez se conecta con dos océanos, el Pacífico y el Atlántico. Esto la convierte en un punto muy atractivo para la ruta, no solo de polvo blanco (cocaína) sino de otras drogas que van haciendo sus escalas en Centro América, pero su destino final es EUA, porque allá el precio es más alto. Se estima que Estados Unidos es el primer mercado del planeta para las drogas.
Hablo de reparamilitarización porque los paras nunca se fueron, cambiaron de nombre: La empresa, Los urabeños o La gente del orden. En ese orden de ideas, en Tura, como ha sido llamado el primer puerto de Colombia por los pobladores del Pacífico en los últimos años, lo que ha ocurrido es un silenciamiento momentáneo de los fusiles, una tregua pactada por los dirigentes de los grupos que operan en la ciudad. Se dice que dentro de la reestructuración se está seduciendo a los jóvenes con un salario de un millón de pesos mensuales para que presten sus servicios como soldados callejeros.
- Un mercado interno para la compra/venta de drogas: microtráfico
Lo’ maliantes quieren krippy, krippy, krippy, krippy, krippy
To’a las babys quieren kush, kush, kush, kush, kush. Lo’ gansters quieren krippy, krippy, krippy, krippy, krippy To’a las putas quieren kush… Prendo y me pierdo en el humo, floto cada vez que fumo, capsuliando voy en la nave, nave. No corro por la de nadie, nadie no confio en nadie, nadie porque aquí no se sabe, sabe quién es qué... (Farruko y Bad Bunny). Ese es uno de los estribillos que más suena en las esquinas de Buenaventura por estos días.
No es necesario revisar entre líneas, el mensaje es claro y frontal: describir el consumo y mercantilización de la droga, todo ello conectado con la vida fácil. Niños y niñas se aprenden la canción, incluso con la ayuda de los adultos en sus propias casas. Parte de la reestructuración paramilitar consiste en inundar los centros educativos (escuelas, colegios y universidades) de diversos tipos de drogas. Podemos observar paulatinamente cómo la gente joven de Tura ha venido aumentando el consumo de sustancias psicoactivas en las calles y parques, robusteciendo así la economía de los narcos del interior del país y la de los locales. De igual forma se está tejiendo una red de prostitución que pretende aglutinar a mujeres jóvenes para que “abastezcan” el mercado de toda la zona.
- Asesinato y amenazas de muerte a líderes y lideresas
La muerte del líder Jair Cortés, oriundo de Tumaco, disparó la alarma para alertarnos de que en Colombia si existe la pena de muerte. Todas las cifras que podemos observar en diferentes fuentes reportan más de 100 asesinatos en lo que va corrido del año. Muchos líderes y lideresas están siendo hostigados, algunos han tenido que abandonar la zona, en vista de la negativa del Estado para brindar la protección oportuna.
- La violencia mueve votos: se aproximan las elecciones presidenciales
La violencia es uno de los temas fundamentales en los discursos de algunos politiqueros y este sale a relucir más en época de elecciones. Todos los candidatos tienen la solución, incrementando el número de soldados y de policías en las calles, ya nos hemos dado cuenta que este mecanismo es parte de la solución, pero no resuelve el problema estructural de violencia. Es duro decirlo pero es real, algunos candidatos ruegan que se incremente la violencia en Buenaventura, para así salir a decir que ellos son la única solución a ese mal.
Casi todos conocen las soluciones: inversión social de verdad
El 24 de noviembre de 2016 a las 5:29 p.m se firmó el acuerdo de paz con el grupo guerrillero de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia). Ya ha pasado casi un año y es preciso que vayamos esquematizando los instrumentos que nos permitan hacer un balance serio de lo que ha dejado esta firma para la costa Pacífica y puntualmente para Buenaventura, una de las localidades que más ha sufrido por la violencia en este país en las ultimas décadas.
Estamos a la espera de inversión social de verdad, no de proyectos de medio pelo orientados solo al libertinaje, donde se cree que los negros son solo buenos para la rumba y el trago, por eso a los negros hay que indemnizarlos con rumba y trago. Mientas que en Bogotá celebran que van a realizar un metro con recursos de la nación, en Buenaventura no sabemos de dónde saldrán los recursos para resolver problemas fundamentales de servicios básicos como: agua, salud, vivienda, educación, recreación entre otros. La población porteña necesita saber cuáles son los mecanismos que usa el Estado para el postconflicto, pues vemos que éste aún no se asoma. Seguimos alertas pues el paro no ha acabado, está suspendido.
Awọn eniyan dudu ko yẹ ki o kọ itan ti ara wọn (Yoruba): La gente negra debe escribir su propia historia.